- Este mes de marzo se tenía que haber celebrado el segundo encuentro de la mesa de diálogo establecida entre las administraciones estatal y catalana, pero el cónclave se frenó con el país ya en estado de alarma. Con varios casos de positivos por coronavirus tanto en el Gobierno español como en la Generalitat y todas las reuniones celebrándose por videoconferencias, resulta inviable continuar la negociación sobre el conflicto político en Catalunya hasta que se dé por superada la emergencia. En consecuencia, otro de los retos que hasta hace pocas jornadas parecía prioritario se ve aparcado hasta nuevo aviso.

Siguiendo con Catalunya, los Presupuestos deberían haberse aprobado el pasado 18 de marzo, lo que ha resultado del todo imposible con el panorama político alterado por la emergencia sanitaria y con el Parlament cerrado a cal y canto. Esta votación iba a suponer un punto de inflexión debido al movimiento de los comunes, que con su abstención iban a dar luz verde a las cuentas para después ir a las urnas. Así, el proyecto presupuestario era el pistoletazo de salida para unas elecciones autonómicas que, aunque en ningún momento han tenido fecha, se preveían trascendentales para observar el nuevo equilibrio de fuerzas y los futuros pactos para gobernar Catalunya.

Ahora, todo el proceso se aplaza y es posible que la llamada a las urnas no se produzca hasta finales de año, sea con cuentas aprobadas o sin ellas. Estos comicios deben servir para dilucidar diversas cuestiones que marcarán el devenir de la política catalana. Entre ellas, si los independentistas siguen sumando mayoría absoluta en el Parlament, si ERC supera por fin a los posconvergentes, si hay acuerdos a tres por la izquierda siguiendo la estela de la investidura de Pedro Sánchez, o cómo sale el experimento de la coalición entre Ciudadanos y el PP.