crania es quizá el único país del mundo que le ha sacado un beneficio a la irrupción de la pandemia del

En realidad las dos aprobaciones son una y media - la votación de la ley bancaria ha de ratificarse aún -, pero dada la importancia del último sí, se da por seguro que se dará. La ley ya aprobada es una reforma agraria que permitirá la venta libre de tierras de cultivo. Así, hasta julio del 2021 las personas físicas podrán adquirir parcelas de hasta 100 hectáreas; y a partir del 2024, podrán hacerlo las personas jurídicas hasta un total de 10.000 ha.

Con esta medida se supera el absurdo bloqueo anterior de la agricultura ucraniana, que tiene grandes superficies de terreno sin cultivar porque la parcelación resulta improductiva. Ucrania dispone de la mayor superficie agraria de Europa (33 millones de ha), pero su agricultura es la que tiene la menor rentabilidad, menor índice de inversión y menor precio de arriendo de todo el Continente.

La Ley Bancaria es también un fenómeno muy ucraniano, aunque no exclusivo de este país: el contubernio político-mafioso que surgió en casi todos los Estados del extinto Pacto de Varsovia tras el colapso de la URSS a finales del siglo pasado. En el caso de Ucrania, el mayor escándalo de financiero fue la quiebra fraudulenta del Privatbank, propiedad del oligarca Igor Kolomoiski. El Estado tuvo que nacionalizar la entidad bancaria para evitar un colapso de todo el sistema crediticio y hasta el estallido de la pandemia Kolomoiski estaba a punto de conseguir que se le devolviera la entidad -o se le indemnizara- en unas condiciones increíblemente favorables para él. Los 10.000 millones de dólares que recibirá Kiev tras la aprobación de esas dos leyes proceden del Fondo Monetario Internacional (8.000) y la Unión Europea (2.000) y servirán ante todo para que Ucrania pueda hacer frente al pago inminente de parte (4.000 millones de dólares) de su deuda externa.

Y si esto supone un gran alivio para la economía del país, el panorama general no deja de ser ahora infinitamente peor que a finales del año pasado, cuando nadie pensaba en el covid-19. En aquel entonces el crecimiento económico era el más alto de los últimos 8 años, la inflación estaba controlada y su deuda externa rondaba el 52% del PIB. Ahora, los pronósticos más optimistas prevén una recesión del 5% (los más pesimistas hablan del 20%) para el año en curso, amén de una pérdida de ingresos de divisas fuertes debido al regreso de gran parte de los ucranianos que trabajaban en el extranjero.