“No estamos hablando de cuando se desborda un río”, sino de las inundaciones provocadas por grandes chaparrones en zonas urbanas principalmente. “Son tormentas de unas tres horas de duración, con una hora de mayor intensidad” que en ocasiones han llegado a escupir hasta 60 litros por metro cuadrado en Gipuzkoa en solo 60 minutos y casi 100 en el peor de los casos en territorio alavés. Las mismas trombas de agua que generan balsas en nuestras carreteras e inundaciones en determinadas zonas de nuestras ciudades y pueblos, ya que es donde se concentra una mayor proporción de infraestructuras y equipamientos, y es donde se originan debido a la alta impermeabilidad del terreno.

Núcleos urbanos poco preparados, por tanto, para lo que viene: un aumento del 20% precisamente de esas lluvias torrenciales a 20 años vista, en el periodo comprendido entre 2041 y 2070. Así lo apunta un estudio (Inundación pluvial asociada a eventos extremos de precipitación en escenarios de cambio climático para el País Vasco) elaborado por la Sociedad de Gestión Ambiental del Gobierno Vasco, Ihobe.

El mismo estudio aclara que nos espera un futuro con menos precipitaciones totales a lo largo del año, curiosamente. Es decir, caerá menos agua a lo largo de los 356 días, en torno a un 20% menos, pero lo hará mucho más concentrado, con un aumento a su vez del 20% de esas lluvias torrenciales.

Traducido, más problemas para las zonas que ya hoy sufren ante grandes y repentinas trombas de agua. Y nuevos problemas para otras que aún hoy aguantan, pero pueden dejar de hacerlo. Se calcula que en Gipuzkoa, probablemente el territorio vasco menos expuesto a esta consecuencia del cambio climático, verá aumentada su zona de inundabilidad pluvial entre un 10 y un 20%.

Un ejemplo: en la cuenca del Bidasoa, una de las que se verá menos afectada, este aumento de las lluvias torrenciales podría aumentar de una superficie inundable actual de 811 hectáreas a día de hoy hasta las 857. Pero en otras zonas, en el valle del Oria, esta superficie podría llegar a aumentar en más de 250 hectáreas. Es decir, el equivalente a 250 campos de fútbol más que hoy.

Carlos Castillo, técnico del área de Acción climática de Ihobe y coordinador de este estudio, nos explica las implicaciones que tendrá esto: “Hemos hecho un estudio muy laborioso, pero no podemos llegar calle a calle, a saber lo que va a pasar en una calle concreta, si una arqueta en concreto va a tragar toda esa agua o no en un futuro, pero sí habría que readecuar esas redes de saneamiento para que estén preparadas para ese escenario”, afirma en conversación telefónica.

“Nosotros analizamos zonas artificializadas, pero lo que vemos en los valles de ríos que desembocan en la zona cantábrica es que la inundabilidad, es decir, la superficie inundada con este tipo de episodios aumentará entre un 10 y un 20% en ese escenario de cambio climático”, explica.

Por el contrario, el aumento de esa superficie potencialmente afectada aumentará aún más en la vertiente mediterránea, incluso por encima del 20% en municipios y zonas ubicadas a orillas de ríos que desembocan en el Ebro. Es algo “lógico”, en parte, ya que la superficie afectada en la zona sur de Euskadi es menor a día de hoy y cualquier incremento tiene mayor incidencia relativa.

Soluciones naturales

En cuanto al ámbito municipal, el estudio ya identifica que hoy en día las zonas inundables se localizan principalmente a lo largo de la mayor parte de los cursos y márgenes fluviales de la vertiente cantábrica, y, en especial, en los ríos del Nervión, Ibaizabal, Butroe, Bakio, Oka, Lea, Artibai; y en Gipuzkoa, en los municipios asentados en las orillas de los ríos Deba, Urola, Oria, Urumea y Bidasoa.

“Generalmente, cuanto más artificializado esté el terreno, más fácil es que se inunde. No hemos hecho el análisis de si, en la vertiente cantábrica, está más expuesta Gipuzkoa o Bizkaia a este fenómeno, pero se podría analizar”, afirma Castillo, pero este estudio “sí nos da una idea de hacia dónde vamos”. Al final, reconoce, son los propios vecinos de cada zona los que mejor saben si las tormentas anegan su barrio o no.

Sí se han elegido, sin embargo, algunas zonas críticas a nivel local para su estudio. Es el caso del barrio de Amara, en Donostia. “Lo hemos hecho en esta zona, porque tenemos datos, porque Donostia está en ese ámbito de reordenación de la zona de Anoeta, donde se está haciendo un estudio del recursos hídricos subterráneos, de cómo las pluviales caen ahí desde varios puntos y de cómo las soluciones naturales pueden ayudar a evitar estas inundaciones”.

Tener ese mapa de la situación identificado y saber que las lluvias torrenciales aumentarán en un 20% es clave para abordar nuevas actuaciones. “Se pueden hacer las regeneraciones urbanas con suelos permeables, a ser posible elementos naturales y zonas verdes, con mayor capacidad de absorción de las aguas de lluvia”, aunque “también se tiene que adecuar el sistema de drenaje, evidentemente”, asegura.

“Siempre será mejor una plaza verde, con suelo natural, de tierra, que puede absorber el agua, que una de hormigón, que lo que haces es agravar el problema”, explica Castillo: “Las soluciones naturales son muy interesantes para la regeneración urbana”. A día de hoy, admite, los indicadores reflejan que “no estamos artificializando mucho suelo” y las instituciones son conscientes de esto.

Claves

  • Mayor intensidad en Araba. El territorio de Araba es el que recoge los valores medios más altos debido a la intensidad de los eventos más extremos ocurridos en la estación de Gorbea (Zigoitia). Hasta 98,68 litros por metro cuadrado en una hora en un periodo de retorno de 50 años. En Bizkaia, 80,87 en La Garbea (Balmaseda) y en Gipuzkoa 60,62 en Ereñotzu.
  • En todo Europa. Los eventos extremos con 1 y 24 horas de duración tendrán un aumento de la intensidad en general en Europa.