Juan Carlos Núñez estaba haciendo una barbacoa con su familia y amigos en el jardín de su casa ubicada en la parte sur de Obanos, en la urbanización más cercana al monte Montarraga, de donde llegó el fuego a la localidad cuando tuvieron que salir corriendo de la vivienda. "Estábamos haciendo una barbacoa en el jardín y veíamos que el humo salía de detrás del monte. Sabíamos que había un incendio pero no pensábamos que iba a llegar hasta aquí. Pero de pronto las llamas han pasado a esta parte del monte y han bajado por la ladera a toda leche. Cuando hemos visto que se acercaba el fuego hemos cogido a los críos, al perro, cuatro papeles importantes y nos hemos montado en el coche para ir corriendo a Puente la Reina, que es donde nos han dicho que teníamos que ir. Pensábamos que se nos iba a quemar la casa, hemos pasado mucho miedo", relataba Juan Carlos.

Tras llevar a sus familias a Puente, Juan Carlos y su amigo Fernando Zabalza volvieron a Obanos para ver hasta dónde habían llegado las llamas: "Cuando hemos vuelto, hemos visto que no había llegado el fuego hasta las casas, pero por muy poco. Se ha incendiado el campo de al lado y ha llegado hasta una pequeña regata que pasa por al lado de nuestra casa y las llamas han pasado la regata hasta el jardín de al lado de casa".

Eran cerca de las tres de la tarde cuando tuvieron que dejarlo todo y marcharse, sin saber si iban a volver a ver su casa intacta. Poco más de dos horas después, Juan Carlos, Fernando y sus vecinos Patxi Monreal y Pepe Zafra, echaban una mano para extinguir las pocas llamas que quedaban en torno a la regata de al lado de sus casas. "También nos ha reventado la piscina hinchable por una chispa, y con ese agua hemos tratado de sofocar también las llamas", explicaba Juan Carlos, mientras cogía cubos de agua y los tiraba a la tierra quemada.

Dos casas más allá viven Fina Sanmamed y Patxi Goñi, que iban de su casa a la piscina y de la piscina a su casa con cubos de agua para colaborar en las labores de extinción. "Nos hemos ido a Puente pero cuando nos han dicho que ya era seguro volver nos hemos puesto a ayudar en lo que se podía. Pero ha sido muy duro, porque nos temíamos lo peor", explicaba ayer Fina, a lo que su marido le replicó: "Nos hemos ido de casa porque lo principal es la vida".

De esa urbanización, a pie de carretera, subiendo hacia el pueblo, la primera casa a mano derecha es la de Luis Santesteban, que estaba cubierto de ceniza mientras regaba con una manguera grande cedida por los bomberos el campo de cereal que llega hasta la valla de su casa. "No nos ha saltado el fuego a casa por poco, parece que todo se ha quedado en un susto, pero veíamos las llamas avanzar y no sabíamos qué podía pasar", relataba. Además de la zona quemada, Luis y sus vecinos también refrescaban los árboles cercanos que no habían sido calcinados: "Por si acaso les estamos dando con agua, por si se vuelve a reavivar que no prendan, porque están muy cerca de las casas".