ómo afectará esta crisis del coronavirus a nuestra sociedad, a nuestro mundo, nuestro tejido económico e industrial, nuestro modo de vida y su forma de entenderla? ¿Caminamos hacia otra realidad o será simplemente un pesadilla pasajera? ¿Y Euskadi, cómo saldrá de todo esto? NOTICIAS DE GIPUZKOA ha pulsado la opinión de cuatro voces autorizadas, complementarias. Todos lo tienen claro: esta crisis cambiará el mundo.

Hacia una mayor digitalicación

"Sin cambios radicales"

"Sí creo que esto nos cambiará como sociedad. Es inevitable, pero creo que vamos a salir reforzados. Con un modelo económico más resiliente, más capaz de adaptarse mejor a otros desafíos que tenemos, como el del medio ambiente, la demografía o la digitalización". Es la opinión de Mari Jose Aranguren, directora del Instituto Vasco de Competitividad (Orkestra) de la Universidad de Deusto.

"Esta es una de esas experiencias únicas que nos tocan en la vida y que dejan huellas profundas", con "enormes impactos económicos muy difícil de cuantificar" y "personas que están perdiendo sus empleos": "Es inevitable que nos cambie. De hecho, durante las últimas semanas estamos experimentando muchos cambios: trabajando con un uso intensivo de los medios digitales, con muchas muestras de compromiso individuales e institucionales, con abundantes gestos de solidaridad... Estamos en una situación compleja en LA que la prioridad es la salud y la vida de las personas", señala la directora de Orkestra.

Para Aranguren, "esta crisis tiene que ser una oportunidad para salir reforzados y es fundamental mantener nuestro tejido productivo activo para minimizar el impacto en el empleo y en los autónomos". También se abren oportunidades en el ámbito de la salud... "ya estamos viendo a pymes orientando su producción hacia suministros médicos, pero también en lo que se refiere a todo lo virtual, nuevos modelos de negocio para la entrega de productos, industrias de ocio y entretenimiento. Es un momento para innovar y ver oportunidades de negocio e impulsar la economía circular", asegura.

Sin embargo, no cree que se produzca un cambio radical en el modelo de desarrollo económico. Pero sí en el papel de las empresas privadas dentro de los sistemas económicos y en la regulación de todo ello por los gobiernos. Por ejemplo, "aunque seguirá habiendo cadenas de suministros mundiales, estas cambiarán y esta crisis pone de manifiesto algunas ventajas de tener fuertes cadenas de suministro locales que antes no se veían", subraya.

En opinión de Aranguren, esto no supondrá el fin de la globalización, "sino, en todo caso, una crisis que forzará una reestructuración gradual de la misma. Creo, por ejemplo, que nos daremos cuenta de que podemos viajar menos y que tal vez no sea tan difícil como pensábamos el reducir las emisiones y combatir el cambio climático. También que se va a acelerar el proceso de digitalización: vamos a darnos cuenta de que podemos hacer un uso más intensivo de los medios digitales para mejorar en eficiencia e innovar", afirma.

En todo caso, añade, "una economía globalizada siempre necesitará comprar los productos fabricados en un tejido económico tan competitivo y diversificado como el vasco".

Mayor interdependencia

"Ni utopía, ni distopía"

Para Antonio Casado, filósofo de la UPV/EHU y director de Proyección Universitaria del campus de Gipuzkoa, esta crisis nos pone en nuestro sitio: "Creo que el mundo tras el coronavirus no será la utopía que algunos deseaban ni la distopía que otros temían: las crisis nos hacen redescubrir el lugar donde vivimos. Para bien o para mal, nos ponen ante un espejo sin maquillaje".

En su opinión, "puestos a imaginar lo mejor, esta crisis nos puede traer un nuevo humanismo, no centrado ya en el individuo, sino en el ecosistema, en la red de relaciones que nos hace humanos. Nos puede dejar una sociedad más sobria y sufrida, más consciente de su vulnerabilidad e interdependencia, pero también más creativa y con capacidad de respuesta más rápida. Nos puede hacer más conscientes del valor de cosas que dábamos por supuestas, como el suministro de alimentos, cuidados, agua, electricidad y datos. También del iceberg de trabajo invisible que hay debajo, y de las desigualdades de base que pueden agrandar una brecha digital, social y de género que ya es demasiado profunda", precisa

Para Casado, "el virus nos está enseñando a trabajar en red. Mi salud depende de lo que haga el vecino, pero también de lo que hagan gobiernos y ciudadanos muy lejos de aquí; de hecho, ya no tiene sentido hablar de mi salud. Sin salvación colectiva, no hay salvación individual".

El filósofo de la UPV/EHU cree que esta crisis "ya nos ha cambiado" como personas, "aunque los efectos de la transformación aún estén por venir. Para empezar, porque nos ha sacado de la zona de confort, de repetir patrones de conducta heredados o importados" y ahora nos llama a "ralentizar la maquinaria" e "inventar nuevas maneras de estar con nosotros y con los demás. Y de relacionarnos con el resto de formas de vida con las que compartimos el planeta, porque este virus procede de animales; no será el último", precisa.

Globalización y proteccionismo

Europa, en revisión

Desde Alemania, uno de los matemáticos de referencia a nivel mundial, Enrique Zuazua, también aporta otra visión. Los modelos matemáticos son fundamentales en la sociedad actual. En esta crisis son las que predicen la evolución del futuro, las tendencias... lo miden todo. Redes, datos, comunicación... Todo son matemáticas hoy en día. Dicen que son estos profesionales quienes mejor entienden esta transformación digital.

"Nuestra intuición falla casi siempre -apunta Zuazua-. Nos cuesta predecir el cambio de pendiente que la cuesta esconde tras la curva. Por eso, hasta que la explosión de contagios no fue detectada en nuestro entorno, no supimos anticipar lo que los números de China nos venían advirtiendo con dos meses de antelación".

"Todo está escrito", asegura este matemático eibartarra desde Alemania, donde trabaja desde que le fue concedida la Cátedra Humboldt: "El humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Pensábamos que la globalización sería como un globo de feria que se hincharía indefinidamente sin nunca pinchar o reventar. Pero hace tiempo que se observaban síntomas de que no sería así. Fáciles de detectar en algunos casos, como el brexit, los tintes xenófobos y negacionistas en gobiernos democráticos electos, o el desencadenamiento de interesadas guerras comerciales".

"La globalización seguirá su camino, pero este será compatible con el refuerzo de las políticas proteccionistas locales. Incluso los que dicen no ser nacionalistas, la mayoría de las veces por ser ciudadanos de un estado-nación soberano, repararán en la importancia de contar con recursos suficientes para una situación de emergencia que, al haberse dado ya una vez, es más fácil de intuir que se pueda repetir en un futuro no tan lejano", augura Zuazua.

"No hay soberanía nacional sin recursos básicos que, a veces, toman una forma inesperada y caprichosa: mascarillas, respiradores, batas, guantes€ Europa, una vez más, tendrá que revisar su agenda y decidir si quiere ser el garante global de la seguridad de sus ciudadanos o dejar a cada uno a la desigual suerte que le corresponda según su estado de residencia o ciudadanía", apunta.

"Pero la tarea será tan ingente que no está claro que seamos capaces de abordarla", según este experto matemático, acostumbrado a proyectar escenarios futuros desde las matemáticas. "Ni siquiera es descartable que, en cuanto amaine, nos olvidemos del desastre y sigamos gestionando el día a día como siempre".

"Aprenderemos en cada casa, cada empresa, de la inolvidable lección. Las instituciones de enseñanza aprenderemos, por ejemplo, que, con esfuerzo añadido y recursos básicos, la educación a distancia puede paliar la presencial", afirma.

"Pero no estoy seguro de que haya mucho que esperar de las grandes esferas del poder en las que, pasado mañana, seguirán rigiendo las mismas viejas reglas. Basta pensar en un ejemplo. Durante esta crisis los funcionarios trabajamos desde casa y cobramos. Y mientras, los empleados por cuenta ajena, en muchos casos, se enfrentan a Expedientes de Regulación de Empleo Temporal (ERTEss) y despidos, y los autónomos ni siquiera pueden trabajar", añade.Modelo de gobernanza mundial

Otro 11 de septiembre

Para Xabier Barandiaran, doctor en Sociología de la Universidad de Deusto y responsable de estrategia de la Diputación Foral de Gipuzkoa, esta crisis "pone en cuestión muchos modelos económicos" y "las cosas a partir de ahora serán diferentes". Lo compara con el ataque a las torres gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, que "provocó cambios en los sistemas de seguridad y en las relaciones internacionales". La crisis del coronavirus, cree, también traerá "consecuencias a nivel mundial".

"Estamos en una sociedad consumista, pensando que no tenemos ningún límite individual y colectivamente; y cuando sucede una cosa así, y se le mete el miedo hasta la médula a millones de personas, eso, sin duda, nos hace volver a los orígenes y pensar en las cosas esenciales", señala.

En su opinión, de todo esto "aprenderemos algunas cosas, pero quedarán interrogantes sobre nuestra respuesta comunitaria y el comportamiento social, porque las sociedades de consumo como la nuestra son muy individualistas y, ante esta crisis, la colaboración es necesaria".

También cree que el mundo pide un sistema de gobernanza propio ante problemas que "no son de un país, sino del mundo, en el que el ser humano está solo, y en estas situaciones de miedo desmedido y descontrol, es necesario un orden mundial".

"Estamos en un momento de cambio tremendo: tecnológico, social, climático.... Y ante eso, el valor de la comunidad hay que ponerlo sobre la mesa, sin que quiera decir que la comunidad tenga que ahogar al individuo", añade Barandiaran, quien llama a las instituciones vascas a hacer un "esfuerzo extra" para sostener a los más perjudicados, ya que "una pandemia como esta al que más afecta siempre es al más débil".

"Esta crisis ha puesto en evidencia los problemas de un pueblo pequeño como el nuestro, pero lo importante es mantener nuestra identidad y amoldarnos a la nueva situación", concluye.

"Este virus nos ha enseñado a trabajar en red; sin salvación colectiva, no hay salvación individual"

Filósofo de la UPV/EHU

"La globalización seguirá su camino, pero será compatible con políticas proteccionistas locales"

Matemático

"Nos vamos a dar cuenta de que podemos viajar menos y también se va a acelerar el proceso de digitalización"

Directora de Orkestra

"Esta crisis ha puesto en evidencia los problemas de un pueblo pequeño como el nuestro"

Sociólogo