Pasadas las 10.00 horas irrumpió por primera vez en el hemiciclo Valentina Cepeda. Desinfectó los micrófonos, el atril y los agarradores de las escalerillas, y volvió a su sitio. Intervino Pablo Casado y Valentina limpió otra vez; intervino Iván Espinosa de los Monteros y Valentina allí fue; y así cada vez que alguien esparcía al hablar microscópicas gotitas de saliva que a saber qué son. Sánchez fue el primero en felicitarla, luego Pablo Echenique y poco más tarde Rufián. Valentina, quizá sin saberlo, ya era famosa y admirada.