Estrasburgo - Europa dice definitivamente adiós al cambio de hora estacional. Tras un “apasionado debate” en la Eurocámara, los grupos políticos han “escuchado a los ciudadanos” en un asunto que ha despertado el interés por la política europea en todos los Estados miembros. La mayoría de grupos políticos coincide en que “ya no hay elementos objetivos” para el cambio de hora frente a las “evidencias sobre su efecto negativo en la salud”. Ahora los países tendrán hasta abril de 2020 para elegir si adoptan el horario de verano o de invierno.

La Eurocámara aprobó por una larga mayoría, 410 votos a favor, 102 en contra y 52 abstenciones, el fin de los cambios horarios estacionales. Marita Ulvskog, eurodiputada sueca ponente de la propuesta, recordó al Pleno que el motivo principal por el que se puso en marcha este sistema fue para ahorrar energía pero que “las nuevas tecnologías y los cambios en la forma de vida implican que actualmente no se ahorre con esta práctica”, mientras que sí produce “efectos negativos para muchas personas”. Entre los problemas de salud a los que han hecho referencia los eurodiputados destaca el insomnio y las alteraciones a las personas de mayor edad y a los niños. “El sistema de cambio de hora es artificial y debe pasar a la historia. Sus beneficios son mínimos mientras que sus riesgos para la salud son más graves de lo que se pensaba”, afirmaron los socialdemócratas.

Ahora los Estados deberán dejar su horario como permanente el último domingo de octubre de 2021. “Pedimos a los países que se coordinen entre sí, que no quede un mosaico cambiante entre Estados contiguos”, señaló Ulvskog. La mayoría de los grupos expusieron su preocupación por el impacto que el cambio puede tener en el mercado interno de la UE. Todos coinciden en que es fundamental “evitar la fragmentación de los usos horarios”, aunque difieren en los mecanismos de coordinación planteados. Una de las enmiendas propuestas consistía en la creación de una red de coordinación entre los Estados miembros y la Comisión para debatir y evaluar las decisiones sobre la fijación de la hora.

La idea era que, en caso de considerar que el horario elegido afectara al funcionamiento del mercado interno, la Comisión pudiera exigir al Estado miembro que justifique cómo abordar el efecto negativo de su elección. Sin embargo, la comisaria Bulc se ha opuesto desde el inicio y afirmó que la fijación horaria “es prerrogativa nacional de cada Estado miembro”.