si el paso de la infancia a la adolescencia es ya de por sí difícil, hacerlo a miles de kilómetros de tu país y de tus amigos se complicado aún más. Tratando de acompañar a chavales extranjeros en ese proceso y sirviendo también como embajadores de Gipuzkoa, un total de 30 universitarios han participado este curso en el proyecto Mentoría Ruiseñor de SOS Racismo, en el que han actuado como una especie de hermano mayor que, reuniéndose con los jóvenes tres horas por semana, les han dado a conocer el territorio a través de múltiples planes de ocio.

“Es una buena opción para pararte un momento y ver lo que hay a tu alrededor. Ponerse en los zapatos del otro no cuesta nada”, contaba ayer una de las voluntarias del programa, Juncal Bauzá, durante la fiesta de despedida del curso 2017-2018 del programa en Tabakalera.

Esta irundarra de 19 años ha acompañado durante todo el curso a Nolmin, un nicaragüense de 14 años con quien espera haber trabado una amistad “para toda la vida”.

Para David Cabezón Egurrola, eibarrés de 19 años, Mentoría Ruiseñor ha sido “una buena oportunidad para romper barreras”. “Quería hacer algo de voluntariado y cuando vinieron a explicarnos el programa a la Universidad me pareció que podía ayudar a los chavales en su cambio a la adolescencia”, relató el universitario, quien ha compartido el último año con Khulen, un niño de 12 años de Mongolia.

Hacer excursiones, ir al cine, ver un partido de la Real, hacer deporte... Todo aquello que les apeteciese hacer formaba parte de esas tres horas semanales que pasaron juntos mentores y adolescentes. “Nosotros hasta hemos ido a los karts y nos hemos vuelto unos expertos en el billar”, bromeaba Bauzá.

“Le ha servido para conocer el territorio, desde las playas de Donostia hasta el Aquarium. Ha sido un intercambio de experiencias que vale la pena hacer”, afirmó Sheila Fraile, santurtziarra de 20 años y compañera de un chaval de Colombia de 12 años. “Él llevaba con su familia aquí dos años, pero no conocía mucho. Sus padres han sido super agradecidos conmigo y han tratado de ayudarme en todo momento”, explicó Fraile.

No obstante, los comienzos no fueron fáciles. “Para ellos es como si les estamos imponiendo un amigo. Hasta que no nos vamos conociendo es normal que cueste”, apuntó Bauzá, al tiempo que Cabezón añadió que “al principio la relación era fría, pero es algo normal. A todos nos cuesta hablar con un desconocido”.

La zarauztarra Laura Prada vivió ese choque inicial con resultados finales no tan positivos, ya que su compañero prefería irse con sus amigos antes que con ella. “Al final me cambiaron de niño, con uno más adulto y con el que fuimos ir de excursión a Donostia y varias veces al cine”, apuntó, añadiendo que esta segunda experiencia con él se le hizo corta.

“Pensaba que nunca iba a terminar”

Todos los participantes, tanto los voluntarios como los chavales y sus familias, se reunieron ayer para celebrar el final del curso en Donostia. Entre actuaciones musicales y discursos de agradecimiento, las parejas fueron despidiéndose con la intención de seguir viéndose.

“Ya el último día que pasamos juntos me dijo que le daba mucha pena que se acabará el programa. Pensaba que nunca se iba a terminar”, aseguró Fraile, al tiempo que explicó que en el futuro continuará quedando con él. “También me gustaría repetir con otro niño”, expresaba.

A pesar de que Bauzá se marchará el próximo curso a estudiar fuera, piensa continuar haciendo planes junto a Nolmin. “Hablamos mucho y aunque no este aquí, queremos seguir con la relación”, contó la joven.

“El año que viene lo tendré más complicado al estar en cuarto de carrera y tener menos tiempo, pero seguiremos quedando siempre que podamos”, indicó por su parte Cabezón.

La concejala de igualdad del Ayuntamiento de Donostia, Duñike Agirrezabalaga, aseguró durante el acto que “la mezcla de culturas sirve para enriquecernos”. “Da igual de donde seamos, todos necesitamos de los demás”, apuntó.

Yajaira Kortabitarte, responsable de voluntariado de la Universidad de Deusto, afirmó que programas como este “sirven para quitar vendas de los ojos”, mientras que el presidente de la Fundación Real Sociedad, Andoni Iraola, comentó que “mezclar a gente diferente nos hace mejores a todos”.

Mentoría Ruiseñor ha contado con la participación de diez centros escolares de Gipuzkoa -Amara Berri, Zubiri Manteo, Peñaflorida, Cristobal Gamón, Koldo Mitxelena, Egape, Salesianos, Presentación de María de Urnieta, Herrikide y Sasoeta- y de varias entidades de Gipuzkoa -Fundación Real Sociedad, Gipuzkoa Basket, Eureka! Zientzia Museoa, Aquarium, Topic, Kutxa Ekogunea, Orona Fundazioa y Hernani Rugby Taldea-.