A por su última OPE
Miles de guipuzcoanos se la juegan a una carta en las oposiciones de Osakidetza para conseguir una plaza fija
dONOSTIA - “Mi objetivo es que sea mi última oposición”. Esta es la esperanza de miles de guipuzcoanos, que se presentan en los próximos días a la Oferta Pública de Empleo (OPE) de Osakidetza. Todos ansían una plaza fija, que les dé estabilidad en su vida profesional, aunque saben que es difícil, puesto que hay muchos opositores que se juegan su futuro. Llevan meses estudiando y trabajando, sacrificando su tiempo familiar, de ocio y descanso para conseguir un trabajo estable y pasar a formar parte de la plantilla del servicio vasco de salud.
En Euskadi, un total de 96.235 personas se inscribieron entre febrero y abril en la OPE. De ellas, la gran mayoría fueron mujeres, concretamente 72.296 (un 75%) y 23.939 hombres. La OPE es una de las más voluminosas de la historia de Osakidetza en cuanto al número de plazas ofertadas, un total de 3.335.
Sin embargo, la competencia es muy fuerte, fundamentalmente en una de las categorías más multitudinarias, la de celador. A este examen, que se celebrará el próximo 16 de junio en el BEC de Barakaldo, se han inscrito un total de 18.134 personas para 142 plazas. David Ederra, celador en el Hospital Donostia, es uno de los candidatos. Lleva trabajando en Osakidetza de manera ininterrumpida desde 2009, hace casi una década, en el servicio de levantadores.
Ederra es interino, lo que le permite estar “más seguro que con una sustitución” y contar con una cartelera. Esta será su sexta oposición, después de haberse presentado en 1998, 2006, 2008, 2011 y 2015, recuerda. Los dos últimos exámenes fueron, según señala, “bastante más complicados” y, aunque supone que este también lo será, confía en hacerlo “lo mejor que pueda”.
Este celador intenta sacar tiempo por las mañanas para estudiar la oposición. “Algunos días metes más horas que otros, tampoco me quiero obsesionar. Hay días en los que estás más espeso y no voy a estar metiendo tres o cuatro horas sin enterarme de nada. Procuro llevarlo como mejor puedo, hacer ejercicio para despejarme y luego me pongo a estudiar mejor”, explica Ederra, de 45 años, que comenzó a estudiar desde que se publicó la convocatoria, el pasado mes de febrero. “Lo ideal sería conseguir plaza, pero no me quiero obsesionar. Si hiciese un examen redondo, quizá lo podría conseguir”, confía.
En el Hospital Donostia también trabaja la donostiarra Olatz Sesma, de 45 años, quien se presenta por primera vez a esta oposición en la categoría de auxiliar de enfermería, el 16 de junio en Barakaldo. Este examen cuenta con 13.692 solicitudes para 572 plazas. “Es la primera, no sé lo que me voy a encontrar. En principio, estoy tranquila, aunque me pondré nerviosa los últimos días”, explica. Comenzó a estudiar hace “cuatro o cinco meses”, antes de que saliera la convocatoria, y le dedica unas “dos o tres horas al día”, lo que puede, “tampoco todos los días”.
Sesma trabaja desde hace un año como auxiliar de enfermería. De momento, ha conseguido hacer varias sustituciones en el hospital donostiarra, pero “hilar un contrato con otro es complicado”. “Al ser bajas, no sabes cuánto tiempo vas a estar”. Aunque no tiene “mucha esperanza” en esta oposición, imagina que sí adelantará algún puesto realizando el examen y conseguirá así colocarse en una mejor posición para poder seguir trabajando en Osakidetza.
Un día más tarde que la oposición de celador y auxiliar de enfermería se celebrará el examen de enfermería, el 17 de junio, también en Barakaldo. En esta categoría, el número de solicitudes asciende a 13.942 para 682 plazas. Rebeca Iceta, 28 años y natural de Zarautz, y Macarena Marcos, residente en Errenteria, son dos de las candidatas en esta oposición de enfermería.
Iceta estudió en la Universidad Pública de Pamplona y, después de trabajar allí un año y obtener el título de experto en Urgencias, empezó a trabajar en Osakidetza, principalmente en atención primaria. Actualmente, está a media jornada en el centro de salud de Zarautz. Esta será su cuarta oposición y, por primera vez, se ha apuntado a un curso del sindicato Satse para prepararla. “Hasta ahora lo había hecho yo sola, y no sabes tampoco cómo”, cuenta esta joven, que además de las horas que dedica en casa a estudiar, acude al curso de diez horas semanales desde mediados de febrero.
“Sacar plaza es muy difícil”, reconoce Iceta, puesto que no solo puntúa el examen, sino también los años trabajados, así como el perfil de euskera, con el que sí cuenta. Por tanto, los que llevan poco tiempo trabajando en Osakidetza tienen que hacer “muy buen examen para poder sacar plaza”. Iceta sabe que “cuanto mejor quedes en listas”, más fácil será conseguir una interinidad, “o algunos contratos un poco más estables”.
Los nervios aumentan Al curso del Satse también acude Macarena Marcos, de 45 años, que ha perdido la cuenta de a cuántas oposiciones se ha presentado. Terminó de estudiar enfermería en la UPV en Donostia en 1998 y ha realizado todos los exámenes que se han convocado desde entonces, incluido alguno de ámbito estatal. “He ido mejorando en cuanto a tiempo trabajado, experiencia profesional y formación y, en cambio, he ido empeorando en cuanto a nota de examen, porque cada año me pongo más nerviosa, porque te juegas más”, afirma.
Y es que aunque le dedica muchas horas de estudio, admite que la capacidad de retención no es la misma que cuando tenía 25 años. “Voy mejorando en unas cosas y empeorando en otras y luego está el hándicap del euskera”, lamenta esta enfermera. Cree que debería haber un punto intermedio en este sentido, y no puntuar tanto a quienes tienen el perfil de euskera y nada a quienes no cuentan con él, pero entienden el idioma y pueden mantener una conversación con el paciente, “darle una atención de calidad y garantizar su derecho a atenderle” en su lengua.
Marcos sacrifica “mucho tiempo de estar con la familia, de ocio, de descanso” para prepararse la oposición, para la que empezó a estudiar en septiembre. En ese momento, se convocó la oferta pública de empleo del servicio de salud de Aragón y decidió presentarse para ir bregándose de cara a la de Osakidetza. “Hay días que le dedico cuatro o cinco horas, hay días que una y otros que no puedo dedicarle nada”, asegura esta mujer, que trabaja como interina en el servicio de Neurología del Hospital Donostia desde 2012.
Pese a no tener plaza, al quedarse siempre “a las puertas”, asegura que se puede considerar “una privilegiada” por haber conseguido hilar “un trabajo de interino con otro”. Pero, siendo interina siempre se tiene “esa inseguridad, que no te deja estar relajada del todo”. “Siempre estás con la mosca detrás de la oreja y no sabes en qué momento se te puede acabar”, afirma esta enfermera. “La plaza fija te da el relajarte, el no tener que preparar oposiciones, hacer cursos porque realmente te interesa aprender algo y no apuntarte por la obligación de conseguir equis puntos”, insiste. Por eso, espera que la del 17 de junio sea su última oposición. “Ese es mi objetivo, pero creo que como el de 13.000 más”, señala.
Dos oposiciones en un mes Un caso bien distinto, puesto que ya cuenta con una plaza, es el de Igor Larrea, de 38 años, médico en el servicio de Urgencias del Hospital de Zumarraga desde hace ocho años. Tiene una plaza en urgencia hospitalaria, pero realizó la especialidad familiar y comunitaria, por lo que le interesa un puesto en atención primaria. Por ello, a mediados de mayo completó esta oposición, a la que se ha presentado cuatro veces. “A mí me han formado como médico de atención primaria y, al fin y al cabo, urgencias hospitalarias es un poco el cajón desastre. Me da la sensación de que estamos poco valorados”, afirma.
Pese a que su máximo objetivo es lograr esta plaza en atención primaria, Larrea es un médico “curioso”, al que le gusta hacer “un poco de todo”, por lo que también se presentará a finales de mayo a la oposición de médico de emergencias. Cuando tiene ratos libres, este médico saca tiempo para prepararse la convocatoria. “Yo trabajo de noche, lo hago cuando buenamente puedo”, afirma Larrea.
El primer examen de atención primaria al que se presentó fue bastante complicado. “Estaba basado en escalas, en situar al paciente según su patología en algún tipo de escalas de valores que existen. Había muchas cosas específicas, temas estadísticos, de leyes. No fue para nada un examen de práctica clínica, fue sobre todo teórico. Entonces, tampoco te valoran cómo trabajas”, afirma. La oposición de médico de emergencias no sabe cómo será y admite que tiene poco tiempo para preparársela. “Voy a ver un poco lo que pasa. En este caso es más curiosidad, ver cómo es el examen, cómo se plantea”.
Larrea está tranquilo, ya tiene una plaza fija, y cree que sus compañeros facultativos también deberían estarlo, puesto que los médicos son “una especie a extinguir”. “Tenemos un problema importante, somos pocos. Va a haber una gran bolsa que en los próximos años se va a ir jubilando y no hay generaciones para poder sustituir todo lo que se va a jubilar. Va a haber mucha gente que va a seguir trabajando”, afirma. Precisamente por ello no entiende que la oposición a la que ya se ha presentado fuera tan complicada.
Mientras Larrea busca sacar plaza en atención primaria, los otros cuatro residentes en Gipuzkoa confían en conseguir un puesto fijo en Osakidetza o adelantar posiciones en las listas para lograr una interinidad, que les asegure un contrato lo más largo posible.