Desde que le diagnosticaron esclerosis múltiple en 2007 no se ha rendido. ¿De dónde saca la fuerza?

-Yo creo que todos haríamos lo mismo. Solo hay dos opciones: o te paras o sigues adelante. Prefiero lo segundo. La fuerza me la transmiten todas las personas de mi entorno y en eso soy un privilegiado ya que me lo hacen más fácil.

¿Qué ha sido lo más duro de estos catorce años?

-No diría que el diagnóstico porque estuve siete años sin él y esa sensación casi es peor. En mi caso, al ser progresiva, lo más duro es seguir adaptándote al continuo deterioro físico.

Ahora la esperanza está en los exoesqueletos. ¿Qué son?

-Son unos dispositivos que a modo de armazón recubren el cuerpo de una persona y permiten aumentar sus capacidades físicas. En nuestro caso, son para rehabilitación de pacientes con problemas en la marcha pero también pueden ser utilizados en empresas o ejércitos

Usted ya los ha probado. ¿Qué se siente caminando con ese ingenio?

-Es una sensación difícil de definir. Tras años caminando con bastones, poder hacerlo sin ellos fue sorprendente. Y, más aún, que en las ocho horas siguientes mi cuerpo sintiera sus efectos sin llevarlo puesto.

El problema es que son caros. Y a usted se le ocurrió buscar financiación de un modo muy dulce: con chocolate.

-Sí. Solo hay una docena en todo el Estado. En realidad, fue a Txus Iborra, director de Chocolates Nakoa, al que se le ocurrió la genial idea. Casualidades de la vida, veinte años atrás fue mi becario. Tanto él como la plantilla de esta modesta empresa nos están dando una lección de solidaridad y de empatía. Es un gustazo encontrar empresas y personas así.

Ese chocolate solidario está siendo un éxito...

-Totalmente. A finales de octubre ya se habían vendido más de 56.000 tabletas a través de pedidos a Nakoa o mediante pequeños establecimientos que se han volcado con algo con lo que no ganan un euro. La empresa nos dona el 100% del beneficio.

¿Nota que la sociedad está dispuesta a echar una mano?

-Por supuesto. Nos hemos visto desbordados por el éxito de la iniciativa. Desde el 1 de febrero no hemos dejado un día de recibir fotos de personas colaborando con las tabletas solidarias y hemos compartido en redes más de 1.100 fotos.

Aun así, sigue habiendo muchos insolidarios. Los que aparcan en plazas de discapacitados, por ejemplo.

-La verdad es que aún hay cosas difíciles de entender y esta es una de ellas.

Para denunciar a esos egoístas creó 'Okupas motorizados'. ¿Ha mejorado algo la concienciación?

-Creo que estamos consiguiendo sensibilizar a la sociedad. Unas 500 personas colaboran enviando fotos (casi 7.000 de Navarra) y más de 3.100 personas nos siguen en redes. El hito más importante es la Orden Foral que va a regular la expedición de tarjetas y que está a punto de publicarse en el BON.

Lo curioso es que en lugar de sentir vergüenza, muchos de los denunciados se enfadan...

-Eso es el colmo.

¿Hacen lo suficiente las policías para evitar estos comportamientos incívicos?

-Mantenemos buena relación ya que compartimos el mismo objetivo.