- Escribo sin un ápice de ironía que lo que se nos presentó el pasado sábado bajo el nombre Otras políticas es un fenómeno más que interesante que no hay que perder de vista. De entrada, me parece un profundo error (o quizá una simple muestra de holgazanería analítica entreverada de miedo y machirulina por arrobas) el desprecio con que la derecha política y mediática española ha acogido la propuesta liderada por Yolanda Díaz. Me recuerda bastante al fiasco en que muchos incurrimos -no me oculto- en 2014 ante la irrupción de Podemos. Nos parecía imposible que aquel magma extraño llegara más allá de rascar un puñadito de escaños testimoniales. Ni en sueños habríamos pronosticado que serían tercera fuerza en el conjunto del Estado y menos, que llegarían a sentarse en el Consejo de Ministros. El más primario sentido de la prudencia recomendaría no aventurarse en los vaticinios de debacle asegurada.

- Y en la parte contraria, claro, tampoco parece que sea razonable dejarse arrastrar por el triunfalismo y dar por asaltados (esta vez sí) los cielos a través de una fórmula de la que realmente no conocemos casi nada. Lo de Valencia fue muy bonito, seguramente emotivo, inspirador, cargador de energías, pero si van a lo concreto, no se pasó de las proclamas efectistas con su puntito de demagogia y de renovación de promesas que ya se habían hecho y siguen incumplidas. No lo anoto como reproche sino como constatación.

- Por lo demás, en los días, semanas y meses que vienen habrá que ver cómo va tomando forma lo que todavía es un proyecto difuso. Así, a primera vista, llama la atención que la plataforma se esté lanzando al margen de Podemos. La ausencia de Ione Belarra e Irene Montero, que están que fuman en pipa y no se esfuerzan en disimularlo, resulta clamorosa. La pura intuición indicaría que no van a resignarse a perder la gran cantidad de poder que han ido acumulando. Y no solo están ellas. Algo tendrá que decir el núcleo duro del pablismo, si bien la realidad entre paradójica y divertida es que el propio exlíder carismático ha bendecido la reacumulación de efectivos en torno a Díaz. Se diría que la justicia poética está detrás de todo esto. Podemos vació Izquierda Unida y le perdonó la vida dándole unas migajas. Ahora una de las indultadas está en disposición de tomarse la revancha. Los morados que quieran sobrevivir tendrán que subirse a su barco. Si ella los acepta, claro. En resumen, no demos nada por hecho, salvo que tenemos por delante un tiempo de lo más interesante.