- Quién quiere Juegos Olímpicos, con la emoción que hay en el Congreso de los Diputados. Antes de cerrar el hemiciclo por vacaciones, el Gobierno recién remozado de Pedro MacGyver salvó tres bolas de partido con la convalidación de otros tantos de sus cada vez más queridos decretazos. El de la rebaja del IVA del recibo de la luz tiene poco comentario; aunque no sirva para mucho -las risas de las eléctricas se oyen desde Vladivostok-, unos eurillos son unos eurillos. Ahí los socios habituales no se iban a poner levantiscos. Tenía más miga lo de permitir las mascarillas en exteriores. Lo que ha ocurrido desde que se promulgó la norma hasta ahora hace pensar que quizá no fue tan buena idea. Pero la cosa va de sostenella y no enmendalla. A pesar de que el PNV fue consecuente con lo que propone el lehendakari, llegaron apoyos de repuesto. Anoto aquí mi sorpresa ante el voto a favor de EH Bildu. Qué dirán sus rigoristas científicos, partidarios casi de que llevemos la boca tapada con cinta americana, ante este giro ayusiano...

- Pero la votación verdaderamente vibrante fue la del decreto para la reducción de la temporalidad en la administración pública. Salió adelante con un voto de diferencia y después de una negociación vertiginosa para conseguir el respaldo de ERC. Esos síes junto a la abstención crítica del PNV posibilitaron el paso de pantalla de la norma. Desconozco qué mejoras se le han prometido a la formación jeltzale, pero tengo mis serias dudas de que esta empresa vaya a ser un buen negocio para la CAV y Nafarroa. De saque, creo que es una forma de abrir las puertas al poder centralista para meter la nariz en la organización y la gestión del empleo público propio. Hay abundante bibliografía del gusto de Madrid por crear problemas innecesarios.

- Pero lo peor es la cantidad de agravios comparativos que se viene encima. Habrá interinos eternos que acaben en la calle con unas migajas y, en el otro lado, opositores de nuevo cuño a los que no les valgan de nada las mejores puntuaciones. Tiempo al tiempo.

Si la imagen correspondiera a un pueblo del sur de la península y las pancartas fueran en honor de asesinos franquistas o de extrema derecha, no tendríamos la menor duda en denunciarlas. Sin embargo, esto es Errenteria y los glosados en los plásticos colgantes integraron una banda que asesinó por otros motivos. ¿Memoria Democrática? O así.

El decreto para reducir la interinidad acarreará invasión de competencias y numerosos agravios comparativos