Horas antes de que se estrenara la quinta temporada de El Desafío, ese programa donde famosos, etes y herederas van a hacer cosas a cambio de adulación y pasta, nos contaban en Antena 3 que, aunque el programa es grabado, es como si asistiéramos a un falso directo, porque va todo enfilado, sin trampa ni cartón.

Y ya en el primer programa asistimos a una mágica actuación en la que Feliciano López, más conocido ahora por ser el saco de las hostias de su ex Alba Carrillo que por su pasado como tenista, tocaba mágicamente una armónica hasta cuando se la alejaba de los labios (pese al letrerito de “música en directo”) mientras el reloj que llevaba puesto en la muñeca, aparecía y desaparecía también de forma mágica en plena actuación musical.

Si en una prueba tan inocente nos han dado cambiazo, a saber qué no harán en el resto de pruebas. Y es que si en la tele todo es mentira, la mentira es mayor cuando el programa se graba y edita muchos meses antes de su emisión. Da tiempo para todo, menos para revisar las imágenes y evitar esta cutrez, según parece.

La jugarreta relojera es un fallo de raccord que pone en evidente que quien edita los montajes no está muy afinado y dos, que les importa un carajo mostrar en casa lo que realmente sucede en el plató.

El extraño suceso ha coincidido con el estreno de otro programa enlatado en el que famosos, etes y sobre todo gentes de otras cadenas hacen postres en TVE, donde también algún participante ha explicado los favores que se ha cobrado una presentadora de otra cadena para hacer que quitaran de la emisión sus malas caras y salidas de tono para salir siempre en pantalla como no es.

La pregunta es para qué ve la gente estos programas donde los famosos se comportan como lo que no son y hacen lo que no saben e incluso lo que es imposible hacer como tocar la armónica sin acercársela a los labios.