Tele 5 robó en Nochevieja, con su accidentado pico, el protagonismo, que no la audiencia, a Pedroche. Ella no perdió el vestido, pero perdió otra cosa en directo. Ramontxu perdió su capa, que luego recuperó, y menos mal porque casi nos deja ciegos. Y en La Sexta, al prescindir del disfraz, perdieron la gracia. Ya en casa, un molesto fallo de sonido en ETB hizo que fuera la audiencia quien perdiera los nervios.

El collar de Pedroche. N.G.

Antena 3, el collar de Pedroche

Cristina Pedroche se vistió esta vez con una botella de plástico reciclada, aunque a ella le dijeron que iba de ola de mar, que suena más guay. Pedroche, que es de Vallecas, se lo creyó, pero cualquiera que viva cerca de la costa sabe que ese vestido (es un decir) no era una ola sino una botella de Kas de las que se usan en los botellones hecha tiras en una manualidad de Art Attack. Antes, la presentadora del fallido Password se disfrazó de seto de camuflaje a medio hacer en su enésimo intento de retener a la audiencia antes del estriptís, que este año prometía más carne con ese anuncio en el que daba a entender que presentaría desnuda y que grabó (como se ha visto en Tik Tok) con una faja y un sujetador color carne, de eso que usaban las abuelas.

Como en las pelis de suecas, el destape no fue total y se justificó por guion con un mensaje ecológico, al tiempo que nos prometió, para no perder la atención del espectador medio que, si llovía, el vestido se derretiría y ella se quedaría en pelotas. No llovió, pero era difícil que lloviera dentro de esa habitación de hotel.

Antes, cuando todavía llevaba el vestido de seto, una exaltada Pedroche, con graves problemas de movilidad para salir al balcón, había protagonizado otra secuencia erótica (¿un homenaje a Carmen Maura?) al grito de “¡riégame, riégame!” que le reclamó a su compañero Chicote que, sin sacarse la vista, la mojó con una botella de agua… o de cerveza, uno ya no sabe entre tanta publicidad.

Pero lo llamativo de este año fue el momento pendiente de Lola Flores vivido por la propia Pedroche. Ella se había puesto un collar en la cabeza (no la juzguen, otros se atan la corbata) pero tras dar las uvas ya no estaba. “¿Y mi collar, dónde está mi collar?”, preguntaba mirando al suelo y haciendo muecas y aspavientos al equipo ante el desconcierto del cocinero. Tras volver de publicidad, Pedroche siguió sin nada en la cabeza pero mucho más relajada, lo que hace pensar que el collar, que su dinerillo le costó, apareció.

Ana Mena, Ramon García y Jenni Hermoso, en TVE. N.G.

TVE, ¿y la vaquilla?

TVE comenzó las Campanadas metiendo a Ramón García en una escena pregrabada de su culebrón de tarde que a alguien le pareció una idea espectacular, aunque en las casas se tradujo por un “pon a la Pedroche, que Ramontxu aún no ha empezado”. Después, apareció él con una americana rosa fosforito sin que ningún rótulo aclarara, a pie de pantalla, si algún erizo o pantera había sufrido daños por su confección.

El de Bilbao estuvo acompañado de una genial Ana Mena, que bordó su papel como si presentara Campanadas todos los días, y después se les añadió una nerviosísima Jenni Hermoso, que permitió a Ramontxu hacer el chiste de tener unas Campanadas “muy amenas y hermosas”. Además, prometió a los más pequeños para que no se fueran a buscar teta donde Pedroche que saldría “un ratito” la vaquilla del Grand Prix, pero por allí no apareció. O igual sí, pero la chaqueta radiactiva de Ramontxu no nos dejó verla. Todavía me arden los ojos.

Al brindar, sufrieron la molesta traca petardera (cada vez con más ruido) de Madrid con la que parece que intentan echarles de allí. Los campaneros de interior también sufrieron el fuego amigo de Ayuso y salieron huyendo a publicidad.

Dani Mateo y Cristina Pardo, en laSexta. N.G.

La sexta, sin disfraz, pierde gracia

No, este año tampoco hubo chiste con “más periodismo” en la sexta campanada. Por no haber no hubo ni disfraz de Dani Mateo, a quien le tocó ir vestido de señor serio junto a Cristina Pardo, con vestido rojo en memoria de otros tiempos en la cadena verde. Sin disfraz, Superman se convirtió en Clark Kent y se convirtieron en unos presentadores convencionales, como los de tantas cadenas. Este año no afloró la química, ni hubo frases tan ingeniosas, punzantes y divertidas como nos tenían acostumbrados. Una pena.

A falta de collar que tirar a la muchedumbre, los de La Sexta optaron por lanzar un racimo gigante de uvas de plástico, mientras la vecina del tercero soltaba su perorata ecologista. Compromiso Atresmedia. Para que se note el tono político de la cadena verde, hubo chistes (sin gracia) sobre fruta, pero también sobre calvos, pollas y lacasitos.

Marta Flich y Jesús Calleja, en Tele 5. N.G.

Tele 5, entre pico y morreo

Tele 5 se largó a Sevilla para dar las Campanadas patrocinadas, pero esta vez dejó a su hermanastra Cuatro castigada sin uvas para arrejuntar toda la audiencia en la cadena principal, a ver si así evitaban caer a tercera división en la liga mensual de audiencias. 

El problema de las Campanadas viajeras es que apenas las ven los que viven en esa ciudad y, visto cómo estaba la calle de Sevilla, todo lleva a pensar que no se quedó nadie en casa para poner Tele 5, así que mala señal.

Allí estuvieron la gran hermana Marta Flich y el viajero Jesús Calleja, en representación del canal que se quedó sin uvas aunque hasta Sobera las dio paso en su First dates grabado. Hubo bajada de escaleras, mucha publicidad y hasta una actuación de Nacho Cano cantando, otra vez en unas Campanadas, el tema Un año más, que sonaba mejor con Mecano.

Tras el caso Rubiales, en La 1 hicieron con Jenni Hermoso un alegato feminista por la igualdad y brindaron sin besos ni abrazos (solo un toque de brazo) manteniendo una estricta distancia de seguridad que recordó a los tiempos del covid, pero en Tele 5 el brindis se arrejuntó. Allí hubo abrazo y lo que pareció un amago accidental de piquito de Calleja, que acabó en la barbilla de Flich, y que se repitió en la despedida cuando, por otra casualidad –habrá quien pida el VAR– se encontraron las bocas de él y ella camino a la mejilla. “¿¡A última hora nos hemos morreado!?”, exclamaba Flich a Calleja, tras un gesto que parecía borrar de un plumazo todo lo que habíamos aprendido este año.

Las Campanadas en ETB. N.G.

ETB, padre no hay más que uno

Un grave y desagradable problema de sonido, que supuestamente venía del micro de uno de sus tres presentadores, arruinó la retransmisión campanera, al tiempo que nos desquició los nervios. Aunque esperábamos que algún técnico de sonido entrara en escena para arreglarlo o entregar un micro de mano a África Baeta, Ane Ibarzabal o Egoitz Txurruka, nadie hizo nada y dejaron el ruido.

El trío de presentadores, ajeno al fallo que nos reventaba los tímpanos en casa, se esforzaba en justificar que estaban en directo, pero ninguna falta hacía: el desagradable fallo de sonido daba fe de ello. ¿Ningún jefazo vio las Campanadas en ETB2 para llamar y que les dieran otro micro?

El segundo susto vino cuando Ane Ibarzabal dio la noticia de que estaba embarazada y Txurru se vino arriba: “¡No me lo puedo creer, pero si voy a ser aita!”, decía mientras imaginábamos a la pareja de Ibarzabal atragantándose en casa con las uvas aún en el plato. Tras dejarnos a todos descolocados, rectificó y aseguró que solo será “el tío Txurru”.

Al final, como en los últimos años, el trío de presentadores se juntó con sus clones de ETB1, Nerea Reparaz, Miren Nogales y Julen Telleria, que replicaron (ellos sin problemas de sonido) el mismo guion sobre lo guapos que estaban, el paso del Tour por Euskadi y el récord de EITB Maratoia. Lo mejor fue, un año más, la actuación musical desde la azotea, este año con Zetak. Otro ejemplo de que no está todo inventado en las Campanadas y se puede innovar.