La serie fue, a decir de muchos, de menos a más, y se convirtió a lo largo de ocho años en todo un fenómeno social. Juego de Tronos tiene récords por todos los ladosJuego de Tronos por los que se la mire. Es imposible hacer un listado de los actores que han pasado por ella, porque la muerte estaba a la orden del día, pero los protagonistas que sobrevivieron a los guiones empezaron siendo unos desconocidos y terminaron como famosos muy bien remunerados.

Resumirla tampoco es fácil. Basada en la saga de libros Canción de hielo y fuego, escritos por George R. R. Martin, se trata de una fantasía medieval en la que un grupo de personajes caracterizados fundamentalmente por la ambición luchan por sentarse en el Trono de Hierro para dominar y ejercer el poder en los Siete Reinos que componen Poniente.

Cuando se estaba armando el montaje de la serie se llamó a muchos actores famosos, pero la mayoría dijo que no. Era un proyecto ambicioso, pero no tenía la garantía que muchos de ellos exigían. Algunos reconocieron más tarde haberse arrepentido de su falta de fe. Sin embargo, los espectadores quedaron prendados de los intérpretes que durante ocho temporadas dieron vida a los protagonistas de esta historia de poder, sexo, violencia y fantasía.

Y para hablar de los personajes hay hablar de las casas que aspiraban a sentarse en el Trono de Hierro. Las principales, con las que nos hemos quedado la mayoría de espectadores, fueron la casa Stark, los Lannister y la casa Targaryen, pero hubo más, muchas más.

Actores y lugares

Emilia Clarke (Daenerys Targaryen), Kit Harington (Jon Nieve), Sophie Turner (Sansa Stark), Maisie Williams (Arya Stark), Lena Headey (Cersei Lannister), Peter Dinklage (Tyrion Lannister) y Nicolaj Coste-Waldau (Jamie Lannister), entre otros muchos, se convirtieron en seres imprescindibles para millones de espectadores.

Hubo muchas dudas sobre su repercusión. En España se presentó en el Festival de Cine y Televisión de Valencia, y esa primera temporada, que exhibió Canal+ en 2011, causó sensación entre los medios y los críticos presentes. George R. R. Martin no era escritor de masas, pero tenía mucho adepto aferrado a sus libros. El estreno fue un éxito sin precedentes, y a partir de ahí comenzó lo que ya hoy es una leyenda, fraguada por la locura colectiva por seguir esta historia.

Pero si los personajes se convirtieron en famosos, también lo fueron los escenarios de rodaje. En España no hubo ninguna comunidad que no ofreciera su territorio para las grabaciones. Los lugares elegidos han quedado como mecas de peregrinaje para muchos fans de todo el mundo. Los equipos de HBO recorrieron varios puntos del Estado, incluida Euskal Herria, donde hubo bastantes localizaciones. Se recuerda que la antigua ciudad de Itálica, en Sevilla, se convirtió en Pozodragón, y se filmaron muchas escenas en el desierto de Tabernas (Almería), en Almodóvar del Río (Córdoba), Girona, los Reales Alcázares de Sevilla, Granada o Cáceres.

Nuestra tierra tiene su lugar en Juego de Tronos sobre todo en tres puntos concretos: San Juan de Gaztelugatxe, en Bermeo (Bizkaia), la playa Itzurum en Zumaia (Gipuzkoa), y las Bardenas Reales en Navarra, sitios que a posteriori han sido visitados por miles de seguidores de esta ficción.

A nivel internacional, Juego de Tronos buscó escenarios especiales en Irlanda, Marruecos, Croacia, Malta o Islandia, entre otros países. Los fans han convertido en rutas de culto todos los parajes donde la realidad se convirtió por unas semanas en fantasía medieval.

La pandemia ha cercenado el negocio de los tours que varias agencias de viaje tenían montados en torno a estos escenarios. Ahora solo se pueden visitar a nivel local o de forma on line.

HBO mantuvo un secretismo absoluto durante todos los rodajes y el acceso de los medios no fue solo limitado, sino en ocasiones totalmente anulado. Los responsables de la serie manifestaron en varias ocasiones su enfado por el alquiler de lugares cercanos a la filmación a fotógrafos dispuestos a hacerse con la escena que se rodaba, a la vez que justamente por lo contrario se quejaban muchos vecinos de las citadas zonas. Extras y equipos técnicos firmaron un duro contrato de confidencialidad, una especie de inquebrantable ley de silencio.

Las imágenes que saltaban a los medios daban lugar a especulaciones sobre desenlaces o desarrollos de secuencias, algo que molestó sobremanera a la plataforma. Se puede decir que alrededor de la serie se montó una película paralela sobre su producción en la que casi nadie acertó el resultado.

Pero si una temporada fue secreta, esa fue la octava, la última, la del desenlace. El secretismo era tal que los actores de doblaje trabajaban sin guion para que nada pudiera trascender, y nunca tenían a su disposición una secuencia completa. El 19 de mayo de hace dos años llegó el final, que como casi siempre sucede, fue una decepción para muchos espectadores. No fue el broche de oro que muchos esperaban. Incluso algunos actores se mostraron desilusionados y descontentos. Hay quienes piden que se grabe otro capítulo final y que Juego de Tronos termine de otra forma, aunque va a ser que no.

¿Y qué queda de toda aquella historia que comenzó hace una década? Para los actores que participaron hasta el final, una carrera en alza y conseguir personajes que no hubieran soñado sin Juego de Tronos. Los ocasionales tienen la oportunidad de poner la serie en su currículo. Queda también todo el merchandising para los amantes del coleccionismo, que genera un millonario rendimiento económico. Y sobre todo, quedan las ganas en HBO de conseguir un pelotazo similar a este. No será sencillo.