Esta madrugada entra en vigor el horario de verano y con él los relojes se adelantarán una hora: a las 02.00 horas serán las 03.00. Y, de fondo, está la eterna polémica acerca de los beneficios reales de este ajuste, que se produce dos veces al año.

En los últimos años, diversos expertos en la materia han defendido la necesidad de fijar una hora y mantenerla todo el año, ya que los beneficios del cambio horario no están demostrados hoy en día. "Podría tener sentido hasta hace cuarenta o cincuenta años pero no tanto ahora, no hay forma de comprobar si se ahorra o no energía", asegura a Efe Ricardo Irurzun, de Ecologistas en Acción, que sostiene que "no existen estimaciones de forma bien estudiada en los últimos años al respecto".

La Comisión Europea anunció en 2019 su intención de poner fin a los cambios de manera definitiva, de manera que cada país europeo eligiera qué horario prefería para todo el año, y el Parlamento Europeo eligió 2021 como el momento en el que la nueva normativa entraría en vigor. Sin embargo, la crisis sanitaria ha alterado el calendario al generar un retraso importante en el debate. Por lo que parece claro que el de esta madrugada no será el último ajuste.

¿Cuáles son los principales efectos del cambio de hora?

A partir de mañana amanecerá y anochecerá más tarde, por lo que dispondremos de más tiempo de luz solar por las tardes. Este es el principal efecto del cambio horario que, en primavera y verano, suele beneficiar a los negocios de ocio y hostelería. Este año, en cambio, debido a las restricciones impuestas para frenar el covid-19, no tendrá un gran efecto.

Por contra, el cambio al horario de verano suele tener efectos adversos como insomnio, somnolencia, irritabilidad o mareos, sobre todo en niños y ancianos. "Desde la neurociencia, lo que sabemos es que nuestro cerebro sigue una serie de ritmos biológicos, que tienen una periodicidad aproximada de 24 horas. Para eso, el sistema nervioso emite unas señales del entorno y, a partir de estas señales, regula estos ritmos biológicos. Cuando hacemos un cambio de hora, nuestro cerebro tiene que readaptar esas señales al cambio que hemos establecido", explica Diego Redolar, profesor de Estudios de Ciencias de la Salud de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC).

Los efectos del cambio de hora en los biorritmos son similares al jet lag, aunque menos bruscos. "Si vamos a un país con una diferencia horario de seis horas, necesitaríamos seis días para adaptarnos al cambio horario, en un cambio de una hora es suficiente un día para que nuestro cerebro se pueda adaptar", continúa.

¿Cuánto se ahorra con el cambio de hora?

El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) estima que el ahorro energético potencial es de un 5% en el Estado. Este porcentaje supone unos 300 millones de euros. De esta cantidad, 90 millones corresponderían al consumo doméstico (unos 6 euros por hogar) y el resto, a la industria o a la iluminación de edificios de servicios.

¿Será el último cambio de hora?

El cambio de hora de marzo de 2021 no será el último. La Comisión Europea se había fijado el objetivo de poner fin a los cambios en 2019, pero el plan era demasiado ambicioso y el Parlamento Europeo propuso que el último año con cambio de hora fuera en 2021. La voluntad de los eurodiputados era que los países que se quedasen con el horario de verano hicieran el último cambio este marzo, y los que optasen por el de invierno, el próximo octubre. Sin embargo, este plan está sufriendo retrasos.

¿Con qué horario se quedará el Estado?

No está claro. El comité de expertos nombrado por el Gobierno español para decidir si nos quedamos con el horario de invierno o con el de verano no se pone de acuerdo sobre qué es lo mejor. Por ello, el Ejecutivo abrió un periodo de reflexión hasta el 2021 que todo indica que se prolongará bastante más.