La gabardina, también conocida como trench o guardapolvo, es una de esas prendas privilegiadas que nunca pasan de moda y forman parte del denominado fondo de armario. Su estiloso diseño fácilmente reconocible por sus grandes solapas, su doble botonadura y su cinturón, lo han convertido en uno de los abrigos más famosos para protegerse de la lluvia. Cada año muchas marcas se encargan de que no caiga en el olvido, y jugando con diferentes patrones y colores actualizan los diseños más clásicos para que siga siendo esa prenda especial que encaja con todo tipo de looks.

Por si fuera poco, acaba de cumplir 140 años de historia, una fecha perfecta para repasar su origen e historia a través del cine, la literatura y los cómics.

La gabardina, tal y como hoy la conocemos, fue diseñada por Thomas Burberry en 1880 tras la invención del algodón de gabardina impermeable, con el objetivo de reinventar las incómodas y pesadas prendas para la lluvia que había en la época. Predecesora de la clásica trench-coat, recibió el nombre de Tielocken y enseguida se convirtió en la vestimenta elegida por aventureros e investigadores, permitiendo a Burberry establecerse en Londres con un negocio propio, hasta que en 1909 The Burberry se registró como marca para los abrigos de la empresa.

Poco después, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Burberry idearía una gabardina que resistía las inclemencias meteorológicas sin coartar la libertad de movimientos, que rápidamente se popularizó entre los combatientes y que, aún hoy, se considera uno de los inventos más legendarios de la historia de la moda del siglo XX.

Y es que a la conclusión de la contienda, la gabardina se incorporó con éxito a la vida civil y su creador incluso se instauró como proveedor de productos impermeables de la Corona Británica en 1955.

Todo ello sin obviar el peso que el mundo de la moda otorgó a la creación de Burberry, con colecciones de los diseñadores más prestigiosos como la línea Rive Gauche que Yves Saint Laurent inventó en los 60, mostrando que una prenda funcional, considerada antaño un impermeable básico para hombres, podía adaptarse y ser tendencia.

Ya en los años 80 del siglo pasado, primero el diseñador tunecino Azzedine Alaïa y más adelante el francés Jean-Paul Gaultier presentarían unas gabardinas sobredimensionadas que después los japoneses Rei Kawakubo y Yohji Yamamoto convertirían en creaciones minimalistas.

Y llegó el cine

Quizás los mejores intentos para globalizar la gabardina como prenda chic estuvieron en el séptimo arte, allá por los años 40, gracias a las películas de espías y detectives y a figuras como la del actor Humphrey Bogart, que popularizó la prenda en las famosas El halcón maltés (John Huston, 1941) y Tener y no tener (Howard Hawks, 1944).

Tampoco podemos obviar el clásico Casablanca (Michael Curtiz, 1942) con ese inolvidable final en el aeropuerto, con un melancólico Rick (Bogart) protegido de la neblina con una elegante gabardina, intentando sin éxito vencer a la nostalgia, momentos antes de despedir a su amada Ilsa (Ingrid Bergman), que escapa con su marido a Lisboa.

Hay muchas secuencias míticas con gabardinas encuadradas en primeros planos, y no solo de hombres, ya que por aquellos años también tuvieron un protagonismo femenino, por ejemplo con la actriz alemana Marlene Dietrich en cintas como Berlín Occidental (Billy Wilder, 1948), en la que encarnaba a una perspicaz cantante de cabaret.

Años después, Audrey Hepburn volvió a poner en primer foco a la gabardina en Desayuno con diamantes (Blake Edwards, 1961), con secuencias tan reveladoras como aquella en la que una engabardinada Holly (Hepburn) busca desesperada a su gato bajo una constante lluvia.

Entre estas divas cinematográficas también se encuentra la francesa Catherine Deneuve, quien lució gabardina en Los paraguas de Cherburgo (Jacques Demy, 1964) y en Belle de Jour (Luis Buñuel, 1967).

Más adelante, Meryl Streep también vistió gabardina en Kramer contra Kramer (Robert Benton, 1979), lo mismo que el británico Michael Caine para ponerse en la piel del agente secreto Harry Palmer en las cinco películas que tuvo esta saga.

Libros y cómics

Los espías que visten con gabardina son una de las ideas más repetidas en el mundo de la literatura, con maestros del género como el recientemente fallecido John Le Carré y sus novelas protagonizadas por el agente George Smiley, un tipo taciturno e inteligente que se ve obligado a abandonar el Servicio Secreto.

Hay héroes inesperados muy presentes también en el mundo del cómic, con una tradición a sus espaldas de tipos aficionados a las gabardinas muy potente, que quizás comienza con las viñetas de Dick Tracy (1931), en las que un inspector de policía lucha contras las organizaciones criminales. Unas viñetas que en los 90 Warren Beatty llevó al cine.

Y dentro de la factoría de DC Comics se encuentra Sandman, donde el lector tiene la oportunidad de seguir las andanzas de siete personajes, entre los que cabe destacar al detective Wesley Dodds, siempre arropado con su gabardina que adorna con una capa.

Más aterrador resulta Hellboy, la criatura medio demoníaca creada por el dibujante Mike Mignola, que se sirve de una fina gabardina para ocultar su inconmensurable cuerpo monstruoso.

Y con un toque de humor y mucha ironía aparece Deadpool, que fue llevado al cine por primera vez en el año 2016 y que presenta a un antihéroe, aparecido por primera vez en 1991, que en determinadas ocasiones decide cubrir su característico traje entallado rojo con una clásica gabardina beige.

Aunque para gabardina inolvidable, la que vestía un apocado Clark Kent, conjuntada con unas enormes gafas de pasta, con las que el joven iniciaba una carrera periodística en el Daily Planet, muy cerca de su amada Lois Lane. Bajo su gabardina, que solía quitarse en una cabina telefónica o a la carrera, se escondían la mítica capa roja y las mallas azules de Superman.