En Secundaria los adolescentes realizan un uso completamente inconsciente y muchas veces errático de las redes sociales, sobre todo de WhatsApp. Es muy habitual encontrar adolescentes con más de 20 grupos de WhatsApp (hasta 34), otros tantos grupos en Instagram, y la mayoría tienen varias cuentas de Instagram. El uso que hacen de los grupos los vuelve inservibles y los convierte en centros de acoso, distracción y desenfoque.

Detectamos con sorpresa un desconocimiento generalizado del uso de la tecnología. Aunque tanto los adolescentes como sus familias tienen la sensación de que los adolescentes "controlan mucho", la realidad es que la utilizan de una forma muy básica y no saben desenvolverse en un nivel de uso medio. Por poner un ejemplo, usan las redes sociales para mandar mensajes y crear publicaciones, pero no tienen ni idea de cómo protegerlas correctamente, de todas las opciones que les ofrecen ni de cómo sacarles provecho.

Los adolescentes desconocen que la ley también se aplica en internet, que muchas de las acciones que realizan a diario son delitos, así como las consecuencias legales de cometer esos delitos. Usan las redes sociales de una forma muy inconsciente y en muchos casos arriesgada.

* Por ejemplo, el envío de pornografía está asumido y normalizado. Es muy habitual que haya imágenes y vídeos de adultos o menores desnudos o en actos sexuales circulando de forma continua por los grupos de WhatsApp de las clases. Al explicar que mandar imágenes sexuales de otras personas o publicarlas en redes es delito, en todas las aulas los adolescentes se quedan blancos y comienzan a mirarse entre sí.

* Al terminar de dar las formaciones, hay adolescentes que bajan a dirección a denunciar que son víctimas de sextorsión.

* Además, en las formaciones muchos adolescentes nos cuentan que han sufrido robos de cuentas, estafas, suplantaciones de identidad, ataques digitales, acoso digital, difusión de información privada e imágenes sin permiso y amenazas. Tenemos la sensación de que muchos de ellos sufren abundantes delitos en silencio.

* La desinformación es un problema grande. Muchos adolescentes pasan prácticamente todo su tiempo libre en TikTok e Instagram escuchando consejos de desconocidos que ponen en práctica en todos los aspectos de su vida. Muchos de esos consejos están incompletos, han sido sacados de contexto, están mal entendidos y mal explicados, no tienen ninguna base o directamente son afirmaciones falsas. Ni siquiera se plantean que lo que están escuchando puede no ser cierto, y no se paran a comprobar si esa persona que da consejos está capacitada o tiene algún tipo de formación. Dan por buena la información encontrada en redes sociales y ni se plantean contrastarla, ni saben cómo hacerlo.

* Hay un aumento importante de actitudes tóxicas en la comunicación digital, como la normalización de comentarios tóxicos y ataques digitales, el control en la pareja adolescente y el ghosting.

* No son conscientes del impacto que puede tener en su futuro lo que publican en redes e Internet. La reputación en el mundo digital afecta mucho a su manera de ver la vida, a su autoestima y a la forma de construir sus identidades, todo bajo el prisma, las miradas y reglas de otras personas.

* En muchos adolescentes comienza a crearse la necesidad de mostrar todo en redes sociales para conseguir validación externa en forma de comentarios positivos y a veces en forma de negativos, según cuál sea su objetivo. Esa necesidad lleva a algunos a publicar cosas sin ningún tipo de filtro para conseguir más seguidores: todo tipo de retos incluidos bailes sexualizados, bromas pesadas, actividades peligrosas, nudes o seminudes (material erótico o semi-erótico para que las redes no lo censuren)€ olvidando que lo que se sube a internet se puede quedar para siempre y puede ser usado por numerosas personas y de muchas formas, siempre con impacto negativo para ellos.

* Nos preocupa que una gran cantidad de adolescentes nos confiesen que realizan apuestas online. Aunque en teoría solo los mayores de 18 años pueden hacerlas, en muchos centros educativos hay adolescentes que las realizan de forma habitual. Tienen la sensación de que las apuestas son una forma de independencia económica, y esa creencia es falsa. También hay adolescentes invirtiendo en criptomonedas sin ningún tipo de conocimiento financiero ni supervisión y sin ser mayores de edad, lo que conlleva pérdidas aseguradas. Tanto las apuestas online como la inversión en criptomonedas vienen de la falsa idea de que se puede conseguir dinero de forma rápida, idea fomentada por youtubers e influencers sin escrúpulos que solamente buscan lucrarse con más visualizaciones de vídeos y más alumnos en los cursos que crean para "aprender a invertir y ganar mucho dinero".