“Todo empezó como un proyecto personal. Conocí la ola de cervezas artesanas que venía de Estados Unidos e Inglaterra y me enamoré del producto. En 2013 empecé sin fábrica propia, y en 2017 abrimos la nuestra. Llevaba desde 1982 sin haber una fábrica de cerveza en Donostia. Al principio fue muy difícil, el sector es competitivo y luchas contra marcas gigantes. Pero con esfuerzo y ganas se puede. Tras el boom de hace unos años, hoy en día hay más equilibrio en el mercado cervecero y Gross ha logrado posicionarse”.