“No nací en un baserri, aunque mis abuelos vivían en uno en Amasa-Villabona. Siempre me atrajo ese mundo. Durante 15 años trabajé en la industria y lo compaginaba con la labor del caserío, hasta que en 2016 decidí dedicarme plenamente. A mí no me asusta el trabajo duro, lo más difícil es la burocracia: a veces no tengo ni tiempo para las ovejas”.
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