Aizpurua, por su parte, subrayó cómo han cambiado las necesidades y prioridades, y cómo es preciso darles respuesta: “Mi abuelo trabajaba 365 días al año, y para él aquello no suponía un esfuerzo. Hoy en día valoramos mucho más la vida personal. En nuestro caso, veíamos cómo cíclicamente muchos conductores se marchaban a trabajar en las líneas regulares y no era porque les gustara más el trabajo, era una cuestión de horarios. Analizamos cómo podíamos mejorar y vimos que la respuesta estaba en facilitar la conciliación”.
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