El verano ya está a la vuelta de la esquina y, aunque mucha gente ya está planificando las vacaciones en la playa, la montaña sigue siendo un buen plan para los meses estivales. Y una ruta pirenaica no implica dejar el bañador en casa, porque la falta de mar se puede compensar con una buena cascada en la que refrescarse cuando suben las temperaturas.

Y si es tan espectacular como la cascada de Orós Bajo (valle de Tena), en la provincia de Huesca, el disfrute (y los likes en Instagram) está más que garantizado. Este precioso salto de agua está situado entre Sabiñánigo y Biescas y se puede llegar por la carretera A-136 (dirección Biescas), tomando el desvío hacia Oliván y Orós Bajo, un pueblecito con apenas 20 habitantes que tiene una pintoresca iglesia medieval y que esconde un tesoro natural.

Un recorrido muy fácil

Dejando el coche en el pueblo que da nombre a la cascada, a partir de ahí comienza una ruta asequible, apta para niños e incluso para ir con mochila portabebés. Son 1,7 kilómetros en un recorrido lineal circular. Durante el camino, por el margen izquierdo del barranco d'os Lucás, un serpenteante sendero lleva a una presa, con varias piscinas naturales aptas para darse un chapuzón, y se llega a la cascada en unos 20 minutos (aparece de repente tras una curva), aunque según el caudal del río pueda tocar cruzarlo en varias ocasiones.

Lo que se ve al llegar merece mucho la pena y es fruto de la acción del agua, que ha esculpido durante siglos una auténtica escultura natural, con el agua de color turquesa apareciendo entre las altísimas paredes del barranco d'os Lucás, dentro de un auténtico cañón. Son dos saltos de agua de 16 y 30 metros que, cuando llevan buen caudal, producen un estruendo digno de ser escuchado. Y abajo terminan en una badina que recoge las aguas.

Origen en el Cenozoico

Las paredes están totalmente estratificadas en capas superpuestas, que alternan areniscas, arcillas y margas que invitan al barranquismo, muy practicado en este lugar. La imagen revela la labor cinceladora del agua durante unos 66 millones de años, con lo que hay que remontarse al Cenozoico, cuando estos estratos fueron plegados intensamente en la Orogenia Alpina: África, el subcontinente indio y la pequeña placa de Cimmeria chocaron contra Eurasia, formando así las principales cadenas montañosas del sur de Europa, entre ellas los Pirineos.

Una cascada que en invierno puede verse helada, llena de carámbanos, pero que en verano es perfecta para darse un baño, cuando el agua llega más templada con el aumento de las temperaturas.