La Comisión Europea ha presentado la ley europea de Libertad de los Medios de Comunicación, que se define como un nuevo conjunto de normas para proteger el pluralismo y la independencia de los medios en la UE. El Reglamento propuesto contempla salvaguardias contra las injerencias políticas en las decisiones editoriales y contra la vigilancia. Además, se centra en la independencia y la financiación estable de los medios de comunicación de servicio público, así como en la transparencia de la propiedad de los medios de comunicación y de la asignación de publicidad estatal. También establece medidas para proteger la independencia de los editores y revelar los conflictos de intereses. Por último, la Ley aborda la concentración de los medios de comunicación y creará un nuevo Consejo Europeo de Servicios de Medios de Comunicación independiente, formado por autoridades nacionales en materia de medios de comunicación.

Injerencias políticas

La intención de la nueva ley es velar por que los medios de comunicación, tanto públicos como privados, puedan funcionar más fácilmente por encima de las fronteras en el mercado interior de la UE, sin presiones indebidas y teniendo en cuenta la transformación digital del espacio mediático. Exigirá a los Estados miembros que respeten la libertad editorial real de los prestadores de servicios de comunicación y mejoren la protección de las fuentes periodísticas. Además, los prestadores de servicios de comunicación tendrán que revelar públicamente los titulares de su propiedad y adoptar medidas para garantizar la independencia de las decisiones editoriales concretas. Contempla sólidas salvaguardias contra el uso de programas espía contra los medios de comunicación, los periodistas y sus familias e introducirá un derecho de personalización de la oferta de medios de comunicación en dispositivos e interfaces, tales como los televisores conectados a la Red, lo que permitirá a los usuarios cambiar los parámetros por defecto para reflejar sus propias preferencias.

Órgano de vigilancia

El aspecto más polémico de la ley, entre los editores europeos de medios, es la creación de un nuevo Consejo Europeo de Servicios de Medios de Comunicación independiente formado por autoridades nacionales de medios de comunicación. El Comité promoverá la aplicación eficaz y coherente de la normativa de la UE en materia de medios de comunicación, concretamente asistiendo a la Comisión en la preparación de directrices sobre cuestiones de regulación de éstos. También podrá emitir dictámenes sobre las medidas y decisiones nacionales que afecten a los mercados de los medios de comunicación y a las concentraciones del mercado. Asimismo, coordinará las medidas reglamentarias nacionales relativas a los medios de comunicación de países terceros que presenten un riesgo para la seguridad pública, a fin de velar por que esos medios no eludan las normas aplicables en la UE.

Defendernos del defensor

A la propuesta de la Comisión Europea le queda aún un proceloso recorrido. Tiene que ser visto y aprobado por el Parlamento Europeo y por el Consejo y sus jefes de Gobierno. En el reglamento presentado todo son buenas intenciones ante los evidentes ataques a la libertad de prensa que estamos sufriendo en la Unión Europea en la última década. Agresiones externas de desinformación desde potencias adversarias de la UE y, lo que es más grave, continuas amenazas de gobiernos de Estados miembros que se saltan a la torera los derechos fundamentales y con ello los Tratados de la Unión. Hungría y Polonia son solo la punta del iceberg de estos fenómenos involucionistas en libertad. El problema es que la solución no reside en legislar lo que ya está legislado, ni en crear un organismo que defienda a los medios y se convierta en un super poderoso supervisor de la actividad de los medios. La legislación de la UE y de sus distintos miembros deber ser suficiente, tanto como la libre elección por parte de la audiencia de los contenidos con los que quiere informarse. El riesgo del dirigismo de Bruselas no es otro que convertirse en un censor, más que en un libertador.