Toda gran potencia ha ejercido una tutela sobre sus colonias y/o países de su entorno y los ha considerado como parte de su área de influencia. Estos países, el primero y los segundos, han conformado un grupo a nivel económico, político y/o militar. A lo largo de la historia, tenemos por ejemplo: Inglaterra y sus colonias, posteriormente llamada la Commonwealth, la antigua Unión Soviética con Rusia y los países del Este hasta su desintegración en 1990 o la que ejerce Estados Unidos con sus bases militares repartidas en países por todo el mundo sirviendo como centros logísticos, de comunicaciones y fuerza. 

Pero estas áreas de influencia son también en algunos casos áreas de seguridad. Tras la segunda guerra mundial se crea la OTAN en 1949 con 12 países europeos y EE.UU. para contrarrestar la amenaza, la expansión del poder y la ideología comunista de la Unión Soviética. En 1952 se incorporan Grecia y Turquía. Alemania Occidental en 1955, España en 1982. Tras la unificación de Alemania en 1990 hubo negociaciones entre la OTAN y la Unión Soviética para la no ampliación de la OTAN hacia el Este. Sin embargo, en 1999 se unen Polonia, Hungría y la República Checa. Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia en 2004. Albania y Croacia en 2009, Montenegro en 2017. Por último, en 2023 y 2024 entran Finlandia y Suecia.

Estas incorporaciones a la OTAN no pocos las argumentan en el miedo a una posible invasión por parte de Rusia con el objetivo de restablecer el antiguo imperio ruso y es muy posible, ya que de sobra son conocidas las ansias de expansión de Putin. Pero si lo vemos desde el punto ruso, lo que se visualiza es una amenaza tanto a su área de influencia como de seguridad. La OTAN coloca misiles y bases militares en la frontera rusa. Y una gran potencia no puede tener a otras grandes potencias involucradas justo a las puertas de su casa. ¿Entenderían los americanos que Rusia pusiera misiles en México que apunten a EE.UU.?

EE.UU. no debería estar en Ucrania. Ni debería estar armando a Taiwán que es esfera de seguridad para China. Y China y Rusia deberían mantenerse alejadas del Caribe, México y Centroamérica. 

A finales de 2013 estalló un conflicto en Ucrania. El presidente Yanukóvich suspendió el proceso de asociación con la Unión Europea y desencadenó un movimiento popular denominado “revolución de la dignidad” (Euromaidán). Para algunos analistas este movimiento fue un golpe de estado promovido por los servicios secretos inglés, americano y por los grupos fascistas ucranianos que en su día apoyaron a Hitler. 

El 27 de febrero de 2014 Rusia invade Crimea y organizó un referéndum de independencia. En septiembre de 2014 se firma el primer acuerdo de Minsk. El objetivo era que las zonas controladas por los separatistas (Luhansk y Donetsk) pudieran reincorporarse al Estado ucraniano en el contexto de una organización descentralizada. Tanto este primer acuerdo como el segundo fracasaron por el incumplimiento del mismo por ambas partes.

Putin, en diciembre del 2021, hizo una propuesta de iniciativas para evitar la guerra de Ucrania. Solicitaba una garantía de seguridad, es decir, una promesa de que Ucrania no se uniría a la OTAN y una reducción de las tropas. La OTAN rechazó esta propuesta.

EE.UU. ha provocado una guerra al forzar a Ucrania a integrarse en el círculo occidental mediante la expansión de la OTAN. En la primavera de 2022 cuando Zelenski estaba a punto de firmar un acuerdo de paz con Rusia basado en la neutralidad, Biden (EE.UU.) y Boris Johnson (Inglaterra) le empujaron a seguir con la guerra. Pero los rusos siguen avanzando hacia el oeste. Ucrania está perdiendo y EE.UU. sabe que Ucrania tiene perdida esta guerra. Pero ha cumplido el objetivo: incomodar a Rusia y desestabilizar los vínculos económicos entre Europa y Rusia que debilitan a ambas.

La OTAN ha iniciado una guerra por poderes contra Rusia. Rusia no está luchando realmente contra Ucrania, sino contra la OTAN. Es la OTAN la que está suministrando a Ucrania los misiles para atacar las refinerías rusas, para intentar impedir que refine y exporte más petróleo a Europa. Sin el gas y el petróleo ruso, las empresas en Alemania ya no son competitivas. Su economía está estancada y en retroceso. Según el periodista de investigación Seor Hersh, Estados Unidos voló el gasoducto Nordstream.

Estados Unidos ha decidido traspasar a Europa la guerra en Ucrania antes de que todo se desmorone.

Y justo ahora que EE.UU. se quiere ir, han surgido incursiones de drones y aviones rusos por distintos países europeos creando una escalada bélica en un clima de amenaza de Rusia hacia Europa. En particular, tres aviones rusos supuestamente violaron el espacio aéreo de Estonia. El coronel Jacques Baud de la inteligencia militar suiza mantiene junto con otros analistas que es probable que no fuera una violación deliberada. En el golfo de Finlandia ha existido una zona internacional de paso de barcos y aviones rusos que conecta San Petersburgo con Caliningrado. El 15 de abril de 2025 Estonia aprobó una ley en el parlamento, ampliando unilateralmente su zona de aguas territoriales de exclusión que incluía esas aguas internacionales. Es más, los estonios nunca han proporcionado imágenes de radar de la trayectoria de los aviones, sino una línea dibujada en un mapa. 

La presencia de drones en Polonia parece ser una operación de falsa bandera por parte de Ucrania. Ningún dron estaba equipado con una ojiva. Serían drones señuelo que Rusia envía por delante de los drones con carga explosiva. Sirven para vaciar las baterías antiaéreas ucranianas. Si no son destruidos, y una vez se quedan sin batería, aterrizan en territorio ucraniano y son utilizados por éstos.

Aunque estas explicaciones no fueran ciertas, cabe preguntarse ¿qué gana en estos momentos Rusia con generar otros conflictos y enfrentarse tan claramente con Europa cuando bastante tiene con la guerra en Ucrania que, aunque lentamente, está ganando? ¿No será que la OTAN quiere aliviar a las fuerzas de defensa ucranianas para que puedan continuar la guerra? Si Europa, a través de la OTAN, traslada tropas y armamento a lo largo de la frontera con Rusia obligaría a ésta a hacer lo mismo reduciendo su presencia en Ucrania.

Trump quiere mantener el control el mundo, pero los números no le dan. El gobierno de EE.UU. debe 37 billones de dólares, el 120% del PIB. Los intereses de esa deuda rondan el billón de dólares. Esta deuda, generada por una bajada continua de impuestos a los ricos, ha creado un sistema económico con una gran desigualdad. El 1 % de los estadounidenses posee la mitad de la riqueza del país.

Para cuadrar este agujero económico interno está implementando 2 medidas: Por un lado, establecer aranceles. Por otro lado, que Europa destine un 5% del PIB a gasto militar, siendo EE.UU. el suministrador de ese gasto militar. Recordemos que EE.UU. destina 890 mil millones de dólares a gasto militar, 3,6 veces más que el segundo país, China. 

A EE.UU. la guerra en Ucrania ya no le renta, se la traslada a Europa para que la pague y además crea la necesidad en Europa de defenderse de una supuesta amenaza rusa como lo demuestran las incursiones de drones y aviones anteriormente comentados. Ampliamos el ámbito de la guerra, damos salida al incremento en el gasto militar del 5% del PIB y debilitamos a Europa y Rusia que se arruinan con la guerra.

Pero en la actualidad, los conflictos armados ya no se libran solo en los campos de batalla. La llamada guerra híbrida combina tácticas militares tradicionales con métodos no convencionales como son las operaciones militares de baja intensidad (terrorismo, guerrilla, uso de drones o fuerzas especiales sin insignias), ciberataques dirigidos a infraestructuras críticas o a gobiernos, noticias falsas a través de redes sociales, presión económica, injerencia electoral y manipulación de flujos migratorios con el objetivo de desestabilizar al adversario, minar su cohesión social y erosionar la confianza en sus instituciones. Y a esto están jugando todos los países.

En Europa es evidente su declive económico, el retroceso democrático, el entusiasmo bélico y pérdida de relevancia. Los políticos europeos han llevado a sus países al borde mismo de la bancarrota. Francia e Inglaterra deben acometer unos ajustes muy duros sobre su gasto. Tanto el primer ministro inglés, Keir Starmer, como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, están siendo muy cuestionados en sus países. Alemania está gripada.

La cuestión es que Europa debe optar, como decía el Nobel de Economía Paul Samuelson, entre cañones o mantequilla porque no tiene dinero para las 2 cosas. 

Pero, con el nivel de servilismo que se ve en los políticos europeos con Trump y la aceptación de supuestos ataques al territorio europeo por parte de Rusia, el clima prebélico está siendo alimentado. Salvo que la sociedad europea despierte, parece que soplan vientos de guerra.