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¿Genocidio?, por Emilio Olabarria

Según la Convención de 1948 de las Naciones Unidas, el genocidio es un delito que puede cometerse tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz

¿Genocidio?, por Emilio OlabarriaEP / EFE

Lo que está sucediendo en Gaza, sin perjuicio de algunas genialidades como las de Isabel Díaz Ayuso –acusando a etarras de lo ocurrido en la Vuelta Ciclista en Bilbao–, y la guinda de su perrito faldero, portavoz del PP madrileño, atribuyendo lo sucedido en Madrid a “autobuses llegados desde el País Vasco”, supuestamente “llenos de expertos en kale borroka” y, lo que no es menos curioso, de “terroristas yihadistas”, no debe relativizar la brutalidad de un genocidio cuya denuncia no puede vincularse a algo como la Vuelta ciclista, sino que debe apelarse al residuo de conciencia que quede en los países democráticos, en puridad de principios, todos los que constituyen la UE. El comité de expertos de la ONU concluye que lo que Israel está haciendo en Gaza contra los palestinos es un genocidio. “El Estado de Israel es responsable de no haber impedido el genocidio, de cometerlo y de no castigarlo contra los palestinos en la Franja de Gaza”, ha declarado la portavoz de la comisión investigadora de Naciones Unidas, la sudafricana Navi Pillay.

El informe, basado en 16.000 pruebas, servirá como pericial ante la Corte Internacional de Justicia. Se ha publicado con la vocación de que lo que está sucediendo en Gaza se llame genocidio, de determinar quiénes son los culpables y de recordar a todos los Estados que su obligación es prevenir que esto ocurra. Sin embargo, de momento, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha evitado utilizar el término, que debe ser aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas e incluido en una resolución. Se ha excusado diciendo que la semántica no es lo importante, sino denunciar la realidad de lo que está pasando en Palestina.

Algunos esperan el pronunciamiento del Tribunal Penal Internacional para asumir que lo que todos los días vemos en los medios de comunicación es un genocidio. Para los más conspicuos, hace falta una declaración formal y sustentada en la legalidad internacional para denunciar el exterminio de un pueblo entero. Lo que aguardan es que su líder áulico, los cortesanos políticos de Trump no norteamericanos, se sientan avalados por una condena explícita del presidente de Estados Unidos. Pero esa condena no se producirá, ni con Trump ni en su día con Biden: el lobby judío en EEUU, que entre, otras cosas, es propietario de la Fox –cadena amiga de Trump–, puede hacer ganar o perder unas elecciones.

La penetración de Israel en las estructuras económicas del mundo es poderosa. Controlan hasta el Festival de Eurovisión. A Israel lo llaman el “Silicon Wadi” ya que, en términos innovadores y tecnológicos, está por delante de Silicon Valley. En materia de start-ups, ocupa el tercer puesto después de Estados Unidos y China. Las fuerzas armadas del Estado español dependen al menos en tres ámbitos vinculados a la tecnología militar israelí (particularmente en sistemas teledirigidos por láser). Por eso le está costando tanto al Gobierno español aprobar el Real Decreto que garantice el embargo de armas a Israel.

Israel es el país que más porcentaje de su PIB destina a la investigación y desarrollo: exactamente un 4,2% se invierte en I+D. No sorprende, por tanto, que ocupe el primer puesto en la lista. La inversión no se destina solo al entorno científico, sino también al empresarial, mediante programas público-privados aplicados en start-ups. Entre ellos destaca Yozma.

La pujante industria israelí de start-ups constituye un factor determinante en la creación de centros de investigación y desarrollo de éxito, considerando que muchas de las empresas adquiridas se convierten con rapidez en un centro de I+D israelí para la empresa global. Así fue como Apple, Facebook y HP fundaron sus centros de investigación en Israel, por nombrar algunos. El desarrollo realizado en esos centros supera en gran medida las intenciones iniciales del comprador y en muchos casos rebasa la tecnología originalmente adquirida.

No obstante lo anterior, y comparando el genocidio en Gaza con la guerra de Ucrania, Israel sí tendrá dificultades para sostener su esfuerzo bélico –por denominarlo de alguna manera, ya que se centra en el mero exterminio, sin oposición ni defensa alguna–. La estructura económica israelí no es tan resiliente como la de Rusia en su invasión de Ucrania.

A pesar de las sanciones a Rusia y del coste de su esfuerzo bélico, la economía del Kremlin no se ha resentido. En la década 2010-2019, la comercialización de hidrocarburos aportaba unos 170.000 millones de dólares anuales. Solo en 2022 esa cifra se duplicó, alcanzando los 370.000 millones. Estos ingresos resultaron esenciales para que Vladímir Putin siguiera financiando la guerra. Como señala la académica Fiona Hill, exasesora de Donald Trump, “en una época en la que los combustibles fósiles todavía dominan el mundo, las sanciones reducen, pero no evitan, los efectos inflacionarios de la guerra sobre el presupuesto ruso”. Además, la Federación Rusa ha fidelizado a sus clientes de China e India, grandes consumidores de energía.

Volviendo a Gaza: según la Convención de 1948 de las Naciones Unidas, el genocidio es un delito que puede cometerse tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz. El artículo II de la Convención lo describe como un crimen perpetrado con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso. No incluye grupos políticos ni el llamado “genocidio cultural”.

La definición actual de genocidio, establecida en el artículo II de la Convención, recoge lo siguiente:

“Se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal:

  • a) Matanza de miembros del grupo.
  • b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo.
  • c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, incluida la provocación de hambrunas (430 muertos por hambre, de los cuales 145 son niños).
  • d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo.
  • e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”.

El comité de expertos delegado por Naciones Unidas ha proclamado que todos los elementos definitorios del genocidio están siendo practicados por Israel, señalando como responsables directos al presidente Isaac Herzog, al primer ministro Benjamin Netanyahu y al exministro de Defensa Yoav Gallant.

¿Los veremos algún día en el banquillo?

*Jurista