Aquel miércoles 10 de marzo de 1948 hacía frío en Tel Aviv. Desde primeras horas del día se advertía un movimiento de milicianos en el cuartel general de la Haganá (el ejército judío en construcción), un edificio conocido como la Casa Roja, anteriormente sede de los sindicatos clandestinos judíos, y posteriormente centro operativo del llamado proceso de la limpieza étnica palestina.

En la reunión, once hombres sentados en una mesa ovalada, como para una oración, iban a decidir la suerte de millones de palestinos, sometidos a expulsiones forzosas de las aldeas y pueblos levantados por sus antepasados. Los asistentes eran veteranos sionistas y representantes de jóvenes oficiales militares. Ben Gurion lideraba a todos ellos. Fundador del sionismo y arquitecto del Estado de Israel, para los pioneros judíos era un gigante en un cuerpo de baja estatura cuya cabeza de aspecto venerable lucía un abundante pelo blanco. Nació en Plonsk, una perdida aldea polaca. David Ben Gurion que había llegado a tierras palestina en 1906, inspiraba a los reunidos aquel 10 de noviembre. El grupo era una especie de comité de guerra dirigido por el dirigente sionista, pensador y activista. Alejado de toda posibilidad de ejercer la compasión no le temblaba el pulso para ordenar la destrucción de poblados palestinos, familias enteras incluidas.  

Hace ya unos años que el edificio rojo ya no existe, devorado por el desarrollo que arrasó por completo la arquitectura palestina nativa y otros vestigios históricos, dando lugar a una nueva Tel Aviv, más moderna y más extravagante. La Casa Roja fue asimismo vínculo entre el sionismo y el movimiento Kibutz israelí.

El orden del día era muy preciso: diseñar un plan para la limpieza étnica de Palestina y definir las herramientas represivas para concretarlo. Inmediatamente, las órdenes serían transmitidas al detalle, a los encargados de cumplirlas que no eran otros que los oficiales y jefes militares judíos. Las órdenes incluían el asedio y bombardeo de poblaciones, el incendio de viviendas, propiedades y bienes, la demolición y expulsión de sus casas de familias palestinas, y la siembra indiscriminada de minas que impidieran el regreso de personas expulsadas. Naturalmente, el pueblo palestino, de manera legítima, se resistió cuanto pudo dando lugar a choques armados de las milicias locales con los sionistas, lo que proporcionó el pretexto para reforzar le visión ideológica de una Palestina ideológicamente limpia, libre de árabes. Al plan se le denominó Plan Dalet.

Detallado al máximo, el Plan Dalet abordaba la desarabización de Palestina.

La limpieza étnica como crimen ya había sido practicada en el exterminio de población armenia a manos del imperio otomano a principios del siglo XX, para tratar de lograr un Estado homogéneo compuesto por turcos musulmanes. Los sionistas iban también por el mismo camino de la homogeneidad. La búsqueda de un estado exclusivamente judío, mediante la inversión de la demografía, incluía tres momentos: la expulsión sistemática de población palestina, por vías violentas; el ingreso en los territorios de nuevas poblaciones externas, acogidas para formar colonias; y la prohibición del regreso a sus casas de palestinos exiliados, sacados a la fuerza de sus territorios. Vaciar Cisjordania, Gaza, Jerusalén y Galilea, de población palestina y sustituirla por el ingreso de colonos provenientes principalmente de la URSS y el Este de Europa (askenasis) y muchos miles más llegados de Estados Unidos.

Más de 400 poblados y aldeas palestinas fueron literalmente destruidas en muy poco tiempo, siguiendo las órdenes de los reunidos en la Casa Roja. Aquel 10 de noviembre a la tragedia Yaser Arafat le llamó Día de la Nakba. Más de 700.000 palestinos fueron desplazados de sus territorios, sin posibilidad de regresar. Hoy día muchos siguen siendo apátridas.

La partición de la Palestina histórica había sido adoptada un poco antes, el 29 de noviembre de 1947. En mayo de 1948 se puso fin al mandato británico y la Agencia Judía proclamó la creación de un Estado Judío en Palestina, con el apoyo de dos gigantes: Estados Unidos y la Unión Soviética. Los palestinos rechazaron una partición que se daba sin su participación. Tropas árabes entraron en Palestina sin éxito. Pero si los árabes y palestinos en particular rechazaban la partición con buenas razones, Ben Gurion y la elite sionista aceptaron lo que les entregaba la ONU, como un primer paso hacia el Estado étnico que estaban creando. No era conformidad, era una táctica de ir progresivamente ocupando terreno, colonizándolo. El todo o nada de los árabes perdió la batalla. Occidente se puso del lado sionista que aprovechaba la oportunidad.

La limpieza étnica seguía su curso a la par que la colonización de los territorios palestinos.

Un participante en la famosa reunión preguntó a Ben Gurion: “¿Qué entiende usted por acciones violentas?”. Esta fue la respuesta, según el historiador israelí IIan Pappé: “Destruir el transporte público y privado, y paralizar Palestina, cerrar sus tiendas, hundir sus barcos de pesca, impedir que las materias primas lleguen a sus fábricas”.

En otro momento, Ben Gurion vaticinó que la limpieza étnica conllevaría matanzas: “Sin piedad, No habrá compasión”. Así fue el asalto al poblado de Khisas. Los soldados atacaron la aldea el 18 de diciembre de 1947, empezaron a volar casas al azar, en plena noche, mientras sus ocupantes dormían profundamente. Quince aldeanos, entre ellos cinco niños murieron esa noche, en unos hechos que comparados con lo que vendría después era tan sólo una anécdota. Ben Gurion, una vez más, marcó el paso al decir: “Soy partidario del traslado forzoso, no veo nada inmoral en él”.

La reducción a escombros de la franja de Gaza resume muy bien lo que ya en los años cuarenta deseaban hacer los sionistas. Pero en esos años Israel estaba en construcción y no contaba con los medios del siglo XXI. Contar con un ejército profesional competente paso a ser un aspecto vital para entender la fortaleza del Estado de Israel, hoy. La Haganá y sus unidades de inteligencia de espionaje y de choque organizaron sus incursiones preparatorias en territorios palestinos cuando ya la limpieza étnica estaba en marcha. Los métodos de intimidación eran brutales, sin distingo de zonas urbanas y rurales. Haifa fue uno de sus primeros blancos.

Ben Gurion era un visionario. Su idea de invertir la demografía fue la clave de su éxito. En un discurso ante los miembros principales de su partido, el Mapai, afirmó con claridad: “Hay un 40% de no judíos en las áreas asignadas al Estado judío, pero solamente un Estado con al menos un 80% de población judía puede ser viable y estable”. En una de sus cartas a la Agencia Judía recomienda expulsar a todos los judíos antes de que sean una quinta columna.

La limpieza étnica en Palestina tuvo sus grandes ocasiones. La llamada Guerra de los 6 días, en junio de 967, fue una de ellas. Cisjordania, Jerusalén Oriental y Gaza, bajo dominio total de Israel fueron ocupadas y la destrucción de la franja fue terrible. En octubre de 1973 la guerra de Yom Kippur siguió ofreciendo un marco favorable para el propósito sionista.

Las masacres se sucedieron. En la aldea de Kfar Qassim en octubre de 1956 tropas israelíes ametrallaron a cuarenta y nueve aldeanos que regresaban de sus campos. Atacaron a las aldeas de Galilea en 1976, a Sabra y Chatilla en 1982, a Wadi Ara en 2000, al campo de refugiados en Yenin en 2002. A la par los sionistas asesinaron a gente inocente en Betslem La matanza de palestinos de parte de Israel no ha acabado nunca. Los innumerables ataques indiscriminados contra población han sido y son parte del propósito de amedrentar, de inculcar el miedo. El recorrido de los 75 años de ocupación está jalonado de actos criminales con responsabilidad directa en lo sionistas.

Gaza es de preferencia israelí. Siendo como es una cárcel a cielo abierto se presta, a su pesar, a recibir lluvias de bombas cuando al sionismo le interesa bien abrir una guerra, bien abordar conflictos internos israelíes, bien echar gasolina en las hogueras que siguen vivas. Gaza siempre paga los platos rotos. Como que no tiene escapatoria.

Es particularmente desalentador que Israel niegue toda responsabilidad sobre lo que ocurre en Gaza y sobre la limpieza étnica iniciada en 1948. Esto es lo que quiero contar: el genocidio que se está produciendo en Gaza es el resultado esperado de una política de limpieza que dura ya 75 años. Hay un varios hilos conductores que muestran una continuidad. Ben Gurion es un personaje clave.

La lucha de Israel por afianzar una demografía favorable marcará en adelante nuevas batallas. Hay riesgos reales de que Israel active nuevos programas de limpieza. Politólogo especialista en Relaciones Internacionales y Cooperación al Desarrollo