“La mayor felicidad es la desgracia ajena” es un tremendo refrán alemán que encaja con los sentimientos de los adversarios de EAJ/PNV ante los últimos fracasos electorales del partido jeltzale. Sin excepción, aunque con intensidad distinta, todos los partidos de la oposición en el Parlamento Vasco y el partido socio de gobierno se congratulan o benefician de la debacle electoral de quien sigue ostentando casi todo el poder institucional y resulta que se desmigaja pues, en resumidas cuentas, al día de la fecha es la tercera fuerza electoral. La política vasca es cainita –de la española ni hablamos–, pero en el regodeo de los adversarios del PNV hay algo de ajuste de cuentas histórico, de fin de ciclo enviciado.

Qué quieren que les diga, llevo un año insistiendo desde estas mismas páginas en la necesidad de un cambio de rumbo para un partido al que el ejercicio del poder le está generando un deterioro tal que se está convirtiendo en una carcasa vacía de contenido ideológico, político y militante.

El PNV, a pesar de diversos procesos de reflexión interna, no ha acertado en analizar debidamente los cambios sociales que se están produciendo en nuestro país. Permanece absorto en una inercia burocrática y de gestión a veces descuidada y casi siempre distante de la ciudadanía. Dispone de una afiliación cada vez más nutrida de cuadros institucionales y cada vez más huérfana de afiliados dispuestos a comprometerse a cambio de nada que no sea convertir en realidad aquello de “Euskadi es la patria de los vascos”.

Partido y sociedad vasca

El PNV es, otra vez en la historia, fiel reflejo de la sociedad vasca. Una sociedad satisfecha, autocomplaciente y exigente si se trata de defender los intereses más personales y simplemente protestona cuando de intereses generales se trata. Excluyo a quienes dedican sus mejores esfuerzos en ayudar, asistir o ser portavoces de los vulnerables y los desfavorecidos, pero me pregunto si esas organizaciones, personas, instituciones no sirven de coartada autocomplaciente para los demás. Porque en los tiempos que vivimos todo tiene lugar bajo una capa de anestesia y la independencia de pensamiento y de responsabilidad personal están siendo devoradas silenciosamente por el mayor de los egoísmos, en busca de la vida fácil y consumista.

Nuestra sociedad parece flotar en las praderas de un sueño cuando oyes decir a quien no se implica ni un minuto en ayudar a los demás: “En Euskadi somos los primeros en donación de órganos y además en….” –añadan aquí lo que les parezca–. Salvo por el sol que se pone, vivimos en una atemporalidad y esto es tanto para el PNV como para el resto de partidos que están cambiando de actores, pero no de libreto, son pocos los que se involucran en la difícil tarea de cambiar las cosas.

Hace meses que no veo Euskal Telebista, es mi personal protesta por su tratamiento informativo de la guerra entre Hamás e Israel. Rompí mi veto con los debates televisivos de las elecciones al Parlamento Vasco, así como la para mí triste noche electoral tras las elecciones europeas –un sufrimiento– viendo en el faldón de la pantalla televisiva los resultados pueblo a pueblo, agonía lo de Nafarroa y Gipuzkoa, incomprensión lo de Araba, incredulidad lo de Bizkaia. En los debates electorales al Eusko Legebiltzarra eché en falta un tratamiento serio de asuntos como la migración, el absentismo laboral, la obsolescencia administrativa, la revitalización industrial, la planificación demográfica o los deficientes resultados escolares. Esos asuntos afectan a los ciudadanos, pero si los partidos no se empeñan en ponerlos a la vista se mantendrán semiescondidos hasta que a no más tardar exploten delante de nuestras narices. Podemos permanecer al margen, pero en la realidad existen, como existía un problema en el ámbito de Osakidetza que acabó estallando.

El PNV debe dedicar mucha inteligencia en responder adecuadamente a estos tiempos de incertidumbre. Constato que afiliados acomodaticios o pesimistas proponen no meterse en problemas, no serrar la rama del árbol en la que están sentados, a la espera de que la polarización política PSOE-PP o el auge de Bildu se desinflen y que todo vuelva a ser lo que fue. Eso es endeblez, es una respuesta enclenque ante unos hechos objetivamente perjudiciales que se han vuelto potencialmente letales para el partido. Más de 20.000 afiliados, más de 200.000 votantes, más de dos millones de ciudadanos (Nafarroa incluida) no son círculos concéntricos que puedan ser tratados de una manera lineal. Discernir entre afiliación, electorado y ciudadanía exige aceptar que son tres grupos con intereses no necesariamente coincidentes y en ocasiones contrapuestos.

No es posible copar cargos de designación en la administración o dedicarse a colocar o recolocar miembros del partido en empresas públicas sin generar un rechazo en los votantes o desafección en la ciudadanía. Es políticamente suicida llegar al punto en el que la estructura del partido se sustente en los presupuestos públicos o parapúblicos.

Nunca me ha convencido eso de que “los trapos sucios se lavan en casa”, no si de política se trata. La política en una sociedad abierta debe ser igualmente abierta, bien sea la política interna de un partido (con las naturales reservas para no convertirla en un gallinero) como la política institucional. La transparencia no es un eslogan, es una obligación democrática y una necesidad para una política eficiente.

En breve tendremos un nuevo Gobierno Vasco al que deseo todos los éxitos. De ser cierto lo que ha sido publicado en prensa, tendrá dos consejerías más para dar satisfacción a los partidos que gobernarán con un reparto más equitativo en atención a los resultados electorales. No empezamos bien si esa es la razón del aumento de carteras. O lo explican por razón de eficiencia o estaremos de nuevo ante otra operación de acomodo partidario a cuenta del presupuesto público con una percepción social de que los políticos son insaciables y, aún peor, que no aprenden de sus errores.

Soluciones

Una vez constituido el Gobierno, el PNV cree que dispondrá de un tiempo de respiro para encarar su actual desfallecimiento. Creo que no tendré el privilegio de ver tal milagro si ese tiempo de respiro se va en un suspiro, el que transcurra hasta unas elecciones generales anticipadas por la imposibilidad del Gobierno Sánchez de mantenerse en el poder, tal vez en otoño. Entonces, las dos piedras molares que han erosionado al PNV, polarización y auge de Bildu, obrarán con más contundencia y situarán al PNV en una posición de irrelevancia, perdiendo quizás el grupo parlamentario.

¿Soluciones? A montones, pero ahí está parte del problema, resulta espantosamente difícil acertar, las reflexiones acometidas en los últimos años no supieron hacerlo, pero la tarea sería más fácil si va precedida de un debate a fondo y sin miedo al contraste. Porque donde no se dan las condiciones para un debate sincero se hace el silencio, y luego la huida en silencio. Si tu voto no es tomado en consideración votas con los pies y te vas, dejas de votar. Opino que hay que sacar a Sabino Arana del mausoleo y poner en valor, es decir actualizadas, sus dos grandes aportaciones: “Euskadi es la patria de los vascos” y el PNV como instrumento para conseguir hacer realidad ese objetivo. Porque donde está el peligro, crece también el poder salvador.