La vida es una permanente sorpresa. Cosas que resultan prácticamente imposibles terminan ocurriendo y lo descabellado se hace realidad para desconcierto de los escépticos. Según datos del INE –Instituto de Estadística–, en el Estado español hay cerca de 24,5 millones de hombres (varones). De ellos, tan solo 22 llevan el nombre de Acindino (del griego “aquel que está seguro”), que ha llegado hasta nuestros días por onomástica histórica del santo así denominado que fue torturado y ejecutado junto a su compañero Pegasio en el siglo IV de nuestra era por orden del rey persa Sapor II.

Pero si Acindino es un nombre poco común en la geografía estatal, aún lo es más Walerico (apelativo germánico formado por los conceptos Wal –campo de batalla– y Ric –poderoso–) Tal denominación, Walerico, solamente la ostentan seis personajes en todo el Estado.

Pues bien, hete aquí que la posibilidad de que dos individuos con semejante rareza en la denominación estuvieran juntos se hizo realidad. El encuentro entre Walerico y Acindino ocurrió en un lugar de reducidas dimensiones; un automóvil. Un espacio y un encuentro único en el caos cósmico. Una conjunción que acabó en tragedia ya que el vehículo en el que transitaban ambos prototipos singulares sufrió un grave accidente en el que uno de ellos perdió la vida.

La extraordinaria y terrible, al mismo tiempo, conjunción astral (nominal mejor dicho) se produjo el pasado 30 de enero. El trágico suceso pasó inadvertido entre las habituales crónicas de sucesos. Un accidente más en la carretera. Pero, revisando hemerotecas, una crónica en El Norte de Castilla firmada por el periodista Agapito Ojosnegros reveló el extraordinario encuentro y el fatal desenlace.

Walerico –84 años– y Acindino –83 primaveras– viajaban juntos en un vehículo que se salió de la calzada y chocó contra un talud de la carretera en la localidad vallisoletana de Piñiel de Abajo. Como consecuencia del impacto, el automóvil se incendió y del mismo solo pudo ser rescatado con vida Acindino. Walerico, un recio agricultor castellano, muy querido en su localidad de Fombellida, perdió la vida en tan fatídico siniestro. La “extraordinaria conjunción nominal” terminó en drama. Probablemente nunca más se vuelvan a juntar un Acindino y un Walerico. Sus exiguos representantes en la Tierra caminarán, por separado, agotando el calendario y los avatares que se les presenten hacia la extinción de sus respectivos nombres en el registro civil. Un nuevo encuentro entre un Walerico y un Acindino se antoja ya imposible. Pero lo inverosímil está para que, rompiendo toda lógica, ocurra.

Nadie pensaría que un cúmulo de estupideces repetidas sin sonrojo provocara el aplauso y la alabanza del público. Nadie creería que los desvaríos, intencionados o provocados por el desconocimiento, fueran tenidos como argumentos de referencia por quienes, se supone, pretenden representar a la mayoría de la ciudadanía tras unas elecciones. Pero ha ocurrido. No una sino en múltiples ocasiones. Lo cierto es que no me acostumbro a contemplar cómo hay una parte de nuestra sociedad –y que se dice pensante– que es capaz de reír cualquier gracia, por idiota que sea, si es que coincide con su ideología o, incluso con sus más bajas pasiones. Los aplaudidores de hoy me recuerdan a las tricotouses de la Revolución Francesa que, mientras tejían punto, arengaban al verdugo a ser sanguinario en las ejecuciones públicas en la guillotina . Y es que cuando las barbaridades se reciben con sonrisas y con el respaldo de una ovación de un público entregado y sumiso a la falsedad, lo impensable se convierte en una real amenaza de sectarismo.

He escuchado íntegramente la intervención de la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso en la presentación de Javier de Andrés en el foro madrileño del Club Siglo XXI.

Mi primera reacción ante la intervención de Ayuso fue la de incredulidad ¿Qué fuma la presidenta madrileña?, pensé. Pero, inmediatamente, desterré de mi pensamiento la ironía. Las barbaridades que la máxima representante de la Comunidad de Madrid dijo en ese foro no eran improvisadas. Ni suponían un desliz. La rutilante estrella de la derecha española leía con toda consciencia e intención. Sentando cátedra y alimentando el odio con semillas de falsedad y manipulación. A continuación citaré algunas de sus delirantes reflexiones seguidas con fruición por el público del evento. Los disparates se contestan por sí mismos.

Según Ayuso, “gran parte de lo malo que pasa en la política española tiene como origen lo ocurrido en el País Vasco. Décadas expoliando, extorsionando y acabando con la vida de centenares de inocentes. Dinero público de todos los españoles entregado a quienes no se van a conformar nunca, a quienes dicen claramente no a España. A ellos se les han ido entregando competencias impropias de una autonomía de impunidad”.

“Lo que sucede en el País Vasco –continuó la dirigente del Partido Popular– es que no se ha respetado la libertad y los sucesivos gobiernos han maquillado su gestión con el agravio y la demanda permanente, la apelación a supuestos derechos históricos falseando la verdad y promoviendo identidades que garantizan una subvención y el reconocimiento público aunque ni siquiera lo merezcas por méritos propios. Han euscaldunizado a la sociedad vasca borrando todas las huellas de sus raíces como hacen con su herencia occidental sin reparo alguno”.

“Pero lo peor –remató su incalificable argumentación Ayuso– es que ha habido miles de secuestrados, extorsionados, amenazados y asesinados. Ni ellos ni sus descendientes constan ya en el censo electoral, alterado mediante la violencia y el terror. Muchos se fueron. Estudios como el publicado por la Universidad San Pablo CEU (institución con la forma jurídica de entidad dedicada a la educación, fundada por la Asociación Católica de Propagandistas) estima que la persecución ideológica causó la pérdida del 9% de la población en el País Vasco. Esto equivale a la población de San Sebastián. Es por ello por lo que los partidos constitucionalistas no han podido hacer campañas con normalidad, ni disponer de candidatos autóctonos o de apoderados e interventores. El terrorismo ha conseguido sus fines alterando el mapa electoral y ahora están más cerca de la independencia”.

Ayuso continuó su extasiada intervención ante el cómplice semblante de Javier de Andrés, el “único político que cree en la unidad de España, en la transición democrática y en la Unión Europea”. De Andrés, candidato a lehendakari por el PP, no puso ni un pero al derrape mental de la presidenta madrileña. Ni una matización, ni una corrección. Al contrario, se sintió halagado y cómodo ante la soflama encendida de la deslenguada mandataria madrileña. Como el copiloto excéntrico de una extraña pareja a la que le gusta pasarse de frenada y salirse de la pista.

Visto lo visto, no caben dudas a la hora de adivinar por dónde transitará la campaña electoral del político vitoriano. No auguro mucho recorrido a De Andrés y al PP vasco con el catón panfletario de Ayuso. Quizá en la capital del oso y el madroño las ideas surrealistas que destilan odio a lo vasco tengan cierta acogida entre la opinión pública. Aquí no creo que le la ayusización de la política encuentre palmeros como los que se dieron cita en el Club Siglo XXI para jalear a la autora del dislate titulado “me gusta la fruta”. Por suerte, Euskadi sigue siendo distinta.

Aunque haya gente, como la ministra Díaz, que no se haya enterado. La jefa de Sumar ha hecho su aparición en Euskadi arremetiendo contra la gestión del Gobierno Vasco. La ferrolana ha creído que la mejor manera de arengar a los propios –cariacontecidos por su desgarrador divorcio con Podemos– era dirigir sus dardos a sus socios y aliados vascos en Madrid, que son “quienes privatizan los servicios públicos” o los mantienen con “insoportables cifras de precariedad”. En palabras de Ayuso, “la derechona”. Jajaja.

Es curioso cómo Ayuso y Díaz coinciden en costumizar el lenguaje a su ideario político. Cada una de ellas lo usa según su criterio. La madrileña transforma el término “libertad” y la vicepresidenta lo hace con el verbo “privatizar”, convirtiendo ambas formulaciones en armas arrojadizas. Cada una moldea el concepto a su antojo para que la gente lo termine asumiendo con normalidad. Desinformación y bulo de la mano. Eso y creerse en posesión de una superioridad moral respecto a sus rivales políticos. Conjunción de intereses de los extremos. Imprevisibles, pero reales. Miembro del Euzkadi Buru Batzar del PNV