No es nada habitual que quien hasta hace poco (enero 2021, algo mas de dos años y medio) era el todopoderoso presidente de los EEUU se vea sometido en el momento actual a una serie de procesos judiciales por un cúmulo de delitos de lo mas variados, que todavía pueden ampliarse en función de las indagaciones en curso. 

Si bien ya ha habido casos, tanto en otros países como en los propios EEUU, en los que quien ha desempeñado la Jefatura del Estado ha tenido que responder ante los Tribunales de Justicia, en el caso del expresidente D. Trump concurren una serie de factores que le confieren una especial singularidad. En primer lugar, por la propia personalidad del protagonista, difícilmente asimilable a la de cualquier otro jefe de Estado, estadounidense o europeo; y así mismo, por las actividades que dan lugar a las variadas imputaciones delictivas de las que es objeto.

Llama la atención, de entrada, la variedad de hechos delictivos por los que es encausado el expresidente Trump, que van desde actuaciones de carácter netamente privado –fraude en el negocio inmobiliario, falsificación documental para encubrir sobornos a una actriz porno (Storney Daniels)– hasta actuaciones delictivas de carácter netamente político, tales como la conspiración para asaltar el Congreso cuando éste estaba reunido (6 enero 2021) para certificar los resultados de las elecciones presidenciales realizadas dos meses antes; pasando por otras extrañas actuaciones delictivas como la apropiación y retención en su propia residencia de Florida de documentos que afectan a la Seguridad Nacional. 

No suele ser habitual un abanico delictivo tan amplio en los casos que ha habido de enjuiciamiento de personajes políticos equiparables –Chirac y Sarkozy en Francia, Craxi y Berlusconi en Italia, por citar algunos de los más próximos y conocidos entre nosotros– que normalmente se centran en un hecho delictivo, aunque pueda tener ramificaciones en actividades delictivas conexas. 

Llama igualmente la atención la pluralidad de juzgados que tienen abiertos procedimientos judiciales contra el expresidente Trump, lo que es indicativo también de la extensión territorial de su actividad delictiva. No solo se ha abierto un procedimiento judicial a instancias de la fiscalía (Jack Smith) ante el Tribunal Federal de Washington D.C. por los sucesos del 6-1-2021 en la capital federal de los EEUU ; también es objeto de actuaciones judiciales en tribunales de los Estados de New York (casos actriz Storney Daniels y fraudes inmobiliarios), y de Florida (documentos hallados en su residencia de Mar-a-lago en este Estado) ; y así mismo en el Estado de Georgia por los intentos de alterar a su favor los resultados de las últimas elecciones presidenciales (noviembre 2020).

Todo ello reúne las características típicas de un auténtico show americano, an american show, tanto por lo que se refiere a los aspectos jurídicos del caso como asimismo a los políticos. Un show en el sentido más literal del término ya que, de acuerdo con este significado, nos muestra la atípica (por emplear un término suave) personalidad del protagonista de los hechos; y también en el sentido más coloquial y convencional del término ya que los hechos que venimos conociendo relativos a las actividades de Trump constituyen un auténtico espectáculo, no solo judicial sino también, y sobre todo, político. Del primero tenemos conocimiento a través de los medios, que nos vienen suministrando abundante y jugosa información sobre el periplo por los mas variados tribunales del expresidente; y por lo que se refiere al segundo, hay que decir que las incidencias judiciales trumpianas, además de llamativas desde la perspectiva mediática, tienen unas implicaciones políticas de primer orden. 

En este sentido, una primera consideración a hacer es que Donal Trump, además de expresidente de EEUU, aspira también a la Presidencia en las próximas elecciones y que en este momento todas las encuestas le sitúan como el candidato en mejor posición para ganar las primarias en el Partido Republicano. Conviene recordar también que si bien en las últimas elecciones presidenciales (2020) Trump perdió ante Biden por muy escaso margen, sin embargo obtuvo más votos que en las anteriores (2016), lo que muestra que los apoyos al trumpismo como forma de hacer política no han decrecido en el electorado norteamericano tras la experiencia presidencial de Trump. Y hay que tener presente, por último, que los problemas judiciales que está teniendo Trump últimamente no solo no le restan apoyos como candidato presidencial sino que, por el contrario, según todas las encuestas que se vienen haciendo publicas una vez conocidos ya estos problemas judiciales, le refuerzan en sus posiciones.

Esta situación plantea, al margen e independientemente de la cuestión judicial, un problema político de primer orden; en primer lugar para los propios norteamericanos pero también, dada la indudable influencia que EEUU ejerce sobre otros países, para el futuro del Estado democrático y de derecho en general, que inevitablemente se ve afectado, también fuera de EEUU, por el comportamiento de quien ha sido, y aspira a volver a serlo, la máxima autoridad política del país. 

Se trata de un problema que no se había dado hasta ahora, al menos en los términos en los que está planteado en EEUU tras la experiencia presidencial de Trump (2016-20) y, sobre todo, tras el asalto trumpista al Capitolio (6/1/2021), sede del Congreso, para tratar de evitar el traspaso de poderes al nuevo presidente de acuerdo con los resultados de las elecciones, confirmados y avalados por los órganos competentes para ello.  

No puede obviarse el contexto temporal en el que está teniendo lugar el American show que origina estas líneas ya que dentro de pocos meses se abre el periodo electoral presidencial, que a continuación tendrá su expresión más significativa, y también más genuinamente americana, en las primarias a lo largo del primer semestre del próximo año. [Hay que advertir que lo que aquí llamamos impropiamente ‘primarias’ no tiene nada que ver con las genuinas primarias americanas, en las que el electorado selecciona los candidatos]. No cabe duda que los lances judiciales de Trump, y asimismo la proyección mediática que están teniendo, van a tener una incidencia determinante en las próximas primarias y en los procesos electorales en torno a ellas; como asimismo en las expectativas presidenciales de los candidatos que concurran, en especial de los encuadrados en el partido republicano que próximamente ha de afrontar la selección del candidato que finalmente sea nominado. 

Además de los efectos que en lo relativo a las próximas elecciones presidenciales, y en particular a las primarias republicanas, se derivan de un comportamiento tan reñido con la institucionalidad como el protagonizado por quien ha sido el titular de la institución más importante del sistema político de los EEUU, y aspira a volver a serlo próximamente, es preciso hacer referencia a los efectos que inciden en el plano institucional. Sirva como ejemplo ilustrativo al respecto la actitud del hoy candidato presidencial en relación con los tres poderes clásicos del estado: cuestionando y desautorizando las decisiones judiciales y a los tribunales que las emiten cuando no son favorables a sus pretensiones; instigando asaltos tumultuarios al Congreso para impedir que este cumpla con las funciones que tiene asignadas constitucionalmente en relación con el traspaso de poderes; y finalmente desnaturalizando sistemáticamente el papel de la institución presidencial con su comportamiento cuando todavía era presidente y ahora que es expresidente y, además, candidato a ser de nuevo el futuro presidente de EEUU 

De todas formas, el show acaba de empezar. La apertura, en unos casos, y la continuación, en otros, de los procesos judiciales que en varios tribunales y estados tiene abiertos Trump y que han sido noticia periodística en estos días agosteños, va a tener continuación cuando próximamente se abra el periodo en el que tiene lugar el acontecimiento político más relevante en los EEUU, como lo es el de las elecciones presidenciales, precedidas por las primarias. No es posible, a día de hoy y teniendo en cuenta la personalidad imprevisible del principal protagonista del espectáculo al que venimos asistiendo, hacer previsiones razonables sobre como pueden evolucionar los acontecimientos y cual puede ser su final. Lo que parece seguro es que el caso Trump va a marcar el curso del proceso político y de las elecciones presidenciales en los próximos meses, en los que vamos a tener la oportunidad de presenciar en sesión continua el desarrollo de este show.