Entre los problemas que nos acucian en el día a día, un grupo significativo tiene que ver con la necesidad de disponer de más tiempo para el cuidado de las personas cercanas, sean menores o mayores. También de aquellos que por su situación requieren de apoyo directo. Las ayudas económicas dan cierta cobertura a estos problemas pero, cada vez más, las soluciones nos remiten a la necesidad de disponer de más tiempo. La conciliación laboral, las reducciones de jornada por atención infantil y los permisos de maternidad o paternidad van ocupando espacios de normalidad en el quehacer cotidiano. Pero esta demanda creciente y la necesidad de ir construyendo una sociedad más vinculada y sensible a la función de cuidar, deben estar también equipadas de recursos profesionales con buena preparación y motivación para ejercer los oficios del cuidado en sentido amplio. Sabemos que la prevención, el autocuidado y el cuidado externo en los aspectos físicos, psíquicos y emocionales constituyen las palancas de una buena salud y calidad de vida.

El énfasis del bienestar basado en el cuidado ha de ocurrir en las sociedades que, tras un determinado desarrollo económico y tecnológico, entran en el reto demográfico de un rápido envejecimiento poblacional y un bajo índice de natalidad. En consecuencia, la importancia de los cuidados en pequeños, mayores y dependientes recrece sobre todo en los extremos de la pirámide poblacional.

Es inevitable que, en pocas décadas, todos los países del mundo hayan de recorrer este mismo camino y tal vez sea Japón el que antes ha emprendido acciones concretas en el sentido de crear espacios de ciencia y desarrollo universitario vinculado con los cuidados. Existe un precedente en la Universidad de Tsukuba –al norte de Tokio– que dispone de un grado Graduate School of Comprehensive Human Sciences y un programa de doctorado Doctoral Program in Human Care Science. Estos estudios e investigaciones representan ejemplos de la transformación de nuevas líneas formativas de los jóvenes, no solo hacia la tecnología, sino también hacia el cuidado a través de su capacitación en los fundamentos sociales, psicológicos, tecnológicos y económicos de los mismos.

Estos movimientos de preparación profesional para un futuro en el que la economía que más va a crecer es la de la atención a personas en sus diferentes modalidades, nos tienen que hacer reflexionar sobre las nuevas instituciones y recursos formativos cercanos con los que construir ese necesario empleo del futuro. Nuestra preocupación por la atención a los mayores y la mejora sustancial de los espacios físicos, residenciales y sociales en los que viven, son asuntos cotidianos donde se buscan soluciones casi siempre en momentos tardíos, cuando ya no se pueden resolver las cosas más importantes. Anticipar en este tema es innovar socialmente, ganar calidad a futuro y sobre todo ahorrar en lo que ha de ocurrir muy pronto o ya está ocurriendo. Los retos a los que nos enfrentamos reconocidos por todos son:

• Aumento significativo del número y edad de las personas mayores, y en consecuencia de la dependencia y fragilidad.

• Necesidad de aumentar el número, la remuneración y las competencias profesionales, personalizadas y flexibles de los cuidadores.

• Complementar el foco actual de la ciencia médica aplicada hacia la curación y no tanto hacia la prevención y el cuidado.

• Necesidad de integración sociosanitaria y de otros ámbitos comunitarios, para una visión global asistencial de la persona.

• Nuevas oportunidades tecnológicas con nuevos diseños y servicios habitacionales en entornos domésticos y comunitarios, y nuevos sistemas de interacción personalizados.

• Una mayor concepción ética sobre la salud y el cuidado en la sociedad y la comunidad.

La respuesta a estos retos no puede articularse sin unos espacios de cualificación profesional que abarquen los niveles de la formación básica, la formación profesional, de grado y de especialidad además de la investigación y doctorados correspondientes a estas disciplinas. Tenemos una experiencia exitosa en el campo de las universidades de los oficios donde la gastronomía y el Basque Culinary Center constituyen un ejemplo de éxito de lo que es posible en una formación operativa y nutrida por diferentes disciplinas, como las que ofrecen las ciencias gastronómicas y las artes culinarias con un amplio repertorio de cualificaciones y profesiones.

El Human Care School HCS, es un proyecto de futuro que debemos acometer para asentar sus bases en una sociedad que necesita del cuidado como profesión. Ya se empieza a considerar al tecnólogo social como un oficio de alto valor en la incorporación de las tecnologías de la información en los colectivos que, por razón de edad, de historia personal o laboral, están muy lejos de disfrutar de las ventajas relacionales que tales tecnologías habilitan. HCS (Human Care School) es un ejemplo de avance en las necesidades sociales desde la preparación de competencias y de la formación y educación de los jóvenes en las tareas del cuidado, a través de la formación universitaria, la investigación y la recuperación de nuevos oficios en las personas adultas. El impacto que una institución como HCS puede jugar en nuestra sociedad abarca nuevos oficios, reformas e integraciones de los existentes e incorporación del cuidado propio y ajeno en la educación en general. HCS y su impacto social, junto al potencial de los servicios e instituciones médicas vigentes o reformadas, pueden crear ese dúo invencible y armónico de la prevención y la curación como soportes de un estado del bienestar potente y duradero en relación con el bienestar de la población.

Hace ya dos años que también nos referimos a la oportunidad de crear una Loyola Care City para establecer una zona de la ciudad como referencia en la ciudad del cuidado para experimentar viviendas, servicios y entornos especialmente amigables para las personas mayores. Tal oportunidad se esfumó, ante los planes del Ayuntamiento –ya cerrados– para la construcción de viviendas de un nuevo barrio urbano. Esta nueva oportunidad -HCS- que hoy expresamos es un regalo de año nuevo para jóvenes y mayores, de la que dependerá la existencia de otras muchas realidades futuras, que serán peor o mejor resueltas en función de las decisiones de hoy. Una oportunidad que las autoridades de Japón ya han plasmado en una universidad integradora de diferentes disciplinas sociales, deportivas y asistenciales. Las próximas elecciones pueden ser el marco idóneo para que algún partido político apoye esta propuesta como una realidad significativa para la innovación social que todos esperamos en relación con el cuidado de mayores, menores y dependientes, tan necesario en estos tiempos. Dentro de 15 o 20 años reconoceremos el acierto o la ausencia de estas instituciones educativas, que son parte de los soportes imprescindibles de una transformación social hacia el cuidado siempre anunciada pero apenas considerada, con rigor y anticipación.

Cofundador de APTES