afortunadamente y tras años de soñar un nuevo marco de convivencia, vivimos en un contexto político y social donde la fuerza de la razón y la demanda ciudadana nos ha traído un panorama de paz y convivencia que deberemos alimentar todas y todos: ciudadanía, partidos políticos, sindicatos, instituciones... Es por ello que rompen esta dinámica positiva un par de episodios macabros desde la Audiencia Nacional difíciles de entender y mucho menos compartir.
Por un lado, que la fiscalía pida 375 años para los chavales involucrados en la trifulca de Altsasu es tal despropósito que pocas mentes en su sano juicio podrán entender. Y por otro, que recaiga sobre la misma sala de la Audiencia Nacional y la misma jueza (Lamela) el caso de los chavales de Errenteria por los altercados de pasado 11 de marzo en Iruñea tenga la misma interpretación y acusación sobre terrorismo, es significativo.
Las calamidades que se cometen en este país nos siguen sorprendiendo a pesar de estar vacunados hace tiempo respecto a incongruencias, corruptelas y desmanes. Es difícil entender que cuando felizmente la violencia organizada ha desaparecido y con una lentitud pasmosa se están dando pasos para cerrar la puerta por siempre a la sinrazón que nunca debió existir, se abra un nuevo capítulo de sinrazón que nos obliga a pensar que en este país la judicatura todavía no es todo lo democrática que esperamos y deseamos. Es por ello que incluso el “padre” de la macabra doctrina del “todo es ETA” se haya pronunciado sobre la exageración de la petición de la condena, declarándose “estupefacto” hacia tal decisión. Por tanto, cabe pensar que solo las personas que funcionan bajo las claves de la “justicia vengativa” habrán aplaudido y jaleado tal procedimiento.
Hoy que en la agenda política de algunos parlamentos se está trabajando en la ponencia de paz y convivencia, y en muchos sectores críticos y constructivos se habla y se reivindica verdad, justicia y reparación pensando en todas las víctimas; hoy que hay ayuntamientos valientes como el de Errenteria que da un paso al frente y realiza una autocrítica sincera de lo que nunca debió suceder y pide perdón por haber permanecido en silencio o no haber estado a la altura ante los atropellos cometidos; hoy que el país avanza en dar pasos hacia adelante teniendo claro que la memoria es el recuerdo y que siempre deberá estar encendida y presente (una memoria compartida compuesta por diferentes relatos sin que estos construyan un único relato, ni una única verdad), precisamente en este camino difícil pero necesario que con distintos colores políticos todos estamos haciendo, llega la petición de 375 años de cárcel para los chavales de Altsasu, que lamentablemente mañana se reproducirán para los de Errenteria, tratándose de la misma audiencia y la misma jueza que engloba dentro del paraguas del “todo es terrorismo” buscando subvertir el orden constitucional, desestabilizar las instituciones y provocar un estado de terror en la población, un estado de terror actualmente ficticio pero si interesado por ciertos sectores desde sus “espacios de confort” y la macabra intencionalidad de utilización de las víctimas.
Estamos en el mundo al revés. Cualquier hecho en Euskal Herria, sea una gresca de taberna con un policía o cualquier altercado callejero, adquiere un cariz político que no se da en ninguna otra parte del Estado español. ¿Por qué? Nadie imaginábamos que el eslogan creado por Euzkadiko Ezkerra en 1978, año de gran represión policial, “Que se vayan” e interiorizado por una parte importante de la sociedad vasca, que se ha gritado en multitud de manifestaciones, y se ha cantado prácticamente como colofón en cantidad de cenas, hoy sea uno de los fundamentos para hablar de enaltecimiento de terrorismo.
Desde Podemos criticamos en su día la pelea verbenera de Altsasu y los acontecimientos de Iruñea, porque hay que hacer frente a cualquier tipo de violencia pero también criticamos la intención criminalizadora de hoy queriéndoles procesar por delito de terrorismo. ¿Estamos locos? Tras lo de Altsasu, ¿qué macabro futuro les espera también a Asier, Endika y Rubén, los jóvenes de Errenteria?
Si en España se aplican multas o condenas leves por ese tipo de actos, exigimos que en Euskadi se actúe igual, sin estigmatizar por ser vasca-vasco, joven, de Altsasu, Errenteria, Hernani o Abaltzisketa. En su día condenamos públicamente la agresión violenta y los actos de Iruñea, pero al igual que consideramos lo acaecido como un delito de lesiones, amenazas ordinarias o desórdenes públicos, siempre manteniendo la presunción de inocencia de los detenidos. Y como tal deberían ser juzgados.
Nos unimos al dolor y preocupación de sus familiares y, como ellos, nosotros también pedimos que imperen los principios de proporcionalidad, justicia y equidad para los detenidos en Altsasu y Errenteria.Secretario general de Podemos Errenteria Ahal Dugu y senador de Podemos por Gipuzkoa, respectivamente