Spain is different
Declaraba hace unos días el señor ministro del Interior que el único camino que tienen los terroristas es mostrar arrepentimiento, pedir perdón y resarcir todo el daño que le han causado a las víctimas y a la sociedad española. “A partir de ahí podemos empezar a hablar de todo lo que quieran, mientras tanto no hay otro diálogo posible que el que establece el cumplimiento estricto del imperio de la ley”, afirmaba el sevillano.
Me vienen a la memoria las palabras, repetidas hasta la saciedad por los políticos de los partidos nacionalistas españoles en las dos pasadas décadas, cuando afirmaban que mientras no se matase se podía hablar de todo. Que ETA tenía que dejar las armas, avenirse a usar medios exclusivamente democráticos y que, a partir de ahí, se hablaría de presos, de reagrupamiento, de medidas excepcionales. Ahora que ETA, afortunadamente, ya no mata, la única medida excepcional que se mantiene es una dispersión que afecta, salvo que alguien demuestre lo contrario, única y exclusivamente a los presos de ETA y que es considerada por prestigiosos juristas muy lejana al imperio de la ley.
Es cierto que los presos de ETA no están en la cárcel por sus ideas políticas, sino por haber cometido delitos. Pero delitos de motivación política que, una vez finalizado el conflicto, no existe temor razonable a que vuelvan a repetir. Aunque resulte un tanto cansino, habrá que aclarar que quien esto escribe no apoya a ETA ni menosprecia a las víctimas, pero mantiene la esperanza de que el fin de la violencia en Euskadi sea definitivo. Y para que el conflicto termine definitivamente hay que imaginar, de manera valiente, un escenario que implique una cierta solución (y digo cierta solución, no hablo ni siquiera de amnistía) a los militantes de ETA encarcelados y dispersos por las cárceles españolas. Pero, claro, este remedio le resulta tan amargo al ultranacionalismo español como el de reconocer que tal vez los catalanes tengan algo que decir sobre su propio futuro. Tampoco parece importarles mucho que el 81% de los vascos muestre su apoyo a medidas de reagrupamiento y reinserción, frente a un exiguo 8% que apoya sin fisuras la política ultra del PP.
Muchos tenemos la tentación de mirarnos en el espejo irlandés. Pasados cinco años del Acuerdo de Viernes Santo de 1998, no quedaba ningún preso del IRA en las cárceles, ni tampoco aquellos con delitos de sangre a sus espaldas. Hubo un conflicto de motivación política, bastante más enconado que el nuestro, por cierto. El conflicto se terminó y se dio una solución política al tema de los presos. Pero, claro, eso sucede en un Estado en el que si una parte del mismo expresa su intención de abandonarlo, lo que les dicen es que hagan un referéndum.
Esto, en cambio, es España. A los que quieren hacer un referéndum se les juzga, y a los que piensan en soluciones políticas al contencioso de los presos (no políticos, pero sí de motivación política) de ETA, se les sube el listón. Al principio había que dejar de matar, y eso ya se ha hecho. Luego había que entregar las armas, y lo que se hizo se califica de “paripé”. Finalmente, había que arrepentirse y pedir perdón a las víctimas. Esta medida entra dentro de lo enormemente subjetivo, ya que habrá que ver si ante el arrepentimiento y perdón que eventualmente pudieran expresar, no se despacharían, como con el desarme, calificándolo de “paripé”. Pero ahora hay algo más. ¿Qué significa “resarcir el daño causado a las víctimas”? No siento aprecio alguno por el que ha disparado a quemarropa contra un concejal, por poco simpático que me parezca el partido en el que milite. Tampoco me cae bien quien pone una bomba que puede llevarse por delante la vida de alguien que, sencillamente, pasase por ahí. Pero, ¿cómo se resarce a los hijos del concejal asesinado o a los padres del niño destrozado por una bomba? La pregunta puede sonar dura y, de hecho, lo es; pero ya que el arrepentimiento y el perdón formaban parte de la condición anterior, ¿estamos hablando ahora de compensaciones monetarias? ¿De decenas de millones? ¿De cientos de millones? ¿De miles de millones? ¿Somos conscientes de que se está pidiendo un imposible? Lo que dijo Zoido es, ni más ni menos, que en lo que a ellos les concierne, nunca, jamás, suceda lo que suceda, va a haber medida alguna tendente a acabar con la dispersión de los presos de ETA. El gobierno británico (poco sospechoso de connivencia con el IRA) reconoció, desde el minuto cero, que para que el fin del conflicto fuese verdadero había que dar una solución verdadera a los presos. El gobierno español, en cambio, sigue demostrando que quiere aplazar esta medida sine die. Ya se sabe. Spain is different.