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Dataísmo

Hasta hace poco, los países más influyentes eran los que tenían más recursos energéticos, en especial gas y petróleo. Sin embargo, estamos asistiendo a un cambio que está revolucionando las relaciones entre las personas y, por extensión, entre los países. Hoy en día, el principal activo de la economía digital son los datos. El volumen de información en circulación aumenta a un ritmo del 40% anual. Eso quiere decir que en tan sólo 20 años dicho volumen se habría multiplicado por 836,68 (matemáticamente, 1,4 elevado a 20). Otras estimaciones nos llevan a decir que en año 2020 el almacenamiento de datos será equivalente a 10 veces el número de estrellas observables en el Universo. Son cifras tan excesivas que escapan a nuestra comprensión. ¿Qué implicaciones tiene todo ello?

A nivel de relaciones internacionales, la información es poder. Y cuidado, hay muchos posibles tipos de información, no sólo la relacionada con asuntos de corrupción o interferencias externas que se hayan realizado en diferentes campañas electorales. Por ejemplo, saber cómo se produce un medicamento, tener la música de un disco que va a salir próximamente a la venta, una película que va a estrenarse (recientemente han robado una película a Disney), la fabricación de un aparato electrónico, o incluso la composición de un algoritmo. Toda esta información está conectada en la nube, y eso nos genera una duda razonable: ¿Es posible que algún malévolo terrorista pueda crear un caos en asuntos tan sensibles como las centrales nucleares, la gestión de hospitales o las cuentas bancarias? Es muy complicado, ya que existen muchos cortafuegos que avisan los centros de procesamiento para que en el caso de tener algún imprevisto se corte el flujo de información. Después de los ciberataques recibidos en muchas empresas de diferentes países, surgen dudas. Por este lado, poco más que confiar en los gestores de estos centros tan delicados para nuestros equilibrios sociales es lo que podemos hacer.

A nivel de personas, también el manejo de datos (recordemos el concepto de Big Data, el cual expresa la capacidad de procesar y manejar ingentes cantidades de datos sabiendo obtener de ellos la información más relevante) tiene un peso gigantesco. El aspecto publicitario va a cambiar cada vez más, y la evolución del marketing es un claro ejemplo de ello. Inicialmente la publicidad era genérica: “Busque, compare y si encuentra algo mejor cómprelo”. Después pasó a denominarse por targets o segmentos de mercado particulares; por ejemplo, solteros entre 40 y 50 años con poder adquisitivo medio que vivan en ciudades. Hoy estamos en una transición a una publicidad que será completamente personalizada: según las páginas webs en las que navegamos, los “me gusta” que pinchamos en las redes sociales, los lugares a los que solemos ir y las cosas que compramos a menudo se puede predecir lo que vamos a desear en el futuro. Por esa razón muchas veces nos sorprende recibir ofertas de bienes o servicios que nos atraen sobremanera.

Por supuesto, hay más posibilidades. La salud es muy importante, cada vez existe más conciencia acerca de ella, y el manejo de datos relacionados con nosotros mismos (lo que comemos, lo que bebemos, nuestro tipo de trabajo, el tipo de deporte y el tiempo que realizamos haciéndolo, nuestros genes y otros indicadores relacionados con nuestro cuerpo) sirve para predecir la posibilidad de desarrollar una determinada enfermedad. Así, la prevención irá ganando cada vez más terreno.

Los datos relacionados con nuestras finanzas, en particular con el manejo del teléfono móvil, el coche, o los aparatos electrónicos de casa nos harán ser cada vez más eficientes en su manejo. Sabremos si por una carretera hay un atasco, o la hora a la que nos merece la pena poner en marcha la lavadora. Incluso existen aplicaciones que enseñan a ahorrar una cantidad determinada de dinero al mes, de manera que nos pueden echar la bronca por tomar un café de más.

No se vayan todavía, falta lo mejor. El imprescindible libro de Homo Deus (Yuval Noah Harari; Editorial Debate) nos lleva a un futuro en el que todas las ciencias se funden en una: el dataísmo. Y es que en todas las ciencias se procesa información. Se trata de unificarla. Incluso cada vez se relacionan más aspectos tan separados como la biología y la tecnología. Si se desarrollan los ordenadores cuánticos, el flujo de información alcanzará magnitudes exponenciales. Por otro lado, aparatos como el marcapasos son comunes para las personas. Los humanos podemos funcionar mejor con silicio, el silicio puede funcionar mejor con carbono.

Hoy en día, es capital seleccionar correctamente la información que recibimos. Aprender es ya más importante que el conocimiento, ya que éste lo llevamos en el móvil. Y gestionar el futuro al que nos llevan estas tendencias, comenzando por la gestión de las personas que no encontrarán su sitio en este nuevo mundo, el mayor reto al que nos enfrentamos.

Profesor de Economía de la UNED de Tudela. www.asociacionkratos.com