en España Esteban Hernández ha escrito un libro titulado El fin de la clase media donde expone las mismas ideas. Incluso usa un tono más pesimista, en el que argumenta que van existiendo cada vez más personas que generan un producto marginal cero, es decir, que ya no les contratan ni cobrando un sueldo inferior al anterior. ¿Tienen razón estos pensadores? ¿Podemos pensar que la clase media está en fase de decadencia?
Para contestar a estas preguntas, podemos valorar las tres tendencias que ve imparables Juan Martínez Barea en su interesante libro El mundo que viene. Así, la primera vendría dada por la hiperconectividad. Muchas personas viven enganchadas a la red en todo lugar, en todo momento y en cualquier tipo de plataforma. La segunda tendencia es la aceleración tecnológica, que avanza exponencialmente. Pensemos, simplemente, en nuestros teléfonos móviles. Lo único que queda de eso es el nombre: en realidad son pequeños ordenadores. Los impresionantes avances tecnológicos han hecho que hayan bajado las ventas de dispositivos como las cámaras fotográficas o los GPS. Muchos de ellos ya tienen incluso traductores, de manera que permiten hablar con una persona en otro idioma ya que el móvil traduce la frase al idioma que deseemos. Y eso sin olvidar todo lo que permite el móvil en términos de aplicaciones. Por último, la tercera tendencia es la irrupción de 4.000 millones de nuevos ciudadanos, en especial, aquellos que habitan los BRICS (Brasil, Rusia, India o China) sin olvidar potencias en ciernes como México, Corea del Sur, Indonesia o Sudáfrica.
¿Qué ventajas tiene todo ello? La geografía ya no es tan importante a nivel de servicios, ya que se pueden ofrecer a partir de la red, con lo cual la competencia global es feroz. Como consecuencia de ello, los precios bajan hasta llegar a la denominada ley del precio único, de forma que no se pueden bajar más los mismos. Esto ocurre en los llamados mercados de competencia perfecta: en ellos, hay infinitos consumidores y productores, los bienes son homogéneos (los productos son de la misma calidad), hay información perfecta (en Internet llegan a existir incluso comparadores de comparadores de precios) y no existen costes de transacción. Todo ello pasa en el mercado de servicios en Internet. Todo ello es positivo a nivel de consumidor.
¿Qué desventajas tiene? De nuevo, principalmente dos. Primero, que puede ocurrir que el ganador se quede con todo el mercado. Cuando todos aquellos que buscan trabajo se apuntan a una red social particular, nadie va a buscar trabajo en otra red, a no ser que sea algo muy específico. Segundo, que es difícil diferenciarse en la red, es decir, encontrar un hueco donde una persona pueda generar su propio mercado.
¿Y qué podemos pensar de todo ello dentro del mercado de trabajo? Una forma de verlo es pensar al revés, es decir, meditar acerca de nuestros gustos como consumidores. Así, tendemos a gastarnos mucho dinero en lo que más nos gusta, mientras que gastamos lo justo para lo demás, de manera que como solo lo vemos necesario compramos productos de marca blanca. Esto implica, a nivel personal, que tendrán buenos puestos de trabajo aquellos que puedan ofrecer al mercado productos de alto valor añadido y que en consecuencia estén muy preparados para ello y que tendrán (o no tendrán) puestos tan buenos de trabajo aquellos que se dediquen a actividades de bajo valor añadido. Respecto al tema de la educación, es cierto que por desgracia muchos titulados no encuentran trabajo. Pero es que la proporción de paro está disparada en las personas sin educación. Tiene lógica. Un titulado en Medicina puede trabajar de médico o de cualquier otra cosa. Alguien que no está titulado solo puede trabajar en cualquier otra cosa.
Vivimos en lo que uno de los pensadores de referencia mundial, Buyng Chul Han, considera la sociedad de la competencia. Es necesario competir brutalmente para no quedarse fuera del mercado. A su modo de ver, antiguamente vivíamos en la sociedad del cansancio, de forma que nos dedicábamos a trabajar en una fábrica y luego nos íbamos a casa a descansar. Eso es pasado. Ahora “en alguna parte del mundo hay alguien entrenándose mientras tú no lo haces. Cuando corras con él te ganará” (T. Fleming).
Si queremos evitar la pérdida de la clase media, tenemos mucho que hacer. Debemos potenciar la capacidad de innovar y competir de las personas. Debemos hacer reformas para que las personas puedan dar lo mejor de sí mismas. Debemos saber la posición que deseamos ocupar en el mundo como país, región o personas posicionándonos, de una vez, estratégicamente. Debemos ubicarnos pensando quiénes somos y quiénes queremos ser. ¿Estamos preparados?