La ley seca
HAY gente que en cuanto se le nombra el consumo de drogas se sube por las paredes e inmediatamente, si está en su mano, recurre a prohibir? el tabaco, el alcohol y lo que sea menester. ¡Todo sea por la salud de los ciudadanos! Hace no mucho con motivo de la victoria de la selección española de fútbol algún responsable de la cosa, a nivel estatal, reprendía por el mal ejemplo de la celebración de los futbolistas pues parece, según afirmaba, que algunos se habían pasado de birras, lo que era un malísimo ejemplo para los jóvenes; en especial, por parte de personas que en principio vivían de su cuerpo y como tal habían de cuidarlo y dar ejemplo de ello. No hace falta decir que una cosa es estar todo el día con un "ciego" de aquí te espero marinero y otra cosa es una ocasión puntual.
Entre los responsables de la cosa, la del Gobierno vasco se las trae, ya que cada dos por tres sale a la palestra televisiva anunciando prohibiciones varias, mano dura, y así? siempre con una sonrisita -será la suya, no la pondrá para la ocasión, supongo- como dando a entender: se acabó la diversión, ni en frontones, ni en bares, ni en sociedades, ni en el Ibilaldia, ni en el Kilometroak. Esto último se lo oí ayer (día 7 de agosto) en ETB, cuando afirmaba que pensaba, y así iba a tratar que fuese, que en tales actos a favor de las ikastolas se debería prohibir el alcohol ya que según decía algunos levantaban en exceso el codo (se refería supongo que a los jóvenes) y eso no podía ser y menos en actos que tienen relación con la educación. ¿La educación es prohibir? ¿O explicar, convencer, argumentar??
Dos cosas: desde siempre en la historia las drogas han tenido una presencia que en muchas ocasiones se ha asociado con la religión o con intentos por parte de los humanos (esos seres dotados de lenguaje) por ir más allá de sus límites; así podría decirse que cada religión tiene sus drogas: en el centro del altar cristiano está el tintorro, los musulmanes tienen promesas de gozar del hachís en el otro mundo, el peyote y su uso por parte de los indios tarahumaras y si no que se lo pregunten a los Aldous Huxley, Henri Michaux o Antonin Artaud. La función de las sustancias "tóxicas" entre los chamanes lo dejamos para otro día. Las celebraciones y las fiestas sin tener sentido sagrado de ninguna de las maneras sí que se prestan a que el jolgorio se dispare contagioso y sabido es que en cuanto baja la botella sube la voz, y? otras cosas (otras también bajan si no en el acto, después de él? digo de beber, cuidadito).
Añadiré, por otra parte, que las drogas (incluyo el kalimotxo o el zurracapote, por tomar algunos de los venenos ingeridos habitualmente por los jóvenes, entre otras cosas por el precio) no creo que sean malas en sí, el problema está en el abuso como se ha cansado de afirmar y argumentar alguien que de eso sabe un montón (en teoría y en la práctica dilatada), Antonio Escohotado. Por lo que servidor alcanza, hasta en instituciones dedicadas al tratamiento de drogadictos o drogoabusones (el Proyecto Hombre o AGIPAD, por ejemplo), se recurre a la prohibición a los "pacientes" no a sus familiares que no han de cambiar sus hábitos y se pueden permitir beberse sus vasos, debiendo los adictos, en tratamiento, acostumbrarse a verlo y hacerse a la idea de que el problema no es de los otros sino suyo; así en tales circunstancias se han de acostumbrar a convivir con las drogas que están presentes en la sociedad partout. Así, las nuevas generaciones (no me refiero obviamente a las del PP, aunque entre éstas también parece que algunos conducen bien puestos), han de ser educadas en el consumo responsable o en el no consumo hasta cierta edad, y han de acostumbrarse a ver a sus mayores tomarse sus copas, como si quieren desayunarse con unas morcillas y unos choricitos? que esa es otra; aunque no quisiera dar ideas pues si no algunos seres celosos de los hábitos saludables te montan una "policía de las costumbres", que te interrumpen la comida familiar para ver si tu dieta es sana o es un verdadero pasote, y en caso de no ser saludable, que seguro que no, al trullo o al sanatorio a hacer la tabla gimnástica y a comerse un sano porrupatatas.
Sin llegar a afirmar con el nada modélico Charles Baudelaire que un hombre que no bebe vino es una persona que pretende ocultar algo a sus semejantes, un poquito? siempre que uno no acabe como Noé, por favor. Ya lo decía Joseph Berchoux en su La Gastronomie: "Bebed, es tiempo, pero en dosis ligeras,/Y no llenad constantemente vuestro vaso./Guardad un intervalo igual y mesurado/Entre todos vuestros placeres; llegad por gusto /Al estado de abandono, de alegría y de delirio,/Al olvido de todos los males, que el vino debe producir".