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Bienvenido Mr. Adelson

UN equipo completo de ejecutivos de Las Vegas Sands, encabezado por el número 2 del magnate Sheldon Adelson ha cumplido las visitas que se apuntaron como definitivas para decidir si el llamado Eurovegas, que no tendrá ese nombre definitivo, se puede construir en el Baix Llobregat catalán o en la comunidad de Madrid.

La visita catalana incluyó una inspección sobre el terreno de la zona y una reunión con la cúpula de la Generalitat. En la capital del Reino, además del recorrido, los encuentros fueron con la presidenta de la comunidad, Esperanza Aguirre, la alcaldesa Ana Botella y un grupo de responsables de grandes empresas: Inditex, FCC, Ferrovial, OHL, Sacyr, Ceim, Iberia e Indra.

El proyecto de Adelson ha sido recibido como la visita de Mister Marshall, caricaturizada por el genio de Berlanga en los años 50. En plena angustia persistente por la crisis, y sobre todo por el paro, la oportunidad de reactivar la construcción con un complejo enorme, y de asegurar miles de empleos a corto, medio y largo plazo ha seducido a las autoridades de los dos territorios escogidos como alternativa.

Inconvenientes no faltan. Si el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha anulado la reforma del plan urbanístico de Alcorcón, declarando los terrenos no urbanizables, la zona catalana del Prat, el delta del Llobregat es de gran valor ecológico y la proximidad del aeropuerto limita la altura de los edificios, impidiendo que haya rascacielos como los deseados por los promotores. En uno y otro caso, las reacciones de las izquierdas-izquierdas y ecologistas, y de grupos populares, así como de la jerarquía eclesiástica, son radicalmente opuestos. En el primer caso, porque defienden la preservación del territorio, de la legislación (que Adelson exige modificar, en el ámbito laboral, del tabaquismo y de rebaja de impuestos a la actividad lúdica) y de un modelo económico alejado del turismo de juego. En el segundo, comenzando por el obispo de Sant Feliú, la jerarquía clama contra los problemas sociales y morales que acarrearía ese tipo de macrocomplejo, que a las ludopatías uniría el tráfico de drogas y la prostitución. En el caso madrileño se han recogido 35.000 firmas contra el inicialmente llamado Eurovegas. En el catalán, la reacción por ahora no ha sido tan considerable. Al aeropuerto fueron a manifestarse una decena de personas, a las que ni siquiera vieron los visitantes americanos.

En principio, estas visitas fueron las definitivas. Pero la resolución se ha retrasado. Se anunció para junio, luego para julio, y ahora queda para septiembre, según los supuestos promotores. Además, en una de sus escasas declaraciones, Adelson llegó a advertir que la ubicación definitiva de su nuevo resort podría alejarse del Estado español, dada la situación económica que atraviesa y las rebajas constantes de sus calificaciones por las agencias internacionales.

Cuando el globo empezó a inflarse, casi todo el mundo coincidía que las posibilidades máximas correspondían a las cercanías de Madrid. Más recientemente, llegó a darse como noticia la concesión al territorio catalán. La fuente resultó ser la señora Adelson, enamorada del litoral del Principat. La misma Esperanza Aguirre vino a reconocerlo implícitamente al asegurar que "en Madrid o en Barcelona, lo importante es que se haga en España". Como en aquellos tiempos en que transigía y promovía la absorción de Bankia por La Caixa, aunque la sede social se quedase en Barcelona.

En todo caso, la sensación última es que hay mucho más paja que trigo en el proyecto Adelson. Por si alguna cosa faltaba, ahora han anunciado que la inversión directa sería solo de 2.000 millones de dólares, y los otros dos tercios -4.000- los tendrían que aportar bancos, con la que está cayendo a la banca europea y a la española en particular.

Y a todo eso, una nueva clave la daba el magnate de las construcciones faraónicas, casinos incluidos, el mediático Donald Trump, con su invitación a los inversores internacionales a aprovechar la tormenta económica estatal para comprar todo lo que puedan aprovechando los precios más bajos.