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El Alarde de San Marcial no tiene precio

HAY quienes siguen empecinados en negar lo evidente, disfrazando de autoridad moral lo que sólo es propaganda política. Digo que el Alarde de San Marcial es plenamente legal, que no es discriminatorio ni atenta contra el derecho a la igualdad ni la dignidad de la mujer, que la sentencia del Tribunal Supremo de 28 de mayo 2008 lo blinda jurídicamente como consecuencia del libre ejercicio de los derechos de asociación, reunión, manifestación, expresión y conciencia. Hablo del Alarde de San Marcial de Irun, el único Alarde, porque el denominado alarde igualitario no es tal, sus organizadores han elegido libremente que sea una manifestación. Diferente, sin duda, extravagante, inaudita y extraordinaria. De un lado, porque casa a regañadientes con los requisitos exigidos por la Ley Orgánica Reguladora del Derecho de Manifestación y Reunión, hasta el punto de que si habláramos de otra cosa y no de los sanmarciales de Irun, apuesto a que dicha solicitud sólo obtendría el no como respuesta. Y de otro, porque se trata de una manifestación financiada con dinero público, todo un despropósito.

Reconozco que la política de subvenciones y distribución de las ayudas públicas es una materia delicada y compleja de gestionar, pero ello no es óbice para exigir que la decisión sobre cuánto, cuándo y a quién responda, para empezar, a la verdad de las cosas y, siempre, a criterios de oportunidad, de necesidad, de conveniencia. Pero hay algunas ocasiones en las que, retorciendo el espíritu de la ley, entran por la puerta de atrás intereses ajenos al interés general, ése al que se deben las políticas y los políticos. Y a los hechos me remito.

El pasado 8 de junio se oficializó el convenio suscrito por la Diputación Foral de Gipuzkoa y la Asociación Alardezaleak, acordándose una aportación de 30.000 euros con destino a (sic) la organización del alarde igualitario de Irun, como forma de reivindicar la participación igualitaria de mujeres y hombres en todos los ámbitos de la vida y a luchar contra la violencia machista hacia las mujeres, ahí es nada. Miles y miles de euros en época de vacas flacas para financiar una manifestación, el capricho de unos pocos, muy pocos.

Tanto que necesitan pagar a foráneos para que desfilen y alardeen el día de la fiesta grande de nuestro pueblo. De ahí la necesidad de sensibilizar al que no comprende, o sea, a casi todos, que somos mayoría quienes no comulgamos con sus ruedas de molino y por ello han de reconducir nuestra desviada orientación sanmarcialera. Como si los y las irundarras fuéramos idiotas y nuestro Ayuntamiento, el que nos representa, una falacia. La bandera de la igualdad, los derechos de la mujer y la lucha contra la violencia machista se convierten nuevamente en la coartada perfecta que determinados colectivos utilizan para arrogarse una representación que nadie le ha otorgado. Porque, hasta donde yo sé, los miembros de Alardezaleak se representan a sí mismos.

Pero no seré yo quien niegue a nadie el derecho a celebrar el ya cercano día de San Marcial como mejor prefiera, sea a pie de calle o desfilando, hombres y mujeres, vestidas ellas de soldado si así lo quieren, aunque no ellos de cantinera, que no pueden. Pero ésa no es mi guerra. La mía es que las reglas de juego, también en el tema de los alardes de Irun y Hondarribia, sean iguales para todos, que la legalidad se cumpla y se haga cumplir, que las resoluciones institucionales se respeten, todas. También la del plenario de Juntas Generales de Gipuzkoa, que sólo un día antes reclamaba respeto y mesura para las dos formas de vivir la fiesta en Irun y que fue aprobada por una amplísima mayoría. La misma que rechazaron expresamente el diputado general, Sr. Garitano, los representantes de Alardezaleak y la directora de Igualdad, Doña Laura Gómez, a la que replico con sus mismas palabras: esto sí que es obsceno y éticamente reprobable.

Es posible que el que dicen alarde igualitario valga 30.000 euros, ellos sabrán. Lo que yo sé es que el respeto y el Alarde de San Marcial no tienen precio.