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La Ertzaintza de Ares

es evidente que el Gobierno del cambio ha cambiado la imagen de la Ertzaintza, menos rojo y más azul, menos txapela y más gorra, menos escudo y más polizia. Tanto es así que ya no resulta fácil distinguir la Ertzaintza de la Policía española. No es una adaptación inocente. La nueva imagen a lo Ares responde a la necesidad de que los ciudadanos se vayan acostumbrando a la eliminación de los signos distintivos de una Policía vasca propia y a eso se le llama asimilación.

Este intento de asimilación de la Ertzaintza choca con su naturaleza de policía integral. El artículo 17 del Estatuto creaba la Policía Autónoma, mediante la actualización expresa del régimen foral, como integral en el sentido más estricto del concepto, reservando para los cuerpos del Estado los servicios policiales de carácter extra y supracomunitario. El punto 6 de ese artículo 17 establece posibilidades de intervención a las policías españolas, pero sometidas a limitaciones y cautelas extraordinarias.

Esta naturaleza de policía integral que sobre el papel nadie parece cuestionar se pone en duda si atendemos a las actuaciones de algunos responsables políticos. Así, nos encontramos con que el delegado del Gobierno, el popular Carlos Urquijo, comparte la tesis de que existen duplicidades entre los diferentes niveles del entramado institucional vasco, salvo -qué casualidad- en lo que se refiere a los servicios prestados por el nivel estatal en Euskadi, y muy especialmente en lo referente a la Guardia Civil y Policía Nacional. Y defiende esa teoría a pesar de que en Euskadi batimos el récord de ratio policial. A los 8.000 ertzainas y a los policías municipales hay que sumar más de 4.000 efectivos desplegados de la Policía Nacional y Guardia Civil. La UE recomienda un ratio de dos policías por 1.000 habitantes, pero en la CAV contamos con casi ocho.

Sobran las palabras. Y sobran policías. El repliegue no puede ser un asunto eternamente pendiente. Durante décadas han justificado su presencia por la lucha antiterrorista. Pero es evidente que las circunstancias han cambiado y algo deberá decidir la Junta de Seguridad al respecto. Y no podemos olvidar que el Gobierno Vasco tiene una representación igual a la del Gobierno español en dicha Junta.

Hay otro aspecto preocupante en la evolución operativa que se ha producido en la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y que pone en cuestión hasta qué punto creen algunos en la naturaleza de policía integral de la Ertzain-tza. Nos hemos acostumbrado a interpretar que todas aquellas operaciones policiales que exceden nuestras fronteras administrativas corresponden automáticamente a la Guardia Civil o a la Policía Nacional. Acabamos de ver numerosos ejemplos en los medios de comunicación como las detenciones realizadas por delitos de pederastia en la red o por tráfico de angulas. ¿Cabe entender sin más que estamos ante servicios policiales extra o supracomunitarios? No parece que dicha interpretación automática tenga por qué ser la adecuada. Pero aun suponiendo que así fuera, ¿por qué no aplicar el principio de coordinación policial y que fuera la Ertzaintza la que ejerciera su función de policía integral dentro de su jurisdicción? No lo sabemos.

Por cierto, viendo lo que estamos viendo durante estos meses, no parece que a raíz del cese definitivo de ETA haya decaído la afición a poner controles por parte de la Guardia Civil. Mucha gente comenta la cantidad de controles, verdaderos despliegues militares, que nos vamos encontrando por nuestras carreteras. Cada uno debería contar con su autorización expresa por parte de la Ertzaintza pero, ¿pide permiso la Guardia Civil?

Buena parte del mandato del consejero de Interior, Rodolfo Ares, ha coincidido con el Gobierno socialista de Zapatero, pero la Ertzaintza sigue siendo una policía a la que no dan entrada en Schengen. Ares no tiene ningún problema para defender aparentemente a la Ertzaintza como policía integral, pero a estas alturas es muy razonable pensar que no todos otorgamos el mismo significado a la misma palabra.

Nos alarmamos cuando en el debate parlamentario sobre el repliegue de la Guardia Civil y la Policía Nacional escuchamos al portavoz socialista José Antonio Pastor algo así como que la normalidad llegará "cuando veamos con normalidad cómo la Guardia Civil patrulla por nuestras calles". Puede ser que, desde la óptica socialista, esa frase sea mucho más sincera que la defensa de boquilla de la Ertzaintza como policía integral, pero no se nos ocurre en base a qué título competencial pueda la Guardia Civil dedicarse a "patrullar con normalidad nuestras calles".

Dicen los que se dicen no nacionalistas que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado "no sobran ni estorban" en la CAV, que les están muy agradecidos. Pero a lo mejor no es el agradecimiento lo que habilita a la Guardia Civil y a la Policía Nacional a permanecer aquí en concurrencia desleal con la Ertzaintza. A lo mejor no hay otra razón que la Defensa Operativa del Territorio? español, por supuesto.