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Sobre la Feria de Santa Lucía

es una de las pocas ferias anuales de ganado que perduran en Gipuzkoa desde la Edad Media, no me atrevo a decir que la única, de las siete clásicas que se celebraban, siempre alrededor de una ermita: Larraitz (Abaltzisketa), San Juan de Iturrioz en Aia, San Valero en Arrasate, San Juan de Oñaz en Azpeitia, San Andrés de Elosua en Bergara, Lierni en Mutiloa y la que hoy nos ocupa, cuyo origen se sitúa en la ermita de Santa Lucía de Ezkioga, edificio documentado desde 1585 y que se puede admirar desde la carretera que une Beasain con Zumarraga, justo en el cruce por el que se accede a la preciosa localidad rural de Ezkioga, que en 1931, recién instaurada la II República, adquiriría notoriedad por otra circunstancia.

Las primeras noticias nos retrotraen al siglo XVII, cuando los naturales del país y otros que se acercaban de lugares más alejados se congregaban durante varios días alrededor de la citada ermita en el barrio de Anduaga de Ezkioga, con motivo de la celebración de su festividad, el 13 de diciembre, para celebrar una importante feria. Hay constancia cierta de su celebración el año 1726 y de que algunos feriantes utilizaban la ermita, único lugar techado del entorno, para fines muy diferentes a los que estaba destinada, por lo que el obispo de Pamplona primero y las Juntas Generales celebradas en Ordizia, más tarde, optaron por prohibir su celebración en aquel santo lugar.

Las autoridades de Villarreal de Urrechua (hoy Urretxu) aprovecharon la ocasión para solicitar al Consejo de Castilla, autorización para organizar la feria en su núcleo urbano y el 24 de mayo de 1727 Felipe V concedió la provisión real autorizándola, entre los días 8 y 13 de diciembre. Los representantes de Ezkioga protestaron ante la Diputación reunida en Tolosa el 9 de junio de 1727, pero no fueron tenidos en cuenta.

No tardaron en llegar los roces con la relativamente cercana villa de Zumarraga, lo que hoy es el barrio de Eitzaga, porque ante la masiva afluencia de personas en Urretxu, muchas buscaban alojamiento en las posadas y figones de la localidad vecina y por comodidad, ofertaban sus ganados y productos junto a las casas en las que pernoctaban. Nuevas protestas, esta vez de los corporativos urretxuarras y el corregidor de Gipuzkoa sentenció que bajo multa de 50 ducados, ninguna persona durante dicha feria ponga a la venta ningún género en la villa de Zumarraga.

La Feria de Santa Lucía se ha celebrado sin interrupción, con mayor o menor afluencia de compradores y vendedores, curiosos y carteristas, desde 1727, con la única excepción del año 1802, en que no se celebró por el tránsito del ejército francés, que oficialmente se dirigía a Portugal, pero que ocupó toda la península ibérica.

El devenir de los años, posiblemente el trazado del ferrocarril que favoreció a Zumarraga y la falta de espacio en Urretxu, fueron induciendo a los compradores y vendedores a concentrarse en Zumarraga, hasta que personas inteligentes de ambos municipios, en la última década del pasado siglo XX, optaron por compartir civilizadamente una jornada de feria, concursos y actividades lúdicas.

Zumarraga es la última de las ferias de ganado caballar que se celebran en Euskal Herria y ha estado precedida por la de Agurain en octubre y por la de San Andrés, en Estella.

El ganadero necesitado de vender los potros nacidos durante el año, moxalak, para no tener que alimentarlos en casa durante el invierno, tiene que aprovechar la última oportunidad que se le ofrece y los precios bajan con relación a las ferias anteriores.

Esta circunstancia era y es conocida por los tratantes valencianos, navarros y gitanos, compradores en tiempos de los pequeños caballos de monte vascos, cabezones, peludos y barrigones que, una vez domados, servirían para tirar de los carros que se utilizaban en la recolección manual de los cítricos en las huertas del Levante o de las vagonetas de las minas; los gitanos eran y son, hábiles en la compraventa de burros y mulos.

Hoy, la producción de caballos de monte ha descendido, la raza ha mejorado notablemente en alzada y la selección del ganado se realiza con vistas a su aptitud cárnica; pero la inercia volverá a reunir amén de nativos y forasteros curiosos, a la variopinta legión de calés, chés y baztaneses, que continúan con el negocio de sus mayores; el destino mayoritario de las cabezas que se vendan será la carnicería, en el sur de Italia.

Antaño era habitual la oferta de ganado porcino que había estado pastando en grandes piaras por las faldas de Ernio, Izaspi e Irimo, así como de ovejas que hacían su corta trashumancia desde los pastos de montaña hasta los de la costa. En los últimos años se ofertan cabras procedentes de las sierras de Opakua y estribaciones alavesas de la Sierra de Aitzgorri.

Urretxu y Zumarraga se convierten en cita obligada para el mundo rural y de los urbanitas curiosos. Además, el ambiente que se forma, la oferta de verduras y frutas de invierno, de pollos, el concurso de capones y la fría temperatura son el anticipo de las fiestas navideñas que, parece ser, a todos nos hace estar de mejor humor.

Yo les recomiendo que se desplacen en tren, es más sostenible y sobre todo, mucho más cómodo para evitar los atascos y los problemas para aparcar. Allí les espero.