Sensacional triunfo de Healy en el Tour

Gran victoria de Ben Healy, un ciclista que me encanta, por el que tengo devoción. Me he alegrado mucho de su triunfo. Healy hace afición porque va con todo y no se esconde. Eso siempre gusta. Es un ciclista estéticamente muy feo de ver porque se aleja por completo de los cánones a la hora de pedalear, no es nada elegante, pero visualmente es una gozada ver con qué obstinación y pasión rueda.

Hay que tener mucho motor para hacer lo que ha hecho. En terrenos de este tipo, de cotas, de carreteras estrechas y sinuosas, muestra lo mejor de su repertorio el irlandés. En cuanto coge medio minuto de renta, olvídate. Eso ha sucedido. Ha atacado a más de 40 kilómetros de meta después de estar todo el día buscando la fuga. El grupo que ha dejado atrás era de muchísima calidad. Sin embargo, no han podido hacer nada para cogerle. Cuando alcanza velocidades de entre 40 y 50 kilómetros por hora en esa clase de recorridos, donde perseguir se complica, Healy es inalcanzable. Cree en sus posibilidades y sabe cómo tiene que correr en todo momento. Eso le hace muy peligroso. Es un cazaetapas.

El grupo estaba lleno de navajeros, en el buen sentido. Ser capaz de destacarse e irse solo habla del mérito de su victoria. Aunque la etapa estaba en la zona de Normandía se asemejaba a uno de esos días del Macizo Central, de ahí que ha costado tanto que se hiciera la fuga en un terreno de continuo sube y baja y lleno de cotas. Van der Poel ha recuperado el maillot amarillo por un solo segundo. Está claro que era una buena etapa para el neerlandés, pero ha sufrido muchísimo y al final le ha costado una barbaridad. Lo ha pasado muy mal. La cuestión es sencilla. En el Tour pagas cada gasto de más. No hay otra. En la crono se esforzó más de lo que pareció y lo ha pagado. Ha llegado muy justo. Pogacar ha dejado hacer. No le interesa estar con el amarillo, pero ha controlado la etapa, que los mejores han aprovechado para recuperar.

El autor es director deportivo del Grupo Eulen-Nuuk.