El Tour de Francia es considerada como la gran cita ciclista cada año y son muchos los aficionados que llenan las cunetas de las carreteras para ver el paso de los ciclistas, especialmente en las etapas de montaña. Y ahí, en las cumbres, es numerosa la presencia guipuzcoana, sobre todo en los Pirineos, donde el ambiente es espectacular. Para aficionados como el oiartzuarra Isaak Goiko o el oñatiarra Mikel Lizarralde, junto a sus respectivas cuadrillas, se ha convertido en un peregrinaje anual y han acudido al Tour más de 30 veces. Unos clásicos de los Pirineos que cuentan a este periódico su afición por los viajes y unas cuantas anécdotas.

Isaak Goiko: Dio un botellín ‘salvador’ a Garate

Isaak Goiko, oiartzuarra de 48 años, compitió en aficionados y sigue saliendo en cuanto puede con la bicicleta. Además, le gusta ver “a los mejores” y los mejores “están en el Tour”. Por eso, con apenas 14 años fue por primera vez a presenciar en directo la mejor carrera del mundo. “Mi primer viaje al Tour fue en 1989, el que ganó Perico Delgado. Entonces se hacían salidas en autobús de día. Fuimos algunos amigos a ver una etapa en los Pirineos y tengo muy buenos recuerdos”, cuenta.

“En esos primeros años el plan era ir en viajes organizados en autobús. Salíamos pronto por la mañana y al acabar la etapa, vuelta a casa. A mí siempre me había gustado la bici, pero me impactó el Tour por todo lo que movía y tenía alrededor. Es una carrera diferente a las demás. Veía también otras pruebas cercanas como puede ser la Clásica de Villafranca, pero cuando lo ves en directo te das cuenta de que el Tour es otra cosa. En ese plan fuimos unos cuantos años. Me acuerdo, por ejemplo, de la etapa que ganó Indurain en Luz Ardiden, de la de Cauterets en 1991... La verdad es que no sé ni cómo nos dejaban ir nuestros padres con esa edad, pero nos dejaban”.

Al llegar la mayoría de edad, Isaak y sus amigos empezaron a ir en coche: “Alguno tenía carnet de conducir, llevábamos las bicis y subíamos algún puerto. Estábamos unos días, hacíamos unas subidas y nos veíamos un par de etapas en los Pirineos. Íbamos con el camping gas, dormíamos en el monte y nos metíamos en el ambiente del Tour. Siempre va mucha gente y lo pasas bien”.

Desde 1989, este fiel aficionado oiartzuarra únicamente ha faltado al Tour en dos ocasiones: “Solo he dejado de ir dos años. Fallé en 1997 y 1998 porque empecé a trabajar y no podía coger libre. Fueron los Tours que ganaron Ullrich y Pantani. Me quedé con pena y ya no he fallado”.

Isaak siempre encuentra la manera de acudir algún día de julio al Tour: “Si por cualquier cosa no puedo ir entre semana, me escapo un fin de semana, pero todos los años veo en directo alguna etapa. Los últimos años he ido alguna vez con mi mujer, pero en general he solido ir con gente del trabajo”. Algunos de sus recientes compañeros de viajes son Iñaki Gómez, Pello Sanz o Gorka Inza, con quienes figura en una de las fotografías que acompañan este reportaje, la tomada en Jaizkibel animando a los ciclistas tal y como harán dentro de unos días.

Desde 1989 solo he dejado de ir al Tour en 1997 y 1998 por trabajo; desde entonces no he fallado

Isaac Goiko - Aficionado al Tour

Isaak ve todas las carreras que puede “por la tele” y también ha seguido en directo Mundiales de ciclismo o clásicas como la Amstel Gold Race o la Lieja-Bastoña-Lieja, otras grandes citas del ciclismo, pero se sigue quedando con el Tour. “Me gusta porque es lo más en el ciclismo. Sabes que vas a ver a los mejores ciclistas, que además están en su mejor momento. Hay batalla cada día. Ver de cerca a corredores de este nivel impresiona”, comenta. Pero también le llaman la atención “los corredores que van por detrás, a los que no les enfocan las cámaras”: “En esas etapas de montaña ves a corredores con pájaras, agonizando. Es tremenda su capacidad de sufrimiento para llegar a meta a 20 o 25 minutos de los primeros. Eso en la tele no se puede apreciar”.

Para Isaak, “ir a los Pirineos es cómodo, están cerca de Gipuzkoa y se puede incluso ir y volver en el día”. Su visita pirenaica preferida es la subida a un coloso histórico como es Luz Ardiden: “Siempre hay buenas etapas ahí. Es una llegada bonita y ganan corredores de mucha calidad. Además, normalmente se llega allí del esfuerzo del Tourmalet. Es un clásico del Tour”.

Curiosamente, el mejor recuerdo de sus ya más de 30 visitas al Tour es de una etapa en el Mont Ventoux, un monte que no es pirenaico: “Fue 2009. Ese año no sé ni cuánta gente había. Tuvimos la suerte de que Juanma Garate cogió la fuga del día y ganó la etapa. Sabíamos que venía escapado, venían los favoritos por detrás y Juanma iba justito de fuerzas. A falta de dos kilómetros, le dimos un botellín de agua de Vittel que dice que fue la salvación, porque hacía mucho calor y se había quedado sin agua”. La explicación de que el exciclista irundarra cogiera un botellín de un aficionado –algo que los profesionales no hacen– es que Isaac y Garate se conocían “de la época de aficionados”. El oiartzuarra se llevó “un alegrón”: “Para él fue la victoria de su vida, tuvo mucha repercusión”.

En tres décadas, este aficionado al ciclismo ha visto desfilar por las carreteras a todos los grandes del deporte. “Fignon, Perico, Armstrong, Ulrich, Pantani, Contador...”, enumera. Y se queda “con los años de Beloki”: “Los disfruté mucho. Parece que después de los cinco Tours de Indurain no se valoraba nada más, pero Beloki hizo tres podios peleando con Armstrong”.

Los planes de Isaac para esta edición tan especial del Tour son “ver las etapas de Euskadi” y luego decidir sobre la marcha qué otras jornadas seguir en directo: “Disfrutaré aquí de tres días seguro, a ver con qué sabor de boca me quedo y decido si me acerco a los Pirineos o me voy a otro sitio”.

Mikel Lizarralde: Miembro de la peña más conocida en los Pirineos

Mikel Lizarralde, oñatiarra de 62 años, fue ciclista profesional y, cuando se retiró, no dejó su vinculación con el deporte. Además de abrir una tienda en su localidad natal, ha seguido el ciclismo como un entusiasta aficionado. No en vano, lleva acudiendo “33 años seguidos” a ver en directo el Tour dentro de un amplio grupo de aficionados que se hacen notar en las cumbres pirenaicas por sus montajes y su alegría.

“Somos los integrantes de lo que antes de era la peña Garmendia, luego la peña Odriozola y luego la peña Markel Irizar. Ahora somos amigos del Tour, nada más”, cuenta Mikel, que es una de las caras visibles dentro de este amplio grupo de aficionados al Tour. “Normalmente vamos entre 70 y 80 personas, pero hemos llegado a ir más de 100”.

Mikel Lizarralde y cuadrilla, en una reciente etapa del Tour en los Pirineos. N.G.

Mikel explica cómo organizan estos viajes multitudinarios: “Lo organizamos más o menos entre 20 o 25 personas, aunque al final, como sucede siempre en estas cosas, el trabajo lo hacen cinco o seis. Organizamos desde el año anterior. Uno se encarga de los autobuses, otros de llevar frigoríficos, generadores, plancha para cocinar, carpas, la comida que tenemos que llevar según la cantidad de personas... ya lo hacemos más fácil porque estamos acostumbrados, pero es trabajo. El alojamiento, si no conocemos el sitio, vamos mes y medio antes y localizamos algo. Y, si no, tenemos contacto con las oficinas de turismo de por allí. Alguna vez vamos en tienda de campaña con colchonetas, pero preferimos algún alojamiento tipo albergue. Después de todo el día por ahí, tener una cama para dormir es la leche. En algunos sitios como Val Louron, por ejemplo, al ser una estación de esquí, tiene albergue grande y solemos tener sitio ahí”.

Después de más de 30 años de viajes, tienen experiencia en la organización, pero al principio no viajaban con tantas comodidades. Mikel se ríe al recordarlo. “El primer viaje fuimos en autobús litera. Salimos de noche y llegamos a los Pirineos a las cinco de la mañana o así. Todos ahí metidos roncando. Un desastre. Luego ya no repetimos. Me acuerdo que esa primera vez fuimos al Aubisque. Hemos ido mejorando a la hora de organizar los viajes”. Esa comodidad se refleja, por ejemplo, en la anécdota que cuenta sobre el año pasado: “Fuimos a Val Louron y al día siguiente íbamos a ir a Hautacam, pero estábamos tan a gusto que seguimos en Val Louron haciendo la fiesta ahí y vimos la etapa de Hautacam por la tele”.

Hacemos una kalejira con música, trikitixa... la verdad es que solemos llamar la atención en los Pirineos.

Mikel Lizarralde - Aficionado al Tour

Como sitios preferidos, cita dos: “Plateau de Beille, aunque el viaje es un poco más largo, es un sitio en el que siempre hemos estado bien. Y luego, un clásico como el Tourmalet”. Este último es uno de los puertos en los que históricamente más ambiente euskaldun hay: “Antes, con el equipo Euskaltel, lo de la marea naranja era tremendo. Luego eso se terminó un poco, pero seguimos yendo nosotros con la camiseta naranja a veces”.

Mikel sigue con interés la temporada: “Ahora los ciclistas jóvenes están a un nivel tremendo, es una gozada”. Y de los años anteriores, se queda con la época de Indurain: “Después de los Pirineos, íbamos también a ver el final en París. Cuando dejé la bici, me metí en este asunto y he viajado un montón”.

Esta alegre cuadrilla de Oñati suele “llamar la atención” allá por donde va en las cumbres pirenaicas: “El día de la etapa solemos hacer dos o tres kilómetros hasta el lugar donde vamos a ver pasar a los ciclistas y hacemos una kalejira con música, trikitixa, trompetas...”. Algo que trasladarán este año a los alrededores de Oñati, donde piensan “montar un escenario” y dotar de “ambiente” al paso del Tour por Gipuzkoa. Este año no les tocará moverse, aunque tampoco descarta viajar por 34º año consecutivo.