La vitrocerámica es una de las zonas de la cocina más propensas a ensuciarse. Cada vez que cocinamos algo, especialmente con aceite, provocamos que salpiquen restos de comida o de grasa, y aunque lo limpiemos cada día, es inevitable que la zona vaya perdiendo su brillo natural.
Para conseguir que la vitro esté como nueva y no pierda su brillo, existe un truco sencillo que no requiere de productos caros ni de apenas esfuerzo.
En primer lugar habrá que echar bicarbonato por la zona, especialmente donde haya más manchas. A continuación, debemos añadir vinagre de limpieza y dejar actuar durante 20 minutos. Después, será suficiente con frotar con un estropajo suave para retirar toda la suciedad. Una vez aclarado, con la ayuda de una espátula quitaremos toda la suciedad incrustada. Por último, tenemos que mojar una esponja en piedra blanca e ir pasándola por toda la superficie para después aclarar. El resultado será una vitrocerámica limpia y brillante.
La mejor estrategia: prevenir
Mantener la cocina limpia es uno de los retos más persistentes del hogar. Entre todos los elementos que se ensucian rápidamente, la vitrocerámica destaca como una de las más problemáticas, especialmente cuando cocinamos con aceite.
Las salpicaduras no solo son difíciles de limpiar, sino que, si se acumulan, pueden afectar al rendimiento de la placa. Por eso, prevenir es la mejor estrategia, y existe un truco simple pero infalible: usar una tapa en la sartén.
Puede parecer obvio, pero muchas personas cocinan sin cubrir sus sartenes, ya sea por descuido o por querer observar constantemente el proceso de cocinado.
Sin embargo, una tapa de cristal con válvula de vapor permite ver el interior sin necesidad de levantarla, evitando así las salpicaduras de aceite que ensucian la vitrocerámica y otras superficies cercanas. Además, este gesto no solo mejora la limpieza, sino que acelera la cocción y mantiene mejor la humedad de los alimentos.
Otros trucos efectivos para evitar salpicaduras
Aunque la tapa es el método más directo y eficaz, existen otros recursos complementarios que pueden ayudarte a mantener la cocina limpia:
- Seca los ingredientes antes de freír: El agua y el aceite no se llevan bien. Si introduces alimentos húmedos en aceite caliente, las salpicaduras están garantizadas. Usa papel de cocina para secar carnes, pescados o verduras antes de cocinarlos.
- Controla la temperatura del aceite: No es necesario que el aceite esté humeando para cocinar bien. A temperaturas moderadas, se reducen las salpicaduras, los alimentos se cocinan de forma más uniforme y se evita la generación de sustancias tóxicas.
- Usa protectores antisalpicaduras: En el mercado existen rejillas metálicas diseñadas para cubrir sartenes. Estas permiten salir el vapor sin que el aceite salte fuera. Son una buena alternativa si no te gusta usar tapas completas.
- Opta por sartenes profundas: Las sartenes con bordes altos reducen notablemente el riesgo de salpicaduras. Si cocinas alimentos que sabes que sueltan grasa, como el chorizo o el bacon, este tipo de sartén es ideal.
- Cubre las zonas cercanas con papel de cocina o trapos lavables: Si sabes que vas a freír sin tapa, coloca papel o trapos alrededor de la vitro para facilitar la limpieza posterior.
Limpieza post-cocinado
Incluso con todas las precauciones, es probable que algo de grasa llegue a la vitrocerámica. Por eso, es importante limpiar justo después de cocinar, cuando los restos aún no se han endurecido. Usa un paño húmedo con unas gotas de vinagre blanco o un limpiador específico para vitrocerámicas. Evita estropajos que puedan rayar la superficie y, en caso de manchas difíciles, recurre a una rasqueta especial.