Todo lo que implique el concepto ‘ahorro’ suena bien, y más en una época en la que la subida de precios de productos y la inflación está haciendo que reduzca el poder adquisitivo de los ciudadanos y de que haya que estirar más el sueldo, la pensión o el paro para poder llegar a fin de mes. La invasión rusa de Ucrania, el conflicto entre Israel y Palestina y la inestabilidad en Oriente Medio, unidos a la sequía, han provocado un incremento notable en el precio de los carburantes, de los alimentos y demás productos del hogar.

Cualquier truco para ahorrarse unos euros, o incluso unos céntimos, viene muy bien, como el que ha compartido una mujer en el grupo australiano de Facebook Mums who budget & save (Madres que presupuestan y ahorran) y que tiene como elemento estrella al papel higiénico, un producto de uso cotidiano y diario que también ha sufrido la escalada de precios y que, como quedó demostrado en 2020 con la pandemia de covid-19, es un elemento indispensable. Tanto miedo hubo a quedarse sin él que en los primeros días de confinamiento hubo una auténtica fiebre irracional para aprovisionarse de papel higiénico y los supermercados llegaron a desabastecerse por momentos, aunque tardó poco en normalizarse la situación.

Una mujer, cargada de papel higiénico durante la pandemia. Patxi Cascante

Cierto es que en muchos hogares, sobre todo si cuentan con familias numerosas, el consumo de este producto puede dispararse, y al final, calculando lo que se gasta al año, supone una buena cantidad económica. Una cifra que esta madre australiana ha conseguido reducir. Y no lo ha hecho buscando en diferentes supermercados cuál es la marca más barata, ya que hay quien no quiere especular con la calidad de un producto tan sensible, sino con una sencillísima acción que ha efectuado en su propia casa.

Se trata de sacar el rollo de la bolsa y en lugar de colocarlo directamente en el portarrollos tal y como está para ser usado, aplastarlo con la mano hasta que deje de tener su característica forma. Algo que a veces hemos hecho sin querer, ya sea con el papel higiénico como con el de cocina, y habremos comprobado que ya no gira bien en el portarrollos. Pues ese es precisamente el objetivo que propone esta mujer: que gire peor para que cueste que dé vueltas y de esta manera cortar sólo la cantidad estrictamente necesaria para alargar la vida de cada rollo.

El papel, aplastado.

El papel, aplastado.