Después de pasar toda la mañana metida en la cocina preparando comida separas los alimentos que se van a consumir de forma inmediata de los que se tomarán en la cena o incluso durante los días siguientes. Sabes que debes conservarlos a la temperatura adecuada y para ello los metes en tuppers, preferiblemente de cristal, para guardarlos después al frigorífico. Pero, ¿lo haces de la forma correcta?

A menudo nos asalta una duda: ¿podemos meter los alimentos a la nevera cuando todavía están calientes o debemos esperar a que estén fríos? Aunque existe la creencia popular de que si los metemos recién hechos se estropearán por el choque térmico, los expertos señalan que esto no es del todo cierto, pero que tampoco es aconsejable hacerlo de esa manera. 

La forma correcta de proceder es dejar atemperar los alimentos en la encimera de la cocina durante no más de una hora y media o dos horas y, a continuación, meterlos al frigorífico. Mientras las temperaturas altas pueden provocar la proliferación de bacterias nocivas (se producen a partir de los 5 grados), las bajas conservarán los alimentos y evitarán que estas crezcan.

Trucos para enfriar

Si tenemos prisa y no queremos meterlos a la nevera demasiado calientes podemos recurrir a unos pequeños trucos para enfriarlos. Una opción es colocarlos en recipientes de acero inoxidable, con mucha superficie y poco volumen. Otra es dividir la comida en porciones más pequeñas y repartirlas en varios tuppers o recipientes de menor tamaño, sin tapar y removiéndolos con frecuencia. Introducir los alimentos en el envase, cerrarlo y sumergirlo parcialmente en agua fría o hielo es otra medida de urgencia para enfriar más rápidamente un alimento. 

A la nevera los meteremos siempre en los envases adecuados y nunca en la misma cacerola en la que se han cocinado. También debemos recordar que por seguridad alimentaria, cuando vayamos a consumirlos, solo podremos recalentarlos una vez.

Tuppers y cacerala con comida en el interior de un frigorífico.

Inconvenientes del calor

Como ya hemos dicho, los expertos sostienen que meter la comida recién hecha en la nevera no es peligroso, pero sí que puede provocar distintos inconvenientes, tanto en la comida como en el electrodoméstico. Uno de ellos es que elevará la temperatura de los alimentos que tiene cerca, aumentando así el riesgo de proliferación de microorganismos y de intoxicación alimentaria. 

Por ello es conveniente colocarlos separados del resto, preferiblemente en las baldas superiores puesto que el aire caliente tiende a subir. De esta forma, el frío se mantendrá en la parte inferior del frigorífico y los productos que se guardan allí no se verán afectados.

Otro inconveniente es que la comida caliente se enfriará dentro de la nevera de manera desigual, más lentamente en la parte donde el recipiente esté más caliente, con el consiguiente riesgo de que se formen bacterias. 

Perjuicio para el frigorífico

Meter la comida caliente al frigorífico también va a hacer que el electrodoméstico tenga que trabajar más, se incrementará el gasto energético y su vida útil se acortará. En definitiva, sufrirá el electrodoméstico y todo lo que tiene dentro.

Al romperse la cadena de frío por el calor de los alimentos, se producirá también una condensación, se formará hielo en la parte trasera de la nevera y acabará pasando factura a su rendimiento. Además, es importante no sobrecargar en exceso la nevera para que el aire frío pueda circular correctamente en su interior. 

Ahora ya lo sabes, cuando termines de preparar tus guisos déjalos reposar durante un tiempo en la encimera de la cocina y cuando estén templados mételos en la nevera para garantizarles una perfecta conservación.