Las temperaturas están bajando y los hogares necesitan más calor. La manta puede ser un buen aliado para el cuerpo humano, pero los hogares requieren de un sistema de calefacción para su bienestar. Durante el año, realizar un buen mantenimiento de los radiadores es fundamental para que funcionen correctamente. De lo contrario, estarán a medios gas y se derrochará energía y dinero. Para que esto no ocurra, purgar los calefactores es la técnica más efectiva para equilibrar el sistema de calefacción.

Existen dos tipos: automáticos y manuales. En los primeros, los más novedosos, no hay que hacer nada ya que el aire se expulsa por sí mismo. Sin embargo, en los manuales hay que realizar el proceso. La OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) aconseja que los radiadores se purguen siempre antes del inicio de la época de calefacción, al comienzo del otoño

Un síntoma clave son ruidos extraños en el sistema, como gorgoteos. Si los radiadores no calientan lo suficiente es síntoma de acumulación de aire lo que entorpece la circulación del agua, y con ello que se emita la potencia de calefacción necesaria. Para atajar la problemática, y que el circuito emita la energía necesaria para calentar el hogar, se aconseja purgarlos. Puede parecer una tarea complicada pero, para llevar a cabo la acción, solo se necesita un recipiente, un paño y un destornillador. No requiere mucho tiempo para hacerlo y si se hace en compañía la tarea se hará más amena. Lo primero a tener en cuenta es que el purgado debe hacerse siempre con la calefacción apagada. El radiador debe estar frío, ya que el circuito de calefacción debe estar parado para que la bomba de la caldera no mueva el circuito de agua y junto a esta mueva también el aire acumulado en el sistema. Cuando no hay movimiento en el circuito de calefacción el aire, al pesar menos, se queda en la parte alta del radiador, de este modo facilita el purgado.

Y para realizar el proceso, en primer lugar, hay que encender la calefacción y comprobar que todos los calefactores funcionan correctamente. Si se pasa la mano por la parte superior de todos ellos, pero algunos están más fríos, esto significará que tienen aire. Los expertos aconsejan dirigirse al radiador más cercano a la caldera para vigilar la potencia de esta. En ese mismo instante, se coloca un recipiente (cazo o vaso) bajo la llave del calefactor para evitar que el suelo se moje cuando comience a salir el agua del purgado. Con el destornillador o una llave inglesa, se gira la llave de la válvula de purgado que se encuentra en la parte superior del radiador, y hay que mantenerla abierta hasta que comience a salir agua de forma constante, y sin gorgoteos. Es recomendable colocar un pequeño recipiente en la parte inferior de la válvula para recoger el agua que salga a través de la misma. Cuando el chorro de agua sea fluido querrá decir que ya ha salido el aire y se podrá cerrar la llave. Con un simple gesto se evita cualquier problema generado en el circuito de calefacción.

Hay que repetir la operación en todos los radiadores y recordar seguir, radiador a radiador, el flujo del agua. Y es importante revisar también la presión de la caldera (1-1,5 bares). Tras terminar cada purgado suele bajar el nivel de presión, así que hay que asegurarse de que la presión se encuentre entre esos niveles. No obstante, si existen otros problemas, siempre se puede acudir a un profesional.