Una de las ventajas que nos está trayendo la pandemia es que se están organizando una innumerable cantidad de seminarios, webinars y debates online, en los que personas de referencia ofrecen sus conocimientos acerca de temáticas muy diversas, lo que ofrece unas oportunidades de aprendizaje únicas, y ¡sin salir del salón de casa!

El pasado 19 de noviembre de 2020 tuve el placer de poder escuchar a Humberto Bustince en un encuentro en el que hablaba acerca del potencial económico de la transformación digital. Entre las múltiples reflexiones que ofreció en su intervención, Bustince apuntaba que como consecuencia de la inteligencia artificial y la digitalización la manera en la que se concibe el trabajo va a cambiar de manera radical, pasando a una realidad en la que más que tener trabajo para organización, se va a tener trabajo en un proyecto (o en varios a la vez) que deberá(n) adaptarse de manera rápida a las condiciones cambiantes del entorno. Ello va a requerir que todos los trabajadores tengan capacidades de innovación y emprendimiento, ya que los proyectos que sobrevivan a un entorno tan rápido, global y cambiante serán aquellos que sean capaces de ofrecer algo diferencial. En este contexto, las universidades vamos a desempeñar un papel fundamental, ya que se nos va a exigir que formemos a personas con habilidades y actitudes innovadoras y emprendedoras, ya que serán éstas las que permitan dar la capacidad de respuesta y de adaptación, tanto a nivel individual, como organizacional, y social.

Sin embargo, las universidades no somos agentes aislados de la realidad en la que estamos inmersas. Formamos parte de un ecosistema mucho más amplio en el que impera, ante todo, la ley de la oferta y la demanda. Si ofrecemos una formación en capacidades y actitudes innovadoras y emprendedoras, pero dichas capacidades no son demandadas por el mercado laboral local, dichas personas emigrarán a otros territorios en los que sí podrán desempeñar dichas carreras. Por lo tanto, para poder mejorar la manera en la que queremos afrontar el futuro, es necesario mejorar no sólo un componente del ecosistema, sino el ecosistema en su conjunto.

El pasado 12 de noviembre de 2020, Impact Hub España, una de las redes más grandes del mundo enfocadas en construir comunidades innovadoras y emprendedoras para lograr un impacto social, presentaba los resultados del Índice de Ecosistemas de Emprendimiento en España para el año 2020. Sus conclusiones, basadas en el análisis de 133 indicadores, rebelan que a pesar de que se tiende a pensar que el hábitat natural de la innovación lo constituyen los grandes núcleos poblacionales, existen territorios menos poblados y sin grandes urbes que, sin embargo, muestran unos resultados nada desdeñables. Esto se debe a tres aspectos centrales en la innovación: la conectividad, la confianza y la capacidad de absorción. Para poder colaborar, es necesario identificar en primer lugar a aquellas organizaciones con las que uno desea colaborar, establecer relaciones de confianza con las mismas, y tener las capacidades necesarias para poder dar y recibir (aprender y compartir). En este sentido, es necesario fomentar el establecimiento de redes entre agentes que faciliten que nuestros ecosistemas innovadores y emprendedores sean más adaptables y maleables, tal y como apuntaba Humberto.

En segundo lugar, se evidencia como el crecimiento económico está directamente relacionado con el deterioro del medio ambiente. Estamos por lo tanto frente a una oportunidad única para romper esta relación tóxica, buscando el bienestar y el progreso social a través de la sostenibilidad económica y medioambiental. El análisis del Impact Hub demuestra que en aquellos ecosistemas en los que estas tres perspectivas se aúnan de manera armónica no sólo hay más proyectos innovaciones y emprendedores, sino que además éstos refuerzan este círculo virtuoso. Un claro ejemplo de esta triple cuenta de resultados lo representan los proyectos de las personas que se han formado en el programa en innovación y emprendimiento de la Deusto Business School en el campus de Donostia (iNNoVaNDiS), la mayoría de los cuales contribuyen no sólo al crecimiento de sus respectivas empresas, sino que también inciden en su impacto social y medioambiental.

En la CAPV existen numerosas organizaciones, públicas y privadas, que estamos trabajando y cooperando entre nosotras para lograr que seamos visibles en el mundo, de forma que empresas, universidades, ONG, ciudadanos, políticos, etc. de todo el mundo conozcan lo que está ocurriendo aquí. Como apuntábamos arriba, si queremos estar presentes en el mundo del futuro es necesario estar conectados (con todas y todos y en todo), tejiendo redes de confianza y construyendo capacidades que nos permitan poder aplicar con rapidez los avances que se producen en otros entornos, y poder difundir aquellos que se producen en el nuestro. Solo de esta manera podremos garantizar que las actuales generaciones puedan tener un futuro, y en vez de seguir lamentando que otros países quieran llevarse a nuestro mejor talento, logremos que estén interesada/os en traer el suyo propio aquí, para formarse, cooperar y progresar con nosotras/os.