La Policía Local de Eibar y la Policía Nacional, en una operación conjunta, detuvieron el pasado 30 de diciembre a un hombre en Donostia acusado de varios delitos por tráfico de serse humanos y en contra de los derechos de los trabajadores, ya que el arrestado explotó laboralmente a migrantes en la construcción a los que, además, alojó en habitaciones insalubres a cambio de un alquiler que podía llegar a los 450 euros mensuales.

En una historia que, desgraciadamente, se repite habitualmente, el detenido se aprovechó de la propia condición de migrantes de sus víctimas, que no hablaban bien el idioma y se encontraban en Gipuzkoa en una situación irregular, para ofrecerles contratos abusivos en el ámbito de la construcción y alojarlos en habitaciones de cuatro viviendas y en un local comercial de su propiedad que carecían del mínimo exigido a una vivienda digna.

Los propios alojamientos, según la nota hecha pública este martes por la Delegación del Gobierno en el País Vasco, se encontraban "en un pésimo estado de conservación, ya que carecían de calefacción, de somieres en las camas y de electrodomésticos imprescindibles para poder hacer una vida digna, por no hablar de la existencia de grandes manchas de humedad en las paredes" y de la presencia de "insectos". Esta situación no impedía que el arrendatario llegara a pedir entre 250 y 250 euros mensuales estas personas con apenas recursos. De hecho, en el caso de local comercial que no contaba con cédula de habitabilidad llegó a exigirles a sus inquilinos hasta 300 euros al mes.

El arrestado, de origen marroquí, se dedicaba a las reformas en el sector de la construcción, lo que aprovechaba para ofrecerles la oportunidad de trabajar en dichas reformas. Eso sí, como eran personas en situación irregular, no tenían contrato de trabajo, lo que, además, permitía al ahora arrestado obligarles a trabajar más horas de lo estipulado, sin equipos de protección y sin pagarles horas extras y, en ocasiones, ni siquiera el salario mensual.

Sin duda, el empleador y arrendatario logró lucrarse explotando laboralmente y aprovechándose de sus víctimas. Solo con los alquileres, en los que llegó a alojar a 49 personas, se calcula que percibió 5.700 euros mensuales.

Por si fuera poco, también aprovechó la situación para empadronar fraudulentamente a estas personas a cambio de dinero.

El pasado día 30 fue arrestado, aunque ahora se encuentra en libertad a la espera de juicio.