“Las carreteras inteligentes ayudarán a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía”
Silvia Pérez, directora de Infraestructuras Viarias de la Diputación Foral de Gipuzkoa, ensalza los beneficios de implementar avances tecnológicos en las vías con el fin de incrementar la seguridad de los conductores y disminuir los riesgos.
¿Qué significa el concepto de carretera inteligente?
Son aquellas que recogen información de su entorno, incluidos los vehículos. A través de los datos recopilados avisan sobre las diferentes circunstancias que van surgiendo. Son carreteras que ven y escuchan lo que sucede a su alrededor. En momentos determinados y en caso de peligro, tienen la capacidad de alertar a los conductores acerca los riesgos a los que se pueden enfrentar.
¿Cuáles son los principales beneficios que verán los conductores?
La clave principal es la mejora de la seguridad vial. La información que transmiten las carreteras inteligentes proporciona que los conductores tomen decisiones más adecuadas y extremen las precauciones. Asimismo, la fluidez del tráfico se ve beneficiada, lo que desemboca en menos emisiones de CO₂. En definitiva, la calidad de vida de la ciudadanía mejorará a través de estas vías más seguras, sostenibles y cómodas.
¿Cuál es la principal diferencia entre una carretera inteligente y una vía convencional)
En las carreteras inteligentes se perciben elementos de señalización que te envían mensajes en determinadas circunstancias. Todos estos avisos llegan a tu propio vehículo, no tiene por qué indicarse en la carretera.
¿Algún ejemplo concreto de los mensajes que los conductores pueden recibir?
Desde la Diputación estamos aprendiendo a utilizar toda esta tecnología. Por ejemplo, en Gaintxurizketa trabajamos en un programa piloto para la protección de ciclistas. Cuando las cámaras desplegadas los detectan, se envía una señal a los vehículos para que sean conscientes de su presencia. Asimismo, cuando el conductor se aproxima a una obra o a un accidente, la carretera lo notifica con el fin de que se tenga en mente que el espacio para circular es menor y, en consecuencia, se debe reducir la velocidad. Este aviso llega con tiempo, de manera que existe la opción de tomar una ruta alternativa en caso de atasco. También trabajamos en implementar avisos meteorológicos, en casos de niebla o lluvia fuerte.
¿De qué manera llegarían los mensajes al vehículo?
Obviamente, los vehículos deben estar preparados para recibir esos mensajes, y a día de hoy no son muchos los que ofrecen esta posibilidad. En vista de la situación, trabajamos para que los mensajes se puedan recibir a través de una aplicación que se integre en el salpicadero. Por otro lado, el conductor solo recibe las notificaciones que pueden resultar de su interés, es decir, relativas al tramo por el que está circulando.
¿Se tiene en cuenta, por ejemplo, el riesgo que supone que un conductor vaya en dirección contraria?
Sí, vamos a comenzar con el despliegue de un sistema que va a detectar vehículos en dirección contraria. El objetivo es mandar el aviso al conductor para que se dé cuenta de que tiene que corregir su rumbo antes de entrar en la vía y así evitar esa situación de riesgo. En caso de que el peligro persista, se notificaría al resto de conductores la necesidad de extremar las precauciones. La idea es que este sistema esté integrado al 112 para que la actuación de la Ertzaintza sea lo más rápida y eficaz posible. En estos omentos son los propios conductores los que informan a las autoridades cuando se ven envueltos en este tipo de situaciones.
¿Las carreteras inteligentes se limitarán a tramos de altas capacidades o llegarán a todos los rincones de Gipuzkoa?
Tenemos el propósito de extender esta tecnología también en las vías menos transitadas. Además, trabajamos en mejorar la movilidad del transporte público en entornos rurales por medio de un vehículo autónomo. Está por ver la viabilidad de este proyecto piloto. Debemos detectar cómo se comporta este vehículo por las carreteras rurales y si la ciudadanía se mostraría receptiva ante la posibilidad de subirse a un medio de transporte que recorre las vías de forma autónoma, sin la necesidad de que un conductor lo maneje.
¿En núcleos urbanos también es posible habilitar esta tecnología?
Sin duda. Ya hay servicios que se están aplicando, como ofrecer prioridad a los servicios de emergencia o autobuses.
Esto no sería posible sin la colaboración público-privada, ¿verdad?
Desde luego. Comenzamos a idear el proyecto Gipuzkoa Living Lab en 2019, con el objetivo principal de mejorar la seguridad vial y ofrecer un mejor servicio a los usuarios. Tuvimos un encuentro con el Ceit, un centro tecnológico de investigación situado en Donostia y coincidimos en la importancia de estar preparados para cuando el despliegue de esta tecnología fuera una realidad. Llegamos a un acuerdo de colaboración en el que, entre ambas partes, compartimos nuestro conocimiento y los recursos de los que disponíamos. Ha sido una colaboración muy fructífera que se mantiene hoy en día.
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