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Día Mundial del Alzheimer

La ardua batalla de Gorka Corres y su madre contra los efectos del Alzheimer

En AFARABA han encontrado un apoyo crucial para afrontar la enfermedad

La ardua batalla de Gorka Corres y su madre contra los efectos del AlzheimerG. Corres

Arrate Zamakola tiene 79 años. La pandemia supuso un punto de inflexión en su vida. Durante el confinamiento, su hijo Gorka Corres, vitoriano de 42 años, comenzó a notar cambios sutiles pero inquietantes en su manera de expresarse. “Me di cuenta de que daba muchas vueltas para decir las cosas”, recuerda. Ese fue el primer indicio de que algo no funcionaba como antes. “Intuía que había algo que no estaba bien porque hasta entonces no había tenido ningún problema”, añade.

Decidieron consultar con un neurólogo. El diagnóstico confirmó lo que temían: deterioro cognitivo en una fase temprana. “Por un lado sentí alivio, porque al menos ya no vives con la incertidumbre de saber qué está pasando; lo que ocurre tiene nombre y apellidos”, dice Gorka. A pesar del golpe, este vitoriano no se vino abajo. “Tienes que asumir que esa persona que conocías ya no es la misma y hay que tratar de adaptarse”, señala Corres.

Desde ese momento, madre e hijo trazaron un camino para intentar ralentizar el avance de la enfermedad. Su primer paso fue acudir a AFARABA (Asociación de Familiares y Amigos de Personas con Alzheimer y otras Demencias de Araba) en busca de orientación.

Al principio, el trabajo de Arrate consistía en ejercicios de estimulación cognitiva a través de cuadernos que incluían crucigramas, juegos de lógica, pintura... Todos los meses acudía al centro para que los tutores revisaran los ejercicios y ajustaran las tareas según la evolución de su madre.

“Tienes que asumir que esa persona que conocías ya no es la misma y hay que tratar de adaptarse”

Gorka Corres . Hijo de Arrate Zamakola, afectada por deterioro cognitivo

Punto de inflexión

Hace un año, detectaron un cambio en su estado. Algunos ejercicios comenzaron a mostrar errores recurrentes que indicaban que los cuadernos ya no eran suficientes. La respuesta fue apuntarse a un taller grupal basado en la metodología Montessori. Arrate asiste dos días a la semana, en grupos de cuatro o cinco personas, con actividades diseñadas para estimular la memoria y la atención mientras comparte tiempo con otros participantes. “El objetivo es que esté con otras personas y que su deterioro avance lo más lento posible”. La experiencia está siendo positiva y ha dado un nuevo impulso a su vida diaria.

Arrate es consciente de su enfermedad. Su deterioro cognitivo no es muy profundo, pero sabe que con el tiempo padecerá Alzheimer. A pesar de su situación, no para: pasea por el barrio, realiza actividades al aire libre y colabora en temas de voluntariado. Para facilitar su día a día, su hijo ha repartido tarjetas con sus datos entre los vecinos y los comercios del barrio. “Así, si se desorienta, sabrán cómo ayudarla. Eso nos facilitará las casos tanto a ella como a mí”, explica Gorka.

Una ayuda vital

El apoyo de AFARABA ha sido clave en este caso. Su directora gerente, Susana Cuesta, relata cómo ha evolucionado el papel de la asociación desde su fundación en 1992. “Antes nos centrábamos más la familia, porque era la que tomaba las decisiones; ahora damos más protagonismo a la persona afectada. En muchos casos, trabajamos desde que aparecen los primeros síntomas de la enfermedad para intentar ralentizar su avance”, detalla Cuesta.

“Nadie está preparado para un diagnóstico de demencia en la familia, pero quienes se informan y afrontan la situación con realismo llevan mejor el proceso. Compartir, apoyarse y no negar la realidad es clave"

Susana Cuesta . Directora gerente de AFARABA

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En la asociación trabajan en tres frentes: atención a la persona afectada, apoyo a la familia y concienciación social. También imparten formación para identificar la demencia y comunicarse con quienes la padecen. “Hemos trabajado con Ertzaintza, policías locales, Euskotren, bomberos y comercios de proximidad, que a menudo detectan cambios antes que nadie”, apunta Susana Cuesta.

“Nadie está preparado para un diagnóstico de demencia en la familia, pero quienes se informan y afrontan la situación con realismo llevan mejor el proceso. Compartir, apoyarse y no negar la realidad es clave para llevar una vida más normalizada”, añade la directora de AFARABA.