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Combatir el calor, el gran reto para el urbanismo y el transporte europeos

Las olas de calor ponen en jaque a edificios y trenes del norte de Europa

Combatir el calor, el gran reto para el urbanismo y el transporte europeosPilar Blanco

Madrid – La ausencia de persianas en edificios o la suficiente sombra en ciudades, así como una planificación urbana e infraestructuras ferroviarias poco pensadas para las altas temperaturas, convierten a las ciudades del centro y norte de Europa en especialmente vulnerables a las olas de calor.

Sigfredo Herráez, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), señala a Efe que esta “protección” frente al calor es una cultura “muy del sur de Europa”, pero que, ante la necesidad, los países del centro y norte se terminarán adaptando.

El patrón que marcó el cierre de junio y el inicio de julio –con temperaturas récord en países como Bélgica, Países Bajos o Suiza– refleja una tendencia creciente, con fenómenos cada vez más frecuentes e intensos.

En muchos países del norte europeo, los edificios cuentan con ventanales amplios para captar luz en invierno. Sin embargo, en verano, la entrada de rayos solares elevan la temperatura en el interior. “Van a empezar a aparecer persianas y contraventanas”, afirma Herráez.

En países como Alemania o Reino Unido, los aires acondicionados tampoco suelen colonizar las fachadas. Aun así, Herráez no cree que vayan a generalizarse. Cita los problemas de salud que pueden acarrear, como la humedad, y la mentalidad de estos países.

Asimismo, recuerda los pueblos blancos del sur de España, encalados para reflejar el sol. Colores similares, prevé, “se irán moviendo al centro y norte de Europa”.

En las ciudades

En relación a las ciudades, Herráez destaca la necesidad de planificarlas valorando el calor, algo que hasta ahora no se había considerado en muchas regiones del norte. “El dirigir una calle en una dirección en la que soplen vientos o pensarla con una cierta inclinación que permite que los edificios den sombra” hace que sea transitable en verano o no.

También resalta la importancia de introducir árboles que proporcionen sombra, así como láminas de agua que ayudan a suavizar la temperatura.

Por otro lado, si bien deben seguir existiendo en las ciudades europeas “plazas duras”, de cemento, en su opinión también deben hacerlo otros espacios con materiales distintos, como los terrosos.

El transporte público es otro de los puntos críticos en la adaptación de las ciudades europeas a las olas de calor, ya que muchas infraestructuras fueron concebidas para condiciones térmicas muy distintas a las actuales.

Herráez insiste en que “para fomentar su uso debe ser cómodo y confortable” y pone como ejemplo los tranvías de Copenhague, que necesitarán renovarse o reacondicionarse.

María Luisa Domínguez, vocal del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, explica algunas causas de los retrasos que sufren algunas rutas ferroviarias europeas ante episodios de calor.

En las líneas convencionales, los carriles se instalan con holgura entre barras para absorber la dilatación del acero, pero si el calor expande el material más de lo previsto, “la unión salta y la línea queda cortada”. Esto no ocurre en los sistemas más modernos, con barras continuas soldadas y “liberación de tensiones”.

En países como Italia se ha optado como medida adicional por pintar algunos carriles de blanco para repeler el sol, aunque se trata de pruebas piloto.

Pese a los retos que enfrenta Europa ante un clima cada vez más extremo, Herráez confía en que la adaptación llegará. “Ante la búsqueda de necesidad y de confort, la gente aprende rápido”, sostiene.